Publicado originalmente por Ricardo en el blog Octubre Rojo.
·Sí, sí quiero especular sobre la sospechosa desaparición: asesinato inmediato y pronta eliminación de sus restos. No hay video ni fotos, al menos no publicadas. Pero en el fondo a todos les conviene que Bin Laden esté muerto: a la Central de Inteligencia por mérito y orgullo propio, y a al Qaeda para que lo dejen de buscar (buenísima jugada).
De estar muerto, Osama se ha convertido en el líder santo de la Jihad, en un ícono y una leyenda. Su símbolo será el mar, tan inmenso y misterioso donde podrían caber mil muyahidínes. Obama es el justiciero del pueblo estadounidense. En su espada está la sangre de quien mayor terror sembró entre sus ciudadanos. Todos felices.
El enemigo número 1 fue eliminado para el bienestar de nuestro planeta, pero eso no detiene la ola de cambio que se ha venido dando en el mundo árabe, ni reduce el precio del petróleo, ni la crisis financiera de la potencia más grande del mundo. Ni que en El Salvador la canasta básica y servicios esenciales dejen de subir de precio.
¿Una cortina de humo? También para eso sirve. Pero hace unas semanas vi un tipo igualito a Osama Bin Laden. Hace tacos y burritos sobre el bulevar Constitución. A ese sí le puedo tomar fotos y vídeo, y puedo comer de él, pues hace los mejores picadillos de carne que jamás haya probado en mi vida.
William y Kate, y la beatificación de Karol Wojtyla fueron una buena entrada para esta semana. Pero prefiero éstas a encontrarme con que los pandilleros incendiaron otro bus con personas dentro o que encontraron un barril con cien mil billetes que luego de contar resulta que se perdieron dos millones.
Así está el mundo, amigos. Si Osama está muerto, pero de verdad bien muerto, mejor por él. Es preferible estar en el cielo con 72 vírgenes a pasar 24 horas con mi mujer.