Es impresionante e indignante lo que pasó en el Súper Selectos de Mejicanos ubicado al final de la quinta avenida norte, donde antes estaba el cine Astor. Por hurtar una crema dental y un bote de café instantáneo, la vigilancia del establecimiento privó de libertad a una mujer que pocos minutos después apareció muerta en un cuarto que servía de bodega y tenía cables de alta tensión.
Llama la atención el silencio o la escasa cobertura de los medios de comunicación ante este hecho. Pareciera que los que se rasgan las vestiduras defendiendo la libertad de expresión, en realidad lo que defienden son los intereses de sus grandes anunciantes.
La muerte de esta señora es el punto culminante de una cadena de abusos que los supermercados cometen a diario contra su propia clientela. Muchos ciudadanos han sido victimas de vejámenes por la simple sospecha que han hurtado algo en sus tiendas, lo cual incluye como mínimo registros indecorosos efectuados por los agentes de la vigilancia. Hay personas humildes que se han quejado que por su simple apariencia han recibido malos tratos por parte de los vigilantes.
Hace unos años fotografiaban a las personas que hurtaban productos y colocaban la fotografía de ellos en lo que denominaban muro de la vergüenza. Luego dejaron de hacerlo en los establecimientos del gran San Salvador, pero esta práctica continúa en el interior de país. Pero nunca aparece en ese muro de la vergüenza la fotografía de Francisco Callejas, dueño de ese negocio que a diario roba a sus clientes.
Estos mismos vigilantes que actúan con tanta prepotencia contra la clientela humilde de los supermercados, son ineficientes para enfrentar la delincuencia que a diario hace de la suya con los vehículos de los estacionamientos. Miles de salvadoreños hemos sufrido robos en los estacionamientos vehiculares de los supermercados en las propias narices de los vigilantes, carros robados, los abren para robar en su interior, asaltan a los clientes cuando van hacia sus vehículos, etc. En estos casos la empresa simplemente no se responsabiliza por los daños y hasta insinúan que las víctimas se han inventado el robo para dañar la imagen del establecimiento.
Otros abusos se producen en las cajas registradoras. Cobran productos que no hemos adquirido, a veces cobran a precio normal productos que están e oferta, cobran dos veces el mismo producto. Cuando el cliente reclama en el momento le piden una disculpa y corrigen, pero cuando el cliente descubre el timo en su casa y regresa al Súper, ya no hay arreglo posible. Este dinero extra queda en manos del dueño del negocio, no de los cajeros.
La lista de abusos podría continuar, pero con los ejemplos antes expuestos, queda claro que somos víctimas de la voracidad de estos malos empresarios.
Pero volviendo al caso de la mujer que murió. Es necesario tomar en cuenta al menos lo siguiente:
- No se puede asegurar que la señora había hurtado productos del supermercado, pues los mismos victimarios no pueden ser los testigos del hurto cometido por la víctima.
- Deben explicar porqué encierran a las personas en un lugar donde hay cables de alta tensión, así como cuales son las medidas de seguridad industrial.
- La Fiscalía no puede descartar en la investigación la posibilidad que esta mujer haya sido torturada por los vigilantes y esa sea la verdadera causa de su fallecimiento.
- La empresa debe explicar publicamente cual es el procedimiento para actuar contra las personas que hurtan en sus negocios.
- Los dueños de esa cadena de tiendas deben pedir disculpas a los familiares de la víctima y pagar una indemnización justa.
- Se debe determinar quienes son los responsables de este crimen tanto en lo penal como civil. Los culpables deben pagar por el delito cometido.
Estas son medidas mínimas, para evitar que este hecho vuelva a repetirse. Además la Defensoría de Consumidor debe tener más iniciativa en la defensa de los consumidores.
Ayutuxtepeque, martes, 19 de octubre de 2010.
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