Todo gobierno necesita de un importante soporte social para poder llevar adelante su programa de gobierno. Ganar las elecciones es solo un primer paso. Los triunfos electorales tienen la característica del anonimato basado en la secretividad del voto. El voto se obtiene, además, en medio del ambiente exaltado de toda contienda electoral, por tanto sirve para ganar y para arrancar el gobierno, pero es insuficiente para concluirlo.
Por ello, todo gobierno necesita tener a su lado un partido fuerte, además la fortaleza se puede amplificar a través de alianzas con diversos sectores de la sociedad. Estas ideas son validas tanto para los gobiernos de derecha como los de izquierda. Nuestro país no es la excepción.
Si vemos a los cuatro gobiernos areneros, todos contaron con el incondicional apoyo de su partido. Este le proveía de una base de sustento que tenía diversos campos de expresión incluyendo la Asamblea Legislativa. A partir de esta fuerza buscaban su amplificación, entendiéndose y buscando acuerdos con otros partidos de derecha, con sectores empresariales y organizaciones de diverso tipo.
La capacidad de los gobiernos areneros de mantener férreo control sobre su partido y la habilidad de lograr alianzas para ampliar sus fortalezas fueron parte de las claves por las cuales se mantuvieron en el gobierno por dos décadas.
Con el gobierno de Mauricio Funes se presenta una nueva situación. Mauricio no cuenta con un partido a su servicio como en los cuatro períodos presidenciales anteriores. Mauricio cuenta con un partido a través de cual llegó a la presidencia y sus puntos de encuentro están centrados en el programa. Las posibilidades de entendimiento están basadas en el diálogo y en los objetivos pragmáticos que tiene cada uno.
Además Mauricio no ganó solamente con el voto del FMLN, si bien este fue crucial y sin él no habría ganado, la clave del triunfo estuvo en que fue capaz de atraer a nuevos sectores, que no votaron por el FMLN si no por el candidato. Entre estos “nuevos votantes” incluso hay importantes sectores de la derecha desilusionados con los gobiernos anteriores. Por todo ello, se rompe ahora el clásico esquema de la relación partido-gobierno que funcionaba muy bien en el pasado.
La conformación del gabinete de gobierno fue uno de los primeros temas de discusión. El FMLN debía tener presencia importante en él, pero no podía tenerlo todo. El debate sobre cuantos y cuales posiciones, fue por tanto, uno de los primeros forcejeos. De esto surgió un gabinete pluralista, el FMLN tomó posición de los ministerios vinculados a lo social y relaciones exteriores, Funes asumió la parte económica y de hacienda, se abrieron espacios para Cambio Democrático, movimientos sociales que apoyaron el esfuerzo por el cambio e intelectuales que por su capacidad y su identificación con la filosofía del gobierno podían aportar.
Desde su toma de posesión la relación del gobierno con el FMLN ha sido complicada. A los conflictos reales se ha sumado el rol de los medios de comunicación, que en varios casos los han sobredimensionado. Pero en la realidad, ha habido temas en los cuales Funes ha tenido que negociar con el FMLN como otro partido más del espectro político. Han surgido controversias que se han resuelto a partir de correlaciones de fuerzas construidas en la Asamblea Legislativa. El FMLN ha perdido batallas ante el Ejecutivo como es el caso de la forma de designación del Presidente del RNPN.
Esta realidad ha llevado a la Presidencia de la República a construir un movimiento social que le de soporte propio para implementar sus políticas y medidas de gobierno. Pero a diferencia del Movimiento Amigos de Mauricio construido durante la campaña electoral, que era una expresión urbana, de clase media e intelectuales, ahora esta nueva modalidad inicia con base social rural y con alto grado de pobreza.
Esta nueva modalidad tendría sentido si se complementa con la reactivación del movimiento social urbano de la campaña. De lo contrario parecería una estructura social de clientela política. Es importante evitar esta última tentación pues desnaturalizaría la esencia de lo que debe ser una base social que apoye el proyecto del gobierno expresado en el Plan Quinquenal
El Movimiento Ciudadano por el Cambio tiene sentido como resultado de la búsqueda de nuevas formas de hacer política. Tiene sentido si va mas allá de los partidos políticos y se convierte en un elemento de presión positiva para el cambio del obsoleto sistema político y de partidos que padecemos. Tiene sentido si su compromiso con el Plan Quinquenal lo desarrolla guardando prudencial distancia del gobierno, para que en dado momento pueda ejercer presión sobre este. Tiene sentido en la medida en que sea un grupo de contrapeso a los sectores que representan intereses económicos o políticos que se oponen al cambio.
El Movimiento Ciudadano por el Cambio tiene sentido si se convierte en una fuerte base social y electoral que permita la continuidad del actual proyecto que representa el gobierno de Mauricio.
Los partidos políticos, si tienen un mínimo de inteligencia deben ver con objetividad esta iniciativa. Las declaraciones apresuradas descalificándolo pueden a la larga tenerles costos políticos. Si este Movimiento avanza en la ruta correcta los partidos tendrán el reto de establecer una relación seria y madura con este. Hasta hoy algunos lo están viendo como laguna para pescar votos en las próximas elecciones, esta es la forma tradicional como las fuerzas políticas han concebido el movimiento social.
En todo caso es una acción interesante, demuestra que cosas nuevas pueden surgir ante el desgaste de la clase política, pero solo el tiempo y los hechos nos indicará su verdadera capacidad para incidir en la vida nacional.
Ayutuxtepeque, martes, 18 de mayo de 2010.
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