La matanza de los 72 emigrantes la semana pasada en Tamaulipas, México nos ha conmocionado a todos. Los medios de comunicación han hecho grandes desplegados de este bárbaro crimen. Este día llegaron a Tegucigalpa las cuerpos de los 21 hondureños asesinados que han sido identificados hasta hoy. Ayer se conoció en El Salvador los nombres de los 13 salvadoreños identificados. Todavía no han podido identificar a 26 asesinados, por tanto, la lista de hondureños y salvadoreños puede aumentar.
Ha salido a la luz, que esta matanza de inmigrantes latinoamericanos no es un hecho aislado, estas se producen periódicamente. Se habla de varias fosas comunes donde han encontrado decenas de cadáveres de posibles inmigrantes. Las organizaciones criminales vinculadas al narcotráfico han estado secuestrando cientos de personas por las cuales piden rescate a sus familiares en sus países de origen o residencia. Si estas no pagan, su familiar es asesinado.
En otros casos hay pacto entre los coyotes y las organizaciones criminales para trasladar inmigrantes a los EUA. A veces los coyotes entregan la “mercadería” humana a estas organizaciones pero se les olvida pagar; entonces, las organizaciones criminales “se deshacen de la mercadería”.
Estamos ante una verdadera red criminal internacional, que abarca desde los “coyotes” locales hasta los principales carteles del narcotráfico en el norte de México. Esta red ha surgido como consecuencia de dos hechos distintos pero vinculantes.
Por una parte, nuestras sociedades excluyentes, que obligan a migrar a millones de seres humanos hacia los EUA, para buscar allá una oportunidad que ni en sueños tienen en sus países de origen.
Por otra parte, el endurecimiento de las leyes antiemigrantes y el uso de tecnología muy sofisticada por parte de la policía migratoria en EUA, que han llevado a que los coyotes se vinculen con el narcotráfico y el crimen organizado para poder usar las poderosas y eficientes estructuras de estos para llevar a los inmigrantes a territorio norteamericano.
Esta es la trilogía fatal, que está costando centenares y hasta miles de vidas: sociedades excluyentes, posiciones duras antiemigrantes y las organizaciones del crimen.
Los gobiernos, especialmente los centroamericanos, deben entender que no basta con condenar los hechos y exigir la investigación y el castigo a los responsables de estos abominables crímenes. Deben explicar que medidas y políticas están tomando desde los aparatos del Estado para crear condiciones de oportunidades para comenzar a disminuir la migración.
Esto es igual para las organizaciones empresariales, a la par de la condena deben decirnos que están haciendo para generar más empleos de calidad. Ellos mismos dicen que la tarea de generar empleos es de ellos, no de los gobiernos. Los empresarios, especialmente el comercio y la construcción se han beneficiado mucho de las remesas familiares. Ellos han sido los verdaderos ganadores del flujo migratorio. Sin tener que arriesgar sus vidas.
Por otra parte nuestros gobiernos deben entender que el combate al crimen organizado no es una tarea de exclusividad nacional. Los delincuentes se han globalizado a mayor velocidad que los gobiernos. A estas alturas, la policía ya debería tener detenidos a los coyotes que se llevaron a estos hermanos que murieron asesinados, ellos son el primer eslabón de la cadena criminal. Si esto mismo lo hicieran en Honduras, Guatemala; Ecuador, bastaría con cruzar información para tener un panorama más amplio.
En resumen, la condena sin acciones no vale. Nosotros, debemos exigirlas.
Ayutuxtepeque, miércoles, 01 de septiembre de 2010.
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