La llamada Ley Antimaras que entró en vigencia a inicios de esta semana se presenta ante la ciudadanía como la panacea mágica contra el embate del crimen y la violencia, tanto los medios de comunicación como los políticos le están dando una relevancia que en realidad no tiene y generando expectativas que van mas allá de la realidad.
Partamos del hecho concreto de que la medida es pura y llana represión focalizada hacia un sector específico de la sociedad que se ha convertido en un depredador de la seguridad ciudadana, es decir que va con dedicatoria especial hacia las llamadas maras o pandillas juveniles que han evolucionado de “grupos de miseria organizada”, como hace tiempo los llamó, acertadamente en ese momento, Joaquín Villalobos hasta convertirse en verdaderas bandas delincuenciales, las cuales operan eficientemente manejando la extorsión, robo, amenaza y asesinato, ya sea en el papel de sicarios o como acciónes directamente decididas por ellos.
Realmente las maras han llegado a un punto en que, sin olvidar las causas económico-sociales que las originan y alimentan, se han convertido en una grave amenaza a la seguridad ciudadana, pero afectándonos específicamente a los ciudadano comúnes que “andamos a pie”, puesto que su accionar y poder no llegan a los niveles de los carteles del narcotráfico que trabajan en las altas esferas políticas e institucionales, sino que se limitan a operar en la comunidad de quienes somos de clases medias para abajo, que pertenecemos al sector social que no puede permitirse el pago de seguridad privada constante y dedicada (guardaespaldas, vigilancia dedicada, etc.), por lo que somos víctimas fáciles de extorsión, robo, intimidación y es evidente la vulnerabilidad física con la que deambulamos por nuestro entorno.
La Ley de Proscripción de Pandillas o maras surge de las cenizas e un proyecto de Ley anterior lanzado por ARENA que en su momento fué dúramente criticado por muchos sectores, incluidos nosotros, por contener un caracter eminentemente represivo y que al final mantuvo casi todo su espíritu inicial en esta nueva versión que presenta el gobierno actual.
El problema es que la ley va encaminada a reprimir la existencia de estos grupos, que automáticamente pasarán a la clandestinidad y al manejo de identidad compartimentada en células, al mejor estilo guerrillero con lo cual se tendrán que “profesionalizar” en el crimen ya que automáticamente quedan fuera de la ley todos los miembros de dichas agrupaciones ilícitas.
Si las cárceles comienzan a llenarse de nuevos inquilinos a consecuencia de capturas masivas de mareros y delincuentes comunes, aceleraremos la bomba de tiempo que tenemos en el sistema penitenciario salvadoreño.
La Ley Antimaras no ataca el problema fundamental que dió origen a la agrupación de jóvenes en este tipo de estructuras, es decir, la miseria, la exclusión, falta de oportunidades, imposibilidad de acceso a una buena educación, carencia total de apoyo a la juventud y aunque definitivamente era necesario que se atacara el problema del accionar impune de las maras, con las correspondientes medidas represivas, hace falta darle énfasis a la parte preventiva que le quitará el alimento a las mismas que son: Los jóvenes excluidos y en riesgo.
Una prioridad de este gobierno debe ser dar a los TODOS jóvenes la oportunidad de accesar a la educación gratuita y de calidad, a programas de desarrollo humano, a instituciones de educación juvenil alternativas y complementarias a la educación formal, oportuindades laborales, preparación para la autogestión sostenible de proyectos económicos en micro-empresas, etc.
Deben fortalecerse instituciones como los Boy Scouts, Exploradores del Rey, Pioneros, Don Editorialista podría patrocinar su muy personal versión de los “Hitlerjugend” si así lo desea, pero fuera de bromas, el punto es dotar a estas instituciones formativas del caracter y valores de un caracter de prioridad para el combate a la pérdida de principios, al ocio juvenil y a la falta de oportunidades.
Deben crearse estructuras dentro del INDES que lleven la práctica sistemática de los diferentes deportes a un nivel de masificación y no de concentración elitista como sucede con ciertas disciplinas tales como gimnasia, tiro con arco, atletismo, y muchas otras más etc. que están concentradas en San Salvador y que son prácticamente feudos de gente con “cierto estatus”.
Aunque ya se están promoviendo varias becas con fondos de FOMILENIO, es necesario llevar la educación superior a todos los sectores del país y mejorar sustancialmente la calidad de la educación primaria y secundaria públicas que tienen un nivel que francamente da vergüenza.
La Ley Antimaras solo es un alivio temporal a una problemática compleja y profunda, una vez las maras se adapten a esta nueva situación y pasen a operar como una guerrílla, si no se eliminan las fuentes de su membresía, el problema persistirá y reaparecerá aún con más crudeza y dificultad para enfrentarlo.
Se debe quitar el alimento a las maras, o estas medidas que ha tomado el gobierno terminarán con el mismo éxito que tuvieron las manos duras, super duras y similares.Se debe trabajar fuertemente en el tema de la prevención.
Respecto a la Rehabilitación, es algo extremadamente complicado, pues requiere un cambio total en la estructura penitenciaria, que sería un mega proyecto a largo plazo, pero tarde o temprano el destino nos alcanzará y esta temática tendrá el mismo caracter de urgencia que el tema preventivo ahora tiene.
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