Las fuerzas vitales con que se anima el intelecto guía los senderos del corazón y este impone su lugar en los sentimientos, por lo que es necesario que demos un alcance definitivo al azaroso complemento de las ocasiones en que se opone una fuerza vital al devenir y este siempre configura una manera de salir de si mismo. Las cosas entre las que estamos conocidos o reconocidos son las de una mente finita mas dada al placer que las cosas entre las se asignan los mejores argumentos.
Ese es un principio de la vida actuosa o activa. Al salvadoreño le repelen las teorías solo quiere vivir el momento y esto se traduce en un mal alimentado Hedonismo de la razón. Para el no existe mas que el ahora poco le importa el pasado y el futuro.
Esto refleja una pequeñez de sentimientos y de una voluntad que poco afirma el nacer a la vida contemplativa. De esa manera no podemos avanzar hacia la superación de nuestros males y nos condenamos a ser parte de los dioses del mal. Todos los argumentos a favor de una reforma fiel pasa por reestructurar la infame codicia que tenemos por los bienes materiales que marcan nuestro tiempo esto se decide una manera clara en el hacer económico.
La estructura económica marca la estructura mental estamos acostumbrados al consumismo, ya no hay espacio para las grandes creaciones del espíritu. Todo parece decirnos que por nuestra pequeñez territorial también somos pequeños en nuestras acciones.
La vida así entendida no es mas que un intento de vida que se nos de las manos y hacemos cuanto se nos escurre de una manera en que no tomamos en cuenta la estructura débil del porvenir y de esa manera nos hacemos ilusiones con poco fundamento en la realidad. La vida tiene un desarrollo en el cual hacemos notar el escaso o la escasa presión de las huellas de la vida.
Es posible recordar que el camino que hemos escogido tan solo tiene unas cuantas salidas y una de ellas y al parecer la mas perentoria es el subdesarrollo, no pensamos ni trabajamos por una sociedad mejor solo lo hacemos cara a alas individualidades que pretenden darnos una intención corporal, mas no espiritual eso nos alcanza a todos.
En eso nos ha convertido el capitalismo global en meros guiñapos para los cuales la muerte solo es suceso no de vida sino de rito y pito. La ingenuidad con que nos tratamos nos da para hacer la vida un divertido pasatiempo en el cual salen a relucirlas mascaras de nuestra personalidad trastocadas por el dinero que es lo único que interesa al capitalismo. Lo que deja dividendos es la principal prioridad de las clases dominantes en el país.
Por ello han hecho del país un gran centro comercial donde satisfacer lo que apenas podemos es decir un bajo consumo.
El país también tiene una estructura tempórea: y la verdad es a casi 500 años somos los mismos, lo que hemos hecho es poco. Al ras de grama salen de vez en cuando algunas lumbreras que iluminan el camino, todo lo demás es explotación por una pequeña casta dominante.
Así con ese tipo de sociedad pensamos morir y dar un paso certero al olvido del Ser de los que queremos encontrar el rumbo.
Para que todo se vuelva mas complicado esta casta dominante ha embrollado todo y nosotros los plebeyos los marginados del sistema no conocemos la salida porque por todos lados esta está cerrada aquí lo que importa es vivir bien a costa de lo que sea.
Necesitamos un nuevo nacimiento de las estructuras mentales porque lo que nos espera es el fracaso, el subdesarrollo. La inquietud de la vida es la que nos debe llevar a responder las grandes preguntas fundamentales que como nación no hemos logrado responder desde nuestra insincera forma de pensar.
Las altitudes nos esperan pero para eso tenemos que morir al viejo pensamiento. Las costumbres incluyen un fracaso para el desarrollo mismo, ni siquiera en la cotidianidad encontramos un poco de soltura que haga que la sociedad no sea tan mala con sus componentes: los mismos individuos que formamos la nación salvadoreña.
Desde hoy proyectemos una temporalidad mas pensante porque los males no se resuelven por generación espontánea.
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