Nuevamente salta a la palestra pública el caso de Libia que está a punto de sacudirse a su dictador desde hace varias décadas.
Las noticias hablan de su inminente cáída, de la captura de dos de los hijos del dictador libio y la desaparición del propio Gaddafi, mientras las fuerzas rebeldes han entrado a Trípoli encontrando poca resistencia y bastante apoyo oficial.
Es curioso como la percepción acerca de un dictador varía para el gran orden mundial a lo largo de los años, ya que cuando Gaddafi llegó al poder con apenas 27 años en 1969, derrocando al monarca Idris, se convirtió en un héroe al que incluso la revista Selecciones Indigestas…digo Selecciones Reader’s Digest dedicó un panegírico que si lo leen les daría hasta risa al presentar a un joven revolucionario que estaba cambiando a Libia, incluso vigilando en persona el comportamiento de sus funcionarios.
Eran los tiempos en que un joven Gadaffi lleno de ideales, y seguidor del líder egipcio Abdel Nasser, llevaba acabo la reforma agraria de Libia, nacionalizaba bancos, empresas y (horror!), el petroleo, utilizando todos los recursos y riquezas de Libia para mejorar la calidad de vida de sus habitantes, lo que lo transmutpó en poco tiempo de la imagen de un libertador a la de un maldito comunista, enemigo de la democracia, tirano de su pueblo y objetivo de atentados que fallaron uno tras otro.
Gaddafi era por entonces peor que Polpot para los grandes medios, hasta que en los años 90 la cosa cambió un poco, porque a diferencia de Nasser, él no quería un estado Laico sinó un estado Islámico, lo cual lo metió en medio de intrigas religiosas y políticas que incluían a la organización terrorista Al-Qaeda con la que entabló una cruenta batalla de poder.
Cuando el 11 de septiembre del 2011, las Torres Gemelas Neoyorquinas sufrieron el atentado que culminó con su destrucción y la muerte de miles de norteamericanos, Gaddafi apoyó a los estados unidos en su lucha contra Al Qaeda, presunto responsable del atentado, lo que le válió nuevamente el apoyo de las superpotencias occidentales, que variaron nuevamente la política hacia la nación árabe que abrió las puertas al gran capital permitiendo el ingreso de las transnacionales y sus millones de dólares que llevaron las cifras macroeconómicas de Libia hasta límites del primer mundo, como efecto secundario, la familia Gadaffi adquirió una capacidad económica casi sin límites y se convirtió en una verdadera aristocracia.
Sin embargo una cosa es la macroeconomía y otra muy diferente la micro economía, asi que la entrada del capitalismo a ultranza devino en la pauperización de las condiciones de las masas libias que de pronto vieron terminado el estado de bienestar y cayeron en la miseria mas abyecta que hubiesen sufrido, causa directa del capitalismo en un pais tercermundista que solo es una víctima a la que hay que chuparle todos los recursos.
Pero a pesar de todo esto los indicadores de crecimiento económico Libios señalaban niveles muy buenos ya que habían seguido fielmente los lineamientos del Fondo Monetario Internacional (FMI), cosa similar a lo mostraba Túnez y Egipto. Y nuevamente los medios eran favorables a la imagen de Gaddafi. Hasta que nuevamente dio muestras de excesiva independencia al apoyar la creación del dinar de oro, como moneda de la región árabe y africana, abandonando al dolar y la dependencia del banco mundial.
Los subsidios al pueblo fueron recortados y los alimentos se encarecieron al adaptarse a los niveles “normales” del mercado mundial, lo que provocó el estallido de protestas en febrero de este año en el marco de la “primavera arabe” luego de la caida de los régimenes egipcio y tunecino, pero en lugar de lograrse una transición pacífica como en los dos paises anteriores, Gadaffi reaccionó con extrema virulencia, desatando un verdadero genocidio que anuado a sus peligrosas ideas nuevamente lo colocó en la lista de los locos dictadores genocidas dignos del repudio mundial, incluso la OTAN lo declaró enemigo y apoyó a los “rebeldes” con logística e incluso combatientes.
Hoy asistimos a los últimos estertores de un régimen que como la mayoría de revoluciones, llegó cargado de ideales de lograr un pais mejor, pero que, aunque se enfrentó a enemigos poderosos, supo mantenerse a golpe de sangre y fuego, olvidando en ese interín los ideales que lo sostenían, sucumbiendo luego a las tentaciones que el poder ofrece creando su propia aristocracia para perpetuar dicho poder en las manos de quienes lo forjaron.
También fuimos testigos de como el poder imperial vigente convierte mediáticamente a caudillos en dictadores y viceversa, según estos respondan a sus intereses o representen un peligro para los mismos, cambiando los papeles de acuerdo a las circunstancias en un perverso juego de manipulación de imagen que solo es posible cuando se posee la hegemonía dominante sobre los medios de información.
Es curioso ver además como desde la izquierda las posiciones se vuelven encontradas, unas apoyando incondicionalmente al dictador como Chavez y posiblemente Ortega y otros, como los denominados “izquierda anticapitalista” que declaran a Gaddafi como un sangriento dictador que debe ser retirado del poder, pero se oponen a la intervención extranjera de la OTAN, o como el artículo de Mikel Isasi y Txemi Peñas en: «La izquierda y Gadaffi», que ponen en la palestra las dudas de la izquierda acerca del gobernante Libio.
Más acertado encuentro el análisis de Ilich Galdamez en su artículo: Gaddafi o la gran disyuntiva de la izquierda mundial, en el cual critica a la izquierda que adopta irresponsablemente la máxima: “El enemigo de mi enemigo es mi amigo”, apoyando al dictador porque es objeto de la intervención imperialista.
Artículo que cierra con estas palabras que me parecen muy acertadas y que deben ponernos a pensar antes de apoyar o atacar una causa solo por seguir la consigna:
Finalmente, por si mi palabra y análisis tienen, como supongo, muy poco peso, aquí comparto con ustedes las palabras dichas recientemente con respecto a la crisis libia y las revueltas populares en el mundo árabe por Eduardo Galeano, una de las pocas reservas culturales e ideológicas que le van quedando no solo a la izquierda latinoamericana sino de todo el mundo: “ Para ser de veras independientes tenemos que ser capaces de caminar con nuestras piernas, pensar con nuestras propias cabezas y sentir con nuestros propios corazones”. (Ilich Galdámez)
2 comments for “De Gaddafi y la creación de héroes o monstruos mediáticos.”