Este día me dirigía a eso de la 1 de la tarde hacia el volcán de San Salvador a uno de los cafés que relaté en su oportunidad cuando en el redondel conocido como «El platillo», me detuve atras de un vehículo que estaba por pasar y dirigí la vista hacia los carros que venían ya cruzando el redondel y asumiendo que el vehículo delantero ya había pasado, pues todo parecía apuntar a que ya había avanzado, arranqué el mío y le impacté en la parte de atras con el hunnamovil que aunque viejo, realmente es «thick as a brick» . parafraseado a una de mis bandas favoritas, Jethro Tull.
El impacto fue suave y aunque el Hunnamovil no sufrió mayor daño, el auto delantero si sufrió un leve desalineamiento de su «bomper» y de una parte de su carrocería trasera, por lo que me detuve y me orillé en el redondel para no estorbar al tráfico que a esa hora era algo pesadito.
El conductor del otro vehículo viajaba con sus dos hijas y entre el asombro y la duda también se orilló y nos bajamos a revisar los daños.
Le pedí las disculpas del caso y asumí la responsabilidad por no haberlo visto y me hice cargo de los costos de la reparación de sus daños.
El señor ya aliviado me dijo que no sabía como valorar los daños y que podíamos llevarlo al taller en donde habían pintado su auto hace un año y accediendo, lo seguí hasta un lugar cercano en Ciudad Merliót, que casualmente estaba cerca de la residencia del otro conductor.
Ahí esperamos a su mecánico y él despachó a sus niñas, (ya señoritas) que vivían cerca de ahí y se quedó conmigo esperando el «valúo» del golpe.
Al cabo de unos 20 minutos llegó el mecánico y valorando todo el golpe lo tasó en unos 50 dólares, porque tenía que pintar todo el bomper y ajustar una parte de la carrocería que a todas luces estaba hundida a causa del impacto.
Yo nunca cargo efectivo conmigo pero casualmente en la mañana había retirado 100 dólares en el cajero para comprar un gavetero para mi hijo que habíamos encargado a un carpintero de confianza y que nos había cobrado 80 dólares por el mismo, de los cuales yo aporté 40 y mi esposa 40, con lo que yo contaba con 60 dólares en la cartera que al pagarle al mecánico quedó en 10 magros dólares que harán milagros para llegar hasta el siguiente pago.
El señor (quizá el señor soy yó que me considero mayor en edad que el impactado), al final me agradeció la responsabilidad con que asumí mi culpa y nos despedimos en los mejores términos, quedándo satisfecho él y triste yo, pero considero que es lo correcto.
Mientras esperábamos al mecánico me contó las experiencias negativas que había tenido anteriormente en cuanto a accidente que incluso lo comprometieron en su integridad física y que nadie le respondió, por lo que al final hasta se disculpó conmigo por el «retraso» que me había causado, pero yo rápidamente le reiteré que la culpa había sido mía y que lo menos que podía hacer era corresponderle con la responsabilidad de cubrir sus gastos.
Al final pude llegar a mi evento y ahora al regresar, me siento mal por la pérdida de mi dinero, pero bién por haber hecho lo correcto, que es lo ménos que se puede hacer en estos casos y sé que en algún lugar tengo alguien que puede dar buena referencia de mi persona y que seguramente llegará el momento en que él podrá dar fé de mi responsabilidad.
Asumir la responsabilidad a veces es duro pero es necesario, de otra manera esquivando dicha responsabilidad estamos dejando un mundo peor al que encontramos.
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