La corrupción es un mal que debemos erradicar. Contribuye a mantenernos en el subdesarrollo y afecta la totalidad de la actividad del Estado volviéndola ineficiente. Enriquece a unos cuantos mientras totalidad de los ciudadanos somos afectados.
La corrupción afecta la totalidad de los servicios que el Estado brinda a la ciudadanía. La mala calidad de la salud y la educación, entre otros, tiene su origen en las prácticas corruptas. La corrupción encarece todos los servicios públicos.
La concepción patrimonialista del Estado fomenta la corrupción. El corrupto se apodera del Estado para ponerlo a su servicio y en función de sus intereses personales. El Estado pierde su esencia, pues ya no está al servicio de toda la sociedad.
No nos olvidemos que detrás de los corruptos hay corruptores. Muchas veces estos corruptores son grandes intereses económicos privados que buscan obtener enormes ganancias a costa del erario público.
La transparencia, la rendición de cuentas y la austeridad deben prevalecer en todos los ámbitos de la actividad pública. Los ciudadanos debemos conocer cómo se gasta cada centavo de los fondos públicos. Exigir plena transparencia es tarea de todos.
Debemos exigir que se armonice y se actualice toda la legislación para combatir la corrupción. Debemos exigir que estas leyes se cumplan parejo para todos.
Solo con participación ciudadana podremos combatir con eficiencia este flagelo que nos empobrece, que nos roba nuestros dineros que con tanto esfuerzo obtenemos. No esperemos que los corruptos cambien. Nosotros debemos cambiarlos a ellos con la activa acción ciudadana.
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