Con todo el respeto que se merece usted, amable lector, quisiera hacerle una petición: Lea lo siguiente con una mente muy abierta. Aún, a pesar de sus fuertes preferencias políticas u opiniones acerca de sus rivales, quiero pedirle que lea con mucha atención lo que voy a decir.
Explicaciones acerca de los orígenes de la guerra hay muchas así como las hay acerca de su finalización. Es un tema extremadamente complejo, tan complejo como fueron las causas del conflicto y los efectos que tiene hoy en día. Veinte años después, seguimos luchando por reconstruir nuestra sociedad, de volver hacia el camino del desarrollo y la paz social, camino del cual nos hemos desviado como colectivo. No importando quienes nos gobernaron desde entonces, nosotros mismos nos hemos desviado de nuestro propio camino hacia la verdadera paz.
Debo reconocer que la situación criminal que nos agobia todos los días nos recuerda cuán frágil es la vida humana como cuando estábamos en medio del conflicto. Es por eso que muchos dicen que la paz no se logró y que es lo que menos tenemos, pues la violencia es el pan de cada día, es el combustible del que se alimentan muchas empresas y es lo que los medios de comunicación nos venden. Ésta paz que tanto deseamos parece tan lejana e inalcanzable pues culpamos a los gobernantes por que nuestra situación no mejora y que parece cada día empeorar.
Existe un elemento esencial que hemos dejado de lado y que sin éste elemento, no puede haber paz ni habrá paz: La Reconciliación. Éste elemento ha sido completamente ignorado desde aquel 16 de Enero de 1992 y que depende de tantos factores y elementos que pareciera que tardaremos siglos en lograrla… y eso tardaremos si nunca comenzamos a construirla verdaderamente. La paz no vendrá a nuestro país hasta que nos reconciliemos de verdad. El problema aquí es que nos saltamos todo el proceso de posguerra y de una vez nos saltamos hacia «la paz», cosa que dejó poca o nada de oportunidad para lograr entendimiento entre los salvadoreños. Aún hay mucho resentimiento entre los salvadoreños de derecha y los de izquierda como si fuera pelea entre fanáticos de equipos de foot ball rivales. Unos con odio y miedo a que toquen sus bolsillos y estilos de vida estirados y los otros llenos de odio y con la esperanza tonta que algún día se les quite todo a los ricos y se los repartan a todos los pobres. No hay plan de nación y no existe ése pensamiento colectivo que nos lleve hacia el desarrollo, mas sólo existe miedo, odio, ignorancia y tristeza.
Si, firmamos la paz, pero nos olvidamos de reconciliarnos entre hermanos salvadoreños que somos. No hicimos nada por entender a nuestro rival y unirnos en lo bueno para lograr el desarrollo y la paz que todos deseamos. No hubo una vigilancia en éste asunto y hoy, las nuevas generaciones de jóvenes nacen y se crían en éste ambiente de resentimiento, aún a pesar de no haber experimentado los horrores de la guerra ni haber nacido en el período del conflicto.
Como evidencia de ésto, podemos visitar nuestras redes sociales y si tiene a un adolescente de entre 13 y 16 años, hay muchos que expresan sus inquietudes y opiniones políticas. Yo mismo he visto hoy por ejemplo a éstos adolescentes insultando a el Presidente Funes y al FMLN por ser «guerrilleros asesinos», al mismo tiempo veo a otros adolescentes que insultaban de regreso a sus rivales. Al ver ésto me sorprendí, pues llegué a la conclusión que nosotros mismos estamos educando a nuestros hijos para que continúen en la misma pelea de siempre, perpetuando así la violencia que tenemos entre nosotros y el resentimiento, odio, miedo e ignorancia que nos tienen así como estamos.
Entiendo que muchos tienen razones muy valederas para no perdonar, pero eso no es excusa para transmitir ese mismo resentimiento hacia sus hijos y éstos a sus propios hijos. Ésas son cuentas de otro rosario. Es la responsabilidad de ésa joven y frágil mente el construir nuestro futuro, y si la construye alguien criado en el odio, así será el resultado que obtendremos siempre. Un ciclo vicioso que nos mantendrá en el subdesarrollo, que nos mantendrá eternamente en la violencia, en la cultura del mal y en la ignorancia.
Finalmente, creo que hay que comenzar a construir un verdadero mecanismo de reconciliación, dejar atrás las diferencias y dejar fanatismos a un lado. Es necesario e importante reconocer a las víctimas inocentes de éste conflicto, no importando de qué bando estaban. Hay que hacer las reparaciones necesarias a éstas víctimas y movernos hacia el siguiente capítulo de nuestra evolución como sociedad, dejar de lado los fanatismos políticos y levantarnos por nuestra propia cuenta.
Hay que dejar de lado ya las peleas de viejas canasteras y concentrarnos en avivar. Veinte años fueron suficientes, basta ya.
Hasta la próxima…
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