¿Por qué nuestro país es pobre? Nayib Bukele

El alcalde de Nuevo Cuscatlán, Nayib Bukele publicó en su página en Facebook estas interesantes reflexiones que vale la pena comparir con todos, sobre todo porque pone en perspectiva simple la forma en que la banca salvadoreña fué limpiada y repartida utilizando los dineros del estado a unas pocas familias que estaban en el negocio y en el gobierno.

Les recomiendo leerlo detenidamente:

Ver el original en Facebook: ¿Porque nuestro pais es pobre?

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¿Por qué nuestro país es pobre?

Nayib Bukele

Hace unos días tuve el honor de compartir un conversatorio, en la universidad Dr. José Matías Delgado, con otros 4 panelistas, dos de ellos, reconocidos diputados de ARENA.

Un alumno preguntó: ¿Por qué nuestro país está tan mal? ¿Por qué la economía no crece? ¿Por qué no hay empleos? Los diputados de ARENA inmediatamente y con una fluida coherencia explicaron que en nuestro país no se incentiva la inversión privada (única creadora de empleos), que los impuestos son muy altos, que el gobierno mucho gasta, que hay mucha burocracia, que no hay una ley de flexibilidad laboral, que no se amplía la base tributaria y que los empresarios no encuentran predictibilidad y seguridad jurídica para sus inversiones.

Uno de los diputados de ARENA fue más allá, afirmando que solo hay dos posiblidades de resolver nuestro deficit fiscal, subiendo ingresos o reduciendo gastos. Y que, como en nuestro país existía un problema de gastos, la solución no era incrementar ingresos, sino reducir el problema, el gasto.

La mayoría de jóvenes aplaudieron. Era la respuesta que esperaban, la respuesta lógica, la que les habían enseñado en clase, la que explicaba la razón por la que nuestro país está mal.

 

¿Pero realmente es esa la razón?

El conversatorio no suponía ser un debate. Sin embargo, sentí que estaba ante la verdadera causa de nuestros problemas: el constante deseo de correr hacia atrás, de aplicar recetas tercermundistas, como si compitieramos por ser cada vez más subdesarrollados.

«Lo que propone el diputado es precisamente lo contrario a lo que debemos de hacer» -dije.

«Nuestro país tiene una recaudación fiscal más baja, en relación al PIB, que todos los países desarrollados y que todas las economías emergentes. Nuestro país tiene un gasto más bajo, en relación al PIB, que todos los países desarrollados y que todas las economías emergentes».

«Todos los países desarrollados: Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Japón, etc. tienen una recaudación fiscal y un gasto mucho mayor, en relación al PIB, que nuestro país. Sin embargo, tenemos una recaudación fiscal mayor y un gasto mayor que Haití». La pregunta es: ¿Queremos aplicar la receta del diputado y bajar nuestra recaudación y nuestro gasto, para parecernos más a Haití o queremos subirlo y parecernos más a Japón?»

Varios jóvenes asintieron con la cabeza, no hubo aplausos, pero al menos tenía su atención, y sus mentes abiertas. Un paso en el largo camino de cambiar un poco las cosas.

«Me imagino que los padres de muchos de ustedes han solicitado algún préstamo en un banco», continué.

«Sin conocer los casos específicos, dejenme decirles que estoy seguro que se los negaron». Todos rieron. Otro paso.

«¿Saben por qué?. Porque los bancos no fueron creados para ustedes, nuestro sistema feudal está creado para que el que tenga más pueda tener más, punto. Todo lo demás es accesorio, un mal necesario».

«Dejenme contarles un poco sobre la historia de nuestros bancos: Hace 25 años los bancos erán del Estado. Todos: El Agrícola, El Cuscatlán, El Salvadoreño, etc. Todos los bancos eran estatales. Entonces, el gobierno del ex-presidente Cristiani decidió que, ya que la empresa privada es más eficiente en administrar bancos, lo correcto era privatizarlos, es decir, venderlos a inversionistas privados. Luego, se analizó que realmente los bancos no valían mucho, así que se tomó la segunda decisión: Venderlos baratos. La tercera decisión fue que los bancos tenían mucha cartera morosa, ya que al ser del Gobierno, hacían muchos préstamos a personas que «no eran buenos sujetos de crédito», y que entregarle los bancos con esa alta cartera morosa a los inversionistas sería «irresponsable». Así que lo correcto era que el estado asumiera su saneamiento, es decir, que el estado se quedara con toda la cartera morosa, y vender los bancos únicamente con la cartera sana, apetecible, lo que en el léxico empresarial salvadoreño llamamos: La carnita».

«La cuarta decisión fue que los inversionistas podrían no tener el dinero para invertir, así que lo mejor, era que fuera el mismo gobierno el que les prestara el dinero para ello. Y que el prestamo se pagara con las mismas utilidades de los bancos. En otras palabras, los bancos se entregaron gratis. Nadie pagó por ellos».

«Para postre pasó algo más inaudito: hace algunos años (y después de muchos años de utilidades) bancos internacionales (Citi, HSBC, Scotiabank, Bancolombia, etc.) compraron nuestros bancos en aproximadamente $4,000,000,000.00 (cuatro mil millones de dólares). Un precio exponencialmente mayor al precio que pagaron (o mejor dicho no pagaron) los inversionistas por los bancos. El impuesto de la renta lógico (la tasa que pagamos la mayoría de empresarios salvadoreños) era de aproximadamente $1,000,000,000.00 (mil millones de dólares). Sin embargo, y gracias a las leyes que rigen las transacciones de la bolsa de valores, el pago efectuado de impuesto de la renta fue: $0″.

«¡$0 dólares!, ¿un grupo de personas reciben $4,000,000,000.00 y el estado no recibe nada?

Ahora pregunto: ¿Que pudimos haber hecho con mil millones de dólares de impuestos? Este monto es equivalente a 100 años de la reducción al gasto que se logró con el nuevo y criticado sistema de subsidio al gas. Equivalente a darle una laptop por persona a 1.5 millones de estudiantes».

 

¿Que pudimos haber hecho con mil millones de dólares?

«¿Y cual es la solución que se propone ahora? ¿Ampliar la base tributaria? Esa es la forma técnica de decir que hay que cobrarle impuestos a la señora de las tortillas y a la que vende mango twist en la calle. ¿Flexibilización laboral? Es solo otra forma de llamarle a que te puedan despedir sin indemnización. ¿Bajar el gasto del gobierno? Estoy seguro de que todos estamos de acuerdo en que los diputados no coman caviar, pero ningún analista serio va a afirmar que controlando este tipo de gastos (que se tiene que hacer) se va a reducir en un 1% nuestro presupuesto. ¿Entonces que se tendría que recortar? ¿las pensiones? ¿los programas sociales? ¿salud? ¿educación?»

«Esa no puede ser la solución. En nuestro país necesitamos más inversión social y en infraestructura, instituciones fuertes garantes los funcionarios corruptos paguen sus faltas, que el que tiene más pague más y el que tiene menos pague menos, que invirtamos en educación y que las instituciones trabajen para todos».

 

-Los jóvenes aplaudieron. Un gran paso.

La única forma real de empezar a solucionar los problemas de nuestro país, es aplicar las recetas (adaptadas a nuestra realidad por supuesto) de los países desarrollados, no las de Haití. Que los que tengan más paguen más y los que tengan menos paguen menos. Que dejemos de buscar fondos en donde no los hay y empecemos a pagar los que si podemos pagar. Que las 100 familias (incluyendo la mía) que tenemos el 95% del capital del país empecemos a devolver un poco de esto para financiar la inversión social e infraestructura que necesitamos para crecer. Que contratemos un ejercito de maestros (bien pagados) que enseñen a nuestros jóvenes que no están condenados a ser pobres y que en El Salvador (así como en Estados Unidos) si alguien tiene un sueño puede alcanzarlo.

La otra opción, y la que escucho es la que más se propone, es seguir facilitando que el que tiene más, tenga más, que el que tiene menos, tenga menos. Que con la ley de flexibilización laboral, las mujeres que trabajan en las maquilas no solo sean explotadas y que controlen las veces que van al baño, sino que además puedan ser despedidas sin indemnización, puedan ser «suspendidas» por uno o dos meses sin salario, y que los horarios de trabajo puedan ser los que su empleador quiera.

¿De verdad alguien cree que este tipo de propuestas solucionaría algo? Estoy seguro que no. ¿Entonces por qué se proponen? En mi humilde opinión, estamos ante otra envestida de la codicia y la ambición desmedida. Lastimosamente hay algunos vientos de cambio, hacia atrás, que probablemente triunfen de nuevo en esta nueva etapa de la historia de nuestro país.

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