Hemos visto con alegría que en los últimos meses del 2014 los precios del petróleo han decrecido a niveles que ya asustan, después de acercarse a los cinco dólares, límite en el cuál muchos sopesábamos la posibilidad de abandonar el vehículo propio a pesar de que la movilidad de nuestros trabajos lo requiere, vimos cómo poco a poco los precios comenzaron a bajar y a bajar hasta acercarse a los soñados cuatro dólares y luego de alcanzar ese nivel, nos sorprendimos como los precios siguieron un lento descenso que se ha vuelto estupor a finales del años con precios abajo de los tres dólares por galón de gasolina.
Es lógico que nuestras magras economías se han visto aliviadas enormemente con este descenso de los precios y temblamos al pensar en el momento que la aguja detenga su caída y comience nuevamente a subir hacia los tres dólares y siga subiendo quién sabe hasta donde.
Con respecto a esta baja de los precios, hay muchas preguntas que nos podemos hacer al respecto para explicarla.
¿Han descubierto más petróleo?
¿Han mejorado las tecnologías de extracción?
¿Que ha cambiado en esta industria para que se de este fenómeno?
¿Obedece a factores geopolíticos?
Veamos una de las teorías respecto a esta última pregunta.
El petróleo es un recurso natural no renovable, por lo menos a corto plazo, siendo inevitable su agotamiento, escasez y desaparición, por lo que durante décadas los países productores han estado jugando con este fantasma para aumentar precios de acuerdo a las diferentes agendas geopolíticas.
Tradicionalmente los grandes productores y vendedores de petróleo son los países árabes, Rusia y últimamente Venezuela, aunque muchos países tienen sus propias reservas petroleras que prefieren no tocar, como los Estados Unidos, Brasil, China, Canadá, etc.
Generalmente los países asociados a la OPEP son los que han movido los hilos de los precios del petróleo a voluntad, disminuyendo o aumentando la producción para subir o bajar el precio del «crudo», como se le llama al petróleo no refinado ni convertido en gasolina.
Pero la política internacional es complicada y según parece este descenso de los precios tiene como blancos objetivos a tres grandes exportadores: Rusia, Irán y Venezuela.
Estados Unidos tiene reservas grandes de petróleo que nunca toca pues se preparan para cuando la inevitable y futura escasez sea real en los otros productores y apelen a sus propias reservas para sobrevivir, mientras el resto del mundo se va al carajo, pero también tiene intereses económicos fuertes en conflicto con las naciones mencionadas.
Bajo una supuesta revolución tecnológica en la extracción del llamado Shale Oil o petróleo de esquistos bituminosos obtenido de forma sintética, los estados unidos han disminuido su consumo de petróleo extranjero y han convencido a los países árabes que no están en conflicto con ellos a bajar los precios para asegurar su hegemonía y abrir los mercados chinos, monopolizados por Rusia.
Por ejemplo Rusia, donde el 68% de sus ingresos por exportación proceden del petróleo, con la crisis de Ucrania y la toma de Crimea a sido objeto de «sanciones económicas» que realmente no dejan mucha huella en la Rusia de Putin, pero es conocido la dependencia fuerte que tiene Rusia de sus exportaciones petroleras y de Gas, por lo que una baja drástica y prolongada de los precios sería un golpe muy duro a su economía, algo que ya sufrieron cuando eran todavía la URSS y que contribuyó al desplome de su sistema socialista.
En el caso de Irán también tiene conflictos con el mundo occidental y sanciones por el supuesto programa nuclear y a esto se le suma la rivalidad con Arabia Saudita que está del lado de occidente, también es castigado con este descenso.
Por último el caso de Venezuela que a pesar de sus enormes ingresos tiene grandes problemas económicos de inflación, de escasez alimenticia, de cambio de divisas y gasto público, por lo que con una baja prolongada del precio en el petróleo se verá seriamente afectada
Finalmente, es el caso de Venezuela, que ya perjudicada con problemas de escasez, de cambio de divisas e inflación, se vería estrangulada económicamente con una baja de precios del petróleo, debido a que la explotación del crudo es la fuente principal de generación de ingresos para el país.
Esto apunta, a que por razones de estrategia geopolítica, Rusia, Irán y Venezuela hayan estado en el epicentro de una “guerra de petróleo” que pudiese tener como objetivo su debilitamiento y eventual desestabilización.
Por el momento podemos alegrarnos de contar con gasolina barata, pero si hay excedente de divisas por esta factura, debemos ahorrarlas para los momentos en que pase esta coyuntura internacional y los precios vuelvan a subir.
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