Muchas veces la ideología llega con fuerza a ciertas mentes débiles impulsándolas irremediablemente al fanatismo y es entonces cuando surgen monstruos como Anders Behring Breivick, un terrorista noruego de extrema derecha, ex-miembro del “Partido del Progreso”, el cual abandonó al radicalizar sus ideas, además ex-miembro de la Masonería, supuestamente cristiano luterano conservador, quien en gradualmente pasó de la ideologización al fanatismo extremo lo que terminó llevándolo a idear y planificar un atentado que culminó el 22 de julio de 2011 cuando colocó una bomba que explotó en el centro de Oslo, Noruega, dejando un fatal saldo de 8 personas fallecidas a consecuencia del siniestro, pero dicha bomba solo la usó como distracción para la policía, porque luego se dirigió fuertemente armado a una pequeña isla noruega llamada Utoya, en donde se realizaba un campamento juvenil del partido laborista noruego, con fuerte presencia multicultural, en dicho lugar disfrazado de policía, convocó a los asistentes para supuestamente darles noticias de la bomba que él mismo había explotado, horas antes e inició una masacre que cobró la vida de 68 personas, en su mayoría jóvenes.
Fue arrestado casi hora y media después de haber comenzado a disparar lo cual se le criticó mucho a la autoridad noruega, pues se le permitió que tranquilamente deambulara por la isla buscando víctimas a quienes disparaba en cuanto los localizaba.
El día de ayer inició el juicio contra Anders Behring y además de declarar que efectivamente él había cometido la masacre afirmó que lo había hecho para defender a su país de los musulmanes, posteriormente alzo su puño derecho cerrado en el típico saludo de la extrema derecha que todos conocemos. Cabe aclarar que el mismo saludo pero con la mano izquierda ha servido también para acciones igualmente horrorosas.
Porque no se trata de que la extrema derecha sea asesina, pro-nazi, racista, discriminatoria o de que la extrema izquierda sea opresiva, vengativa y destructora de la cultura, sino de que la ideología llevada al extremo engendra monstruosidades como Anders Behring o como Mario Belloso, para no ir muy lejos.
En el nombre de Dios, del pueblo, del socialismo, de las libertades, del mercado, de la patria y de tantas otras cosas más o menos banales, se han cometido atropellos y en algunos casos verdaderas atrocidades a lo largo de la historia, tal parece que jamás aprenderemos la lección y seguimos alimentando en odio, la intolerancia y el fanatismo, a la espera de que una mente lo suficientemente débil sea tocada por la enajenación, tome un rifle e inicie una nueva carnicería para deleite de los medios.
“Todas las banderas, tienen héroes muertos…” Eskorbuto
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