¿Se puede amar a un pueblo que se burla de la tragedia de su prójimo?
Las reacciones tanto de Ligia como de KR son comprensibles, realmente es dificil querer a semejante ganado y sorprende pero se entiende que cuando Roque denostaba al pueblo salvadoreño en su Poema de Amor, lo hacía a sabiendas de que todos nosotros, míseros cabrones, somos merecedores del mas omnipotente desprecio y mientras el poeta, por un lado nos pedía un suicidio colectivo, una auto patada en el culo, por el otro lado reinvindicaba su amor a esa salvaje colectividad de hijos de puta guanacos, llamándonos tiernamente “Mis compatriotas, mis hermanos”.
Lamentablemente somos unos guanacos hijos de la gran puta, que troleamos por la vida, aportando el veneno innecesario que nadie nos ha pedido, incorporando al dolor ajeno la ocurrente maldiciencia cargada con el íntimo deseo de lastimar a ese projimo que no puede vernos, amparados algunas veces en el mas cobarde anonimato o en otros casos, haciendo gala del mas vergonzoso descaro y desparpajo, mostrando nuestra impudicia con orgullo guanaco.
En fin, somos el perfecto producto de siglos de educación machista y Von Misseana, egoístas, misóginos y repletos del sicalipsismo esctatológico que nos convierte en Guanacos.
Hace falta mucha educación, pero nos la niegan, porque saben que un pueblo educado no tendría a ninguno de los diputados que actualmente contaminan el palacio legislativo, saben que un pueblo educado no votaría por bandera ni por las figuras que la mass media publicita con la fuerza del mercado, ni escucharía por la radio o verían en televisión a toda esa turba de zafios que día a día alimentan la mediocridad vulgar del guanaco.
Sin duda hace falta mucha educación, pero aún mas, hace falta ese doloroso amor que sentía Roque por su pueblo.
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