Los estigmas y sus consecuencias psicosociales

Por: Francisco Quintanilla

Los estigmas, en términos generales, desde un punto de vista de la psicología social puede entenderse como un comportamiento, rasgo o condición que posee un individuo y que provoca que dentro de una determinada sociedad se le incluya en un grupo social cuyos miembros son vistos como inferiores, inaceptables o incluso peligrosos.
Los estigmas, son una especie de estereotipos ideológicos, por medio de los cuales el individuo o grupo que estigmatiza, no sólo percibe, sino que también, evalúa la realidad y a las demás personas o grupos estigmatizados que le rodean, y actúa en consecuencia.
Los estigmas, metafóricamente, son una especie de prismas, que median entre el individuo y la realidad que le rodea; prismas que adquieren diferentes colores ideológicos y que están condicionados históricamente por diferentes factores que van desde los económicos, pasando por los políticos, culturales, religiosos, raciales, hasta llegar a los determinados por razón de una enfermedad.
Predvechni, et al. en el libro Psicología Social (1985), sostienen que: “Sobre la base de los estereotipos se forman las imágenes sociales con matiz emocional de los distintos tipos de hombres, imágenes que constituyen importantísimos elementos de la conciencia ideológica y política” (p. 90).
Predvechni, et al. (1985), además, plantean que:” Los estereotipos se forman por dos caminos: primero en el proceso de interacción directa entre la personalidad y el medio, y segundo, en el proceso de comunicación, es decir, mediante la propaganda y educación de la personalidad” (p. 91).
Al partir, de que los estigmas son una especie de estereotipos ideológicos, también se manifiesta en este planteamiento, que los estigmas, se forma bajo las dos vías mencionadas.
Es de interés fundamental en este documento, valorar la segunda vía, la de la propaganda y educación. Es de sumo interés, porque se pretende hacer una valoración, de cómo la gente a nivel nacional y mundial, ha estigmatizado no sólo a las personas que están padeciendo de coronavirus, sino que también a las personas que están trabajando incansablemente por contribuir a que recuperen su salud.
En forma, “talvez” no mala intencionada en algunos casos y con arrogancia en otros, muchos gobiernos a nivel mundial, han difundido por los diferentes medios de “información” que al mismo tiempo son de ¨educación” y de propaganda, la “información” y “orientación” a sus respectivas poblaciones en lo referente a la pandemia del coronavirus, sus peligros y repercusiones para la vida humana.
Algunos gobiernos con sus acciones informativas y “orientativas”, han contribuido grandemente con intención o sin ella, a que buena parte de la población que todavía no ha contraído el coronavirus estigmatice a las personas que lo han contraído, llevándose también de encuentro a los trabajadores del sector salud.
Toda la información que ha llegado a niveles más desinformativos, ha provocado que la inmensa mayoría de la población, asimile tales desinformaciones no cognitivas sino emotivamente. En este sentido, la “información” asimilada sobre todo por la vía afectiva, facilita la formación de estigmas.
La asimilación emotiva de los datos que se presentan por medio de los medios que desinforman, ha sido el caldo de cultivo suficiente y preciso para que, en forma veloz, como la expansión de la actual pandemia, un alto porcentaje de la población de un determinado país o a nivel mundial, haya estigmatizado a los dos sectores antes mencionados.
Los estigmas en general, y el estigma construido en este mundo globalizado, que se está abordando en esta ocasión, está llevando a muchas personas que no han sido todavía afectadas por el coronavirus, no sólo a tomar una distancia física, sino que también social o psicosocial de las demás personas, a las cuales, las considera como potenciales portadores y trasmisores del COVID-19.
El uso consciente o inconsciente en la mayoría de los casos, por parte de muchísimas personas, de los estigmas, tiene sus efectos psicosociales negativos. Dentro de estos efectos negativos, se encuentran:
Primero, desarrollan una percepción no sólo limitada, reducida, sino que también contaminada por la ideología de quienes están manejando los escenarios económicos y políticos a nivel nacional y mundial. Es tan limitada, que no les permite, ubicar y explicar la pandemia del coronavirus dentro del escenario conflictivo entre las grandes potencias, entre las grandes empresas trasnacionales que están luchando caníbal y trogloditamente por el mercado internacional.
Segundo, no les permite entender, que la verdad estructural no se detecta en lo que simplemente se ve, o en lo que los medios de “información” difunden, sino, sobre todo, en lo que no se logra ver, es decir, en las causas, factores y ambiciones que están ocultos en esa lucha militar descomunal real y virtual entre los Estados Unidos y la China Popular, Corea del Norte, Irán, Venezuela, etc., grotescamente pintarrajeada con las migraciones masivas de personas del continente africano y de países del medio oriente hacia Europa y de personas de Latinoamérica hacia Estados Unidos y la violación a granel de todos sus derechos humanos fundamentales.
Tercero, la percepción, de los que estigmatizan a los dos sectores mencionados, es una percepción que únicamente va de adentro del individuo que estigmatiza hacia los sujetos estigmatizados, lo cual le lleva a creer en forma falsa, que él nunca va a ser presa del COVID-19.
Cuarto, la percepción del sujeto que estigmatiza, no logra imaginar o pensar, que, así como él, estigmatiza a otras personas, el día que tenga la mala suerte de contraer el COVID-19, también otros lo estigmatizaran, y actuaran en contra de él con la misma vara con que el actúa con los demás, y probablemente con una cuarta más.
Quinto, la percepción y actuación estigmatizada, de un alto porcentaje de la población con respecto a otro sector de la población, los ha llevado, a que progresivamente, se vayan encerrado en sus propios territorios.
Veamos, al respecto, que es lo que ha ido ocurriendo; muchos países adoptaron como estrategia de pánico o de protección, cerrar sus fronteras a las personas que provenían de un conjunto de países, luego dentro de un mismo país, los estados, departamentos, o municipios les cerraron el paso a las personas que provenían de otros estados, departamentos o municipios. Después, dentro de cada municipio, las colonias o barrios comenzaron a impedir el paso de personas de otros barrios o colonias, por último, dentro de cada barrio o colonia, cada calle o pasaje, le ha comenzado a impedir el paso a otras personas de otras calles o pasajes.
En fin, progresivamente, la estigmatización, ha llevado a que cada persona se convierta en un islote, no sólo cada vez más pequeño, sino que cada vez más indefenso y débil ante el COVID-19 y ante la perversión de los más poderos de este mundo, quienes son los que en ultima y en primera instancia, están manejando los hilos de este escenario mundial perverso.
Por último, la estigmatización está llevando progresiva y aceleradamente, a que, en varios países, se desarrollen actos de violencia y agresión en contra de los sectores estigmatizados: los que padecen de COVID-19 y el sector salud que está luchando apasionada y desinteresadamente por contribuir a que los enfermos recuperen la salud.
En este juego perverso, donde está en juego y en riesgo la existencia de toda la humanidad, instituciones que deberían jugar un papel no sólo protagónico, sino que determinante, se han quedado silenciosas, es decir, se está hablando, de los máximos centros de educación superior: las universidades.
Muchas universidades, si bien es cierto, no cuentan con los recursos humanos y de tecnología de primer nivel para hacer investigaciones científicas con respecto al COVID-19, si tienen la capacidad, de dar líneas que realmente orienten a la población y no que infundan temor y pánico, que es el abono predilecto para la formación de estigmas, que mucho daño le hacen no solo a las personas estigmatizadas sino que también a las que se encargan consciente o inconscientemente de estigmatizar a oras personas.
Las universidades con todos sus intelectuales, deben contribuir, como diría Ignacio Ellacuría e Ignacio Martin Baró, a desideologizar la realidad, es decir, a que la población aprenda a destapar la realidad, que por ahora le continua velada.

23/04/2020.

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