Las empresas existen para una finalidad específica: Ganar Dinero, es decir que si usted amigo lector tiene una buena idea para independizarse y además de eso cuenta un ahorrito guardado o bien, haciendo gala de valor se arriesga y logra obtener un préstamo para iniciar un negocio y sumado a todo lo anterior cuenta con la capacidad de manejar y hacer producir su empresa, toma el riesgo y crea su empresa con la finalidad de que le rinda beneficios económicos que se traducen en dinero.
Esto en esencia no es malo, puesto que usted está arriesgando su capital, es decir su dinero y recursos en una empresa o micro empresa la cual si es manejada adecuadamente comienza a prosperar y al cabo de un tiempo se verá en la necesidad de crecer y ampliar su capacidad de ofrecer productos o servicios, por lo que tendrá que contratar más colaboradores a los cuales pagará un sueldo justo y digno, generando así empleo e ingresos económicos a otras personas, quienes al disponer de dinero podrán mantenerse a sí mismos y a sus familias, creando de esta manera, una cadena de bienestar que mueve a la economía.
La otra premisa es que algunas personas son capaces de generar y mantener empresas, otras son aptas para trabajar en ellas, o sea que no todos podemos ser empresarios, así como no todos pueden ser artistas, abogados, astronautas, atletas o carpinteros.
Hasta aquí todo muy bonito, este es el argumento que esgrimen los defensores del libre mercado, del modelo capitalista de producción y de las economías liberales, con este concepto de bienestar inherente a la generación de riqueza que “únicamente” la empresa privada puede lograr gracias a la preclara existencia del empresario.
Pero en toda esta utópica elegía al liberalismo se esconden varias mentiras que los doctos defensores de este sistema olvidan mencionar.
En nuestro país, muchos empresarios (no todos), ven a sus empresas como una fuente de riqueza exclusiva para ellos que son los dueños, a sus colaboradores no les pagan sueldos dignos y buscan la forma de explotarlos al máximo sin preocuparse por su bienestar, maltratándolos e irrespetando su dignidad como seres humanos, carecen de conciencia ambiental y no les importa destruir el entorno si de esta destrucción pueden sacar ganancias, eluden todo tipo de responsabilidad social buscando la manera de evadir obligaciones legales como impuestos y otro tipo de tributos que los estados necesitan para funcionar.
Como el estado puede ser un ente controlador y regulador de la práctica económica, además de ser una fuente de ingresos exorbitantes si se tienen las conexiones e influencias necesarias para poder convertirlo en cliente de servicios o productos, se apoderaron del estado desde los primeros momentos de la era moderna, imponiendo gobernantes a su antojo y conveniencia, de manera que la acción del estado sobre su actividad fuera mínima y de carácter más administrativo que regulatorio, quedando en la libertad de actuar incluso al margen de la ley o de aprovecharse de los recursos del estado, creando argollas de poder que se movían en torno al aparato estatal como parásitos gordos y bien enquistados.
Entendieron el uso de los medios masivos de comunicación como un elemento para imponer y mantener la hegemonía de clase dominante sobre el pueblo que solo ha sido un espectador del acontecer político y que se ha movido al son que ellos han tocado.
Crearon y mantuvieron un aparato criminalmente represor para evitar que los descontentos que no pudieron ser alienados pudieran despertar al resto e inducirlos a pensar de que ellos tenían derecho a mejores condiciones de vida, de salud, de educación, de salarios y de un largo etcétera de privilegios que les han sido negados de manera sistemática durante siglos. Dicho aparato represivo calló cualquier voz reinvindicativa, tal como lo cantó Piero José en aquel memorable Buenos Aires Rock: “….A machete y a balazos…”.
La represión exacerbada y la total falta de democracia creó las condiciones para que las ideas de liberación fueran aprovechadas por quienes querían un cambio radical en la sociedad por medio de un proceso revolucionario insurreccional que no pudo culminar pero que nos llevó, en el caso salvadoreño al desarrollo de un conflicto armado y fraticida que nos desangró durante 12 años dejando al final una sociedad polarizada, herida y casi sin posibilidades de reconciliación, pero con la esperanza de poder reconstruir una sociedad más justa en un momento coyuntural que se llamó “Los acuerdos de paz”.
Ese era el espíritu original de los acuerdos de paz que aunque se cumplieron en la parte de finalización del conflicto armado, incorporación de la guerrilla a la vida nacional, libertad para la participación política de los sectores excluidos y la desarticulación del aparato represivo, relegando a su papel constitucional al ejército; no cumplieron con el deseo de tener una sociedad más justa, pues la clase hegemónica dominante logró ir soslayando muchos de los puntos que se encaminaban a cambiar un poco la estructura social y económica dentro de los acuerdos de paz.
Al final mantuvieron casi intactas las condiciones que nos llevaron al conflicto armado y pese a los tímidos esfuerzos de la ex-guerrilla convertida hoy en institución política, no se ha avanzado mucho en el cambio de la estructura económica y social, muchos empresarios siguieron cometiendo las mismas prácticas de explotación y abuso del trabajador logrando transformar al estado para convertirlo en un instrumento que les confirió la potestad de mover la estructura legal a su antojo y beneficio.
En este marco nació una nueva clase hegemónica que aprovechándose del control sobre el aparato estatal articularon o más bien desarticularon la estructura de control que poseía el gobierno para favorecer a ciertas empresas o grupos empresariales que girando en torno al estado conformaron lo que se dio en llamar las argollas doradas del poder.
Durante los 20 años de gobierno de Arena se privilegió a ciertos grupos, que aferrados al poder político hicieron del estado su muy particular piñata, por esto se entiende el verdadero malestar y odio que sienten contra quienes les arrebataron el control sobre su fuente de poder y de facilidades económicas.
Pero no es toda la empresa privada, sino el grupo que estaba muy cercano al partido que nos gobernó durante 20 años, por eso ahora una buena parte de la derecha se encuentra dividida, aunque la derecha política camina en una sola dirección, la económica está en una encrucijada pues no confía plenamente en quienes dijeron ser sus firmes defensores ya que se dieron cuenta de que en realidad defendían intereses muy particulares, pero tampoco confía en una ex – guerrilla que quiso tomar el poder por la vía armada para instaurar un modelo socialista al que temen como al mismo infierno.
Algunas empresas han evolucionado y la misma dinámica mundial de la globalización y el rechazo generalizado que ha despertado en muchos pueblos ha generado nuevos conceptos como la responsabilidad social empresarial, los estándares de calidad que llevan a tratar al empleado como un valor de la empresa y no como objeto, es por eso que estamos viendo como algunas empresas están cambiando la forma de conceptualizar al empleado para disminuir el natural antagonismo que despierta el modelo represivo que ha imperado en nuestra nación a lo largo de siglos.
Sin embargo muchas de nuestras empresas nacionales siguen pensando en los viejos esquemas de hegemonía total sobre la vida y destinos de sus colaboradores, mantienen actitudes autoritarias, maltratan y explotan a sus empleados según los viejos patrones y solo ven el la posibilidad: Yo gano, tu pierdes, en las relaciones con los demás.
Estas empresas son las que van a ir quedando rezagadas, serán la carroña de los grandes oligopolios internacionales que las han ido devorando una a una hasta dejar sin capital criollo a nuestro entorno empresarial.
La derecha empresarial está confundida pero no desarmada como grupo hegemónico de poder, y como lo dijo jJmar en su momento, está construyendo estrategia política desde que perdieron las elecciones y se equivocan quienes creen que está destruida, ARENA solo es un instrumento y fácilmente lo pueden reconstruir o crear uno nuevo, el ataque hacia el FMLN que es su único opositor político con fuerza es a todo nivel y desde el seno del mismo gobierno en donde siguen enquistados enemigos políticos, boicoteando y atacando desde adentro, muchas veces con el conocimiento de los gestores de este mismo gobierno pero que no se atreven a erradicarlos por los supuestos compromisos políticos con quienes los apadrinan.
Como ya lo expresé antes, las empresas no son el malo de la película pero si existen enemigos reales en algunas empresas, que son los que perdieron el poder y que ahora luchan con todo lo que tienen para recurperarlo, desde la izquierda no se ve el esfuerzo por reunificarse, pero desde la derecha si y esto posiblemente marque cierta diferencia el 2012, habra que esperar a ver como la izquierda construye también su estrategia política.
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