Las obras de Fidel y el Che son referentes ineludibles
Frente a la campaña mediática enemiga que, sin ahorrar deshonestidad presenta a Cuba como un nuevo fracaso de las utopías humanas, la lectura de los trabajos de Fidel y el CHE aparece como una tarea imprescindible para quien desee comprender la actual realidad de esa revolución socialista, parida en la Sierra Maestra y bebiendo de las derrotas de la vieja insurrección nacionalista de José Martí, de la revolución mexicana de 1910, del bogotazo del 48 y de la Guatemala de 1954, hitos todos que marcan sendas y continúan nutriendo la pedagogía rebelde.
Los dirigentes cubanos aprendieron de esas experiencias y, de inmediato al derrocamiento del tirano Fulgencio Batista, aplicaron medidas de justicia social jamás conocidas en el continente, con marcada diferencia con los procesos nacionalistas africanos de las décadas 60 y 70, que fueron incapaces de superar el marco triunfal de la insurrección popular armada para convertirse en revolución, lo cual ha dado paso a la restauración de un poder colonial maquillado.
La decidida línea que impuso Fidel desde el inicio, provocó una ira inmediata en el stablishment uesei que decretó un acoso sin piedad, el mismo que continúa hasta hoy, pero que tuvo un efecto paradojal, en doble sentido.
Forzó la radicalización de los cambios internos en Cuba, en particular el de la mentalidad de la población, convirtiendo sus viejos sentimientos patriotas y antimperialistas, en conciencia revolucionaria, fraterna entre sí e internacionalista sin par, factores que en este medio siglo, le acreditan una excepcional solidaridad de la mayor parte del mundo.
Fidel habla de la necesidad de que se manifieste con más fuerza la masa crítica, pero ¿qué pasa en ese punto?.
El antimperialismo para nosotros es un ejercicio de plena soberanía y el socialismo lo practicamos como un patrimonio nacional y universal, avalado por una mentalidad revolucionaria que es parte del acervo nuestro y de una conciencia nacional generalizada, que hace posible la invencibilidad de nuestra sociedad, plenamente confiada en la revolución y en sus dirigentes, empezando por Fidel, quien es el principal impulsor de la autocrítica, para corregir errores.
Quizás esa confianza los adormeció un poco y después de años de timidez, las dificultades internas han forzado esta renovación que genera dudas y suspicacias en el mundo y otorga pretextos a los enemigos para tergiversar esa realidad.
Pero, por qué ha sido necesaria esta reforma?. En qué consiste?. Es programática?. Es metodológica?. Y, aparte de la ineludible razón biológica, ¿es también generacional?.
Gómez González afirma que se fueron acumulando vicios, la excesiva protección del Estado hizo que se desvalorizara el trabajo, las planillas de asalariados fueron inflándose artificialmente, y ello comenzó a generar un enorme derroche económico y financiero.
Entre otras consecuencias negativas, esa desviación estaba impidiendo reconocer las mejores conductas laborales y el consiguiente estímulo salarial merecido por cada obrero o funcionario, dando lugar al desgano y a la pérdida de la mística inicial.
Socialismo sobre cimiento capitalista
En Cuba, la población económicamente activa (PEA), es de 5.23 millones, 3.115 millones hombres y 1.912 mujeres, con muy bajo porcentaje en las tareas agropecuarias, donde también hay dificultades para consolidar una generación de relevo en las labores rurales, debido a que también en la isla la juventud tiene clara preferencia por la vida urbana, tendencia que la revolución no pudo rectificar, provocando un fuerte déficit en la producción alimenticia.
Con la carga de las contradicciones inherentes a todo proceso revolucionario y su gran tributo, de más de tres décadas de una alianza ideológica conciliatoria con la URSS, Cuba ingresa ahora a un campo de innovación estatal que tiene riesgos enormes, por su contenido de flexibilización laboral, cercana a las tesis capitalistas, sin que aún no esté muy clara la explicación que da la dirección revolucionaria.
Lo primero que debo aclarar, enfatiza el diplomático, es que la reforma en curso no implica para nada cambios en la estructura de la propiedad pública y privada, ni tampoco modifica en algo el régimen que regula las inversiones extranjeras, las cuales tienen muy buena salud en nuestro país, presentes en numerosas áreas de actividad.
Frente al serio problema del medio millón de personas que quedarán sin empleo remunerado por el Estado, una de las alternativas propuestas es el trabajo por cuenta propia, tanto en las tareas de ciudad como del campo.
Los llamados cuentapropistas han comenzado por integrarse a una planificación seriamente estudiada, aún en proceso, en medio de un debate nacional, con amplia y activa participación de la sociedad.
Cada postulante a ingresar a ese sistema recibe la instrucción formal y técnica necesaria, la habilitación de microempresario, cuotas de financiación y hasta vías de comercialización, todo a los efectos de anticiparnos al caos que el ensayo podría provocar entre una población habituada a que el Estado le resolviera todos sus problemas económicos.
Bien, pero la nueva legislación laboral habilita al cuentapropista a emplear operarios, fijar su salario, tener empleadas domésticas y otros derechos propios del capitalismo, lo cual puede derivar en la aparición de una clase algo elitista. ¿Qué estipulan las leyes?.
La revolución, ante todo, considera sagrada la justicia social y la equidad y, entre sus principios, el respeto al trabajador y a todo ser humano, es un derecho natural inalienable y quien lo infrinja tiene que sufrir las consecuencias.