Como si el país no tuviera graves problemas, como si estuviera resuelto el problema de la delincuencia, del empleo, del crecimiento económico. Entonces tal vez sí tendría sentido algún el espectáculo político, valdría la pena la labor circense, pues no hay graves situaciones que ameriten nuestra atención. De lo contrario, el panorama de vuelve más que trágico.
Eso pasó la semana pasada durante la última sesión plenaria de la Asamblea Legislativa. Más de ocho horas estuvieron nuestros diputados discutiendo sobre las declaraciones de una diputada, que durante la campaña electoral recién pasada, se le fue la lengua. En el fondo, un pleito de orgullos heridos, en un país donde el insulto y la calumnia es el pan de cada día.
La señora diputada fue completamente imprudente en las declaraciones que vertió durante la campaña electoral. La angustia por ver si ganaban las elecciones para “Recuperar El Salvador” era tan grande que nada importaba, todo se valía. Ella se aprovechó de su fuero parlamentario para calumniar y difamar pensando que no habría mayores consecuencias. Por otra parte, está el orgullo herido de un Presidente cuyo ego ha estado siempre inflado, que estaba metido hasta la coronilla en la campaña electoral y por lo tanto se volvía objetivo de ataque. Como decía mi abuelita: el cipote que es llorón y la china que lo pellizca.
A casi tres meses de terminadas las elecciones, la inmadurez, la intolerancia y la falta de entendimientos elementales, provocan el espectáculo mediático que todos presenciamos. Las consecuencias son claras, la señora desaforada se fortalece pues aparece como victimizada, el partido en el gobierno satisface a su ex Presidente y sus bases que clamaban venganza. A menos de ocho meses de la próxima elección esto es un calentamiento pre electorero. Además nos da una idea del tipo de campaña que se nos vendrá encima después de las vacaciones de agosto.
Las cúpulas empresariales y ARENA ahora tienen un pretexto ideal para sabotear el dialogo que apenas comenzaban con el gobierno. Los sectores duros de la izquierda que cuestionan este tipo de entendimientos, también deben sentirse satisfechos.
Mientras tanto la cifra de asesinados, crece diariamente, la delincuencia llega a lugares donde antes no operaba, más gente que pierde su empleo, más menores salen a buscar mejor futuro en el norte.
Alguien me preguntaba en un programa de televisión ¿Hasta cuándo terminarán estos espectáculos circenses? El problema es que los partidos consideran estar ganando votos y adeptos con esta forma de actuar. Consideran que a la gente le gustan estos espectáculos. Los dirigentes políticos reciben múltiples muestras de adhesión por las posiciones que asumen. Muchos les piden que estas cortinas de humo se mantengan, para no ver la espantosa realidad que vivimos. Mientras esto dé réditos políticos: “El espectáculo debe continuar”.
Recordé el caso reciente de un alcalde del Estado de Nayarit en México que reconoció públicamente que había robado, pero poquito. La gente lo volvió a reelegir. Esa es la triste realidad de nuestras incipientes democracias.
Ayutuxtepeque, martes, 08 de julio de 2014.
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