Sin haber militado jamás en ningún partido o cualquier otro tipo de entidad vinculada a la política partidaria, me ha tocado estar en medio de reuniones rutinarias y en algunos casos coyunturales, en el devenir de uno que otro grupo u organización de este tipo, tanto de derecha como de izquierda, la mayoría de veces como observador involuntario y a pesar de mi estatus de “metido”, incluso en raras ocasiones, por razones de amistad, se me ha invitado a asistir, siendo mi presencia “tolerada” y sin que afecte en nada el curso de los acontecimientos.
Estando en esta calidad de espectador, en alguna de esas veces, me ha tocado “vivir” tensos momentos, en los que por alguna razón se hacen cuestionamientos a miembros de la organización y he sido testigo de como estos, al defenderse, inician una serie de invocaciones a personajes históricos o sentimentalmente relevantes dentro del movimiento, como si su simple mención activara un escudo protector contra todo mal.
De esta manera, he presenciado como se trae a colación , a veces sin que sea pertinente, al Che Guevara, citándolo o poniéndolo como ejemplo de incansable luchador revolucionario al cual se pretende humildemente emular, mientras se suelta la andanada de excusas respectivas.
Así mismo he visto y escuchado invocaciones a “nuestro Mayor Roberto D’abuisón”, firme defensor de la libertad y de los principios nacionalistas, seguido de los pretextos y subterfugios más inverosímiles, para evitar señalamientos o sanciones.
Esto no solo aplica para las organizaciones políticas, sino que para las de otro tipo: religiosas, juveniles, económicas, empersariales, etc.
El uso de la invocación a la figura histórica y sus virtudes sirve en todos estos casos como preámbulo muchas veces al intento de justificar lo injustificable, poniendo como escudo la inmaculada imágen de la sagrada figura en cuestión para eximirnos de toda culpa.
Supongo que debe ser un mecanismo dilatorio o distractor del verdadero meollo del asunto, cuando algo ha fallado, pero noto que es utilizado con cierta frecuencia en casi cualquier ámbito que tenga que ver con personas, grupos u organizaciones que requieran el cumplimento de actividades o la toma de decisiones delicadas y que a su vez cuenten con personajes que bordean el límite de lo mítico dentro del grupo.
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