Desde hace unas semanas ARENA ha empezado en los medios de comunicación una muy nutrida campaña sucia. Podríamos definir campaña sucia como aquella que es poco propositiva y se centra en acusaciones contra personas, o instituciones buscando el desprestigio para ganar puntos a su favor. Esta situación no es nada novedosa, la campaña sucia ha estado presente en prácticamente todas las campañas electorales salvadoreñas. Pero lo que llama la atención, es que ahora ARENA no esconde su nombre en organizaciones fantasmas o presta nombres como lo hizo en el pasado.
En nuestro país la corrupción política es un fenómeno generalizado, no es solo cuestión de los partidos de derecha o de izquierda, son honrosas las excepciones que podemos contar y nos sobran dedos de la mano. Pero los mayores actos de corrupción son poco tratados por los grandes medios de comunicación. La filosofía editorial de estos es: Los grandes empresarios hacen “negocios” los políticos hacen “corrupción”. Casi nunca se publicita la corrupción que esconden muchos grandes negocios. Así fue como se ocultó la enorme corrupción que llevaba intrínseca las privatizaciones de bienes o activos estatales que comenzó a principios de la década de los años noventa.
Iniciar un plan de campaña electoral sucia cuando se tiene techo de vidrio es correr un riesgo muy alto. Pensar que los adversarios se van a quedar callados puede ser un mal cálculo. El mejor ejemplo ha sido el contra ataque de uno de los involucrados en la campaña sucia de ARENA que hizo fuertes señalamientos al jefe de la campaña arenera durante una entrevista televisiva. Esto apenas podría ser el principio.
En los últimos años la Asamblea Legislativa ha aprobado importantes instrumentos legales contra la corrupción, entre ellos la Ley de Transparencia Gubernamental y la Ley de Ética Gubernamental, que a pesar de sus vacíos e insuficiencias constituyen herramientas de combate a la corrupción que antes no existían. Lamentablemente las campañas sucias no pretenden fortalecer estos instrumentos, estas son simplemente recursos de presión Psicológica para obtener réditos electorales.
Es importante que sepamos que las campañas sucias siempre ocultan algo. Ese algo es lo que mueve a los estrategas electorales de los partidos a diseñarlas. En algunos casos la campaña sucia oculta la falta de propuestas serias de gobierno. En este caso que nos ocupa, es evidente que el ex partido de gobierno a pesar de haber presentado su candidato hace más de un año, todavía no tiene un plan consistente y serio que proponer al país. Esta situación es similar en el resto de partidos que han mostrado interés en la competencia presidencial. Hasta hoy el único candidato que ha expresado con alguna certeza que presentará su programa a mediados de agosto es Antonio Saca, pero todavía está por verse si cumple este compromiso público.
En otros casos las campañas sucias pretenden ocultar el temor. Cuando un partido o candidato se siente en desventaja, recurre a estas en un intento, a veces desesperado, para disminuir su desventaja. La lógica es que si no puede mejorar su situación, busca empeorar la de los adversarios para buscar ventaja sobre la base de la caída del otro. Si el partido ARENA esta tan bien posesionado en las encuestas, como pretenden hacernos creer los grandes medio de comunicación, ¿Para qué necesitan desprestigiar al adversario en la forma en que lo hacen? ¿O será que ARENA tiene graves dificultades que están ocultando y por ello tienen que recurrir a la suciedad?
Como podemos observar, en este caso, las razones que movieron a los estrategas electorales areneros podrían ser una combinación de los dos factores señalados anteriormente.
Las encuestas reflejan que la gran mayoría de la población ha perdido la esperanza en los políticos y en los partidos, muchos ciudadanos están hartos de tanta publicidad vacía, hartos de la danza de millones que esta representa y harta de la ausencia de contenidos. Por ello los que implementan este tipo de campañas corren también otro riego, que esta se les revierta como un boomerang.
Esto último dependerá de la inteligencia del pueblo salvadoreño, que ojalá piense lo que hay detrás de todo esto. Una reacción masiva de la población rechazando estas actitudes es el mejor antídoto para evitar que sigan en el futuro, pues los que las diseñan están convencidos que les beneficia.
Ayutuxtepeque, jueves, 01 de agosto de 2013.
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