El país vive una coyuntura especial. Es la tercera vez que habrá una segunda elección presidencial en el marco de la actual Constitución de la República. Antes de esta, en el año de 1972, la Unión Nacional Opositora (UNO), que llevaba como candidatos a José Napoleón Duarte a la Presidencia y Guillermo Manuel Ungo a la Vicepresidencia impidieron, a pesar del gigantesco fraude electoral en su contra, que el Partido de Conciliación Nacional (PCN) obtuviera el 50% más 1 de los votos. En esos días la Constitución no contemplaba la segunda vuelta electoral y en ese caso era la Asamblea Legislativa quien decidía. El PCN controlaba este poder del Estado y todos sabemos lo que pasó, el candidato del PCN, el Coronel Arturo Armando Molina fue nombrado Presidente de la República
Con el actual orden constitucional ha habido segunda elección presidencial en momentos claves de la historia reciente. En las elecciones presidenciales de 1984, que fueron las primeras que se realizaron bajo este orden constitucional y en medio del conflicto militar que vivíamos. En ese momento estaba en juego la legitimidad del diseño constitucional recién promulgado, las elecciones pretendían ser el elemento que se anteponía a la lucha armada de la insurgencia y de ellas dependía el apoyo de los EUA para la lucha de contrainsurgencia.
El segundo momento fue en 1994, que eran las primeras elecciones después de los Acuerdos de Paz, participaba por primera vez el FMLN y la Constitución de 1983 había sido reformada. Además en este momento se elegían en forma simultánea, diputados y alcaldes. Era la prueba de fuego del sistema recién pactado, en cuanto a si resistiría la presencia del FMLN como partido político y era la prueba de fuego del FMLN de romper con su pasado guerrillero.
En ambos casos, la segunda vuelta fue crucial para el futuro inmediato del país. En el primer caso, se constituyó un gobierno de democracia muy formal y limitada, pero novedoso en el país en medio de un conflicto armado interno, que en su momento sentó las bases de la negociación para la paz. En el segundo caso, se consolidó la paz firmada dos años antes y culminó con la definitiva incorporación del FMLN a la vida legal.
También en ambos casos, la fuerza política que ganó en la primera vuelta, repitió su victoria en la segunda. Desde una perspectiva eminentemente numérica se podría decir que la segunda vuelta es innecesaria pues gana el mismo. Pero el sentido de la Constitución no es solo numérico. Una segunda vuelta representa una segunda oportunidad para los dos primeros lugares, los obliga a buscar nuevas alianzas, los obliga a revisar y rediseñar sus propuestas iniciales, los obliga a un nuevo esfuerzo de acercamiento al electorado. En síntesis una segunda vuelta legitima al ganador, pues le concede la mitad más uno de los votantes. En otros países como México, gana el que obtiene más votos aunque no obtenga el 50% más uno de los votos válidos. La situación es legal en ambos casos, pero la diferencia está en la legitimidad, que es un elemento clave para la gobernabilidad de una nación.
Ahora que la coyuntura se repite y después de revisar las últimas encuestas, vemos al FMLN con una distancia de por lo menos diez puntos aventajando al partido ARENA. Una brecha casi imposible de remontar en tan poco tiempo. Cualquiera pensaría que en estas circunstancias una segunda vuelta se vuelve innecesaria. Pero nuevamente debemos de tomar en cuenta el elemento de legitimidad. No es lo mismo ganar con el 48% o 49% de los votos en primera vuelta que estar arriba del 55% de los mismos en la segunda. Por otra parte el partido FMLN, en este segundo momento, ha sabido afinar mejor su propuesta de gobierno, mientras el partido ARENA la ha transformado proponiendo ahora en varios temas, lo contrario de su oferta en la primera vuelta.
Pero al igual que en las dos ocasiones anteriores, lo importante es el momento concreto que vive el país. Hace cinco años se produjo una verdadera transición presidencial, después de veinte años del mismo partido en el gobierno, cambiarlo era lo fundamental. El país enfrentaba un modelo agotado en medio de una crisis económica mundial, el cual no era posible seguir oxigenando. Ahora pareciera que el punto fundamental no es la transición política, si no la posibilidad de continuar un proceso de transformaciones que se inició con este gobierno o la posibilidad de retornar al modelo fracasado de principios del presente siglo.
Ni siquiera podemos hablar en términos concretos de una confrontación de modelos, pues por una parte tenemos las secuelas de un modelo agotado que se implementó a partir de los años noventa, y por otro, tenemos un conjunto de medidas de carácter social y de mayor inclusión pero sin definirse todavía con exactitud como un modelo alternativo.
En este contexto, es muy importante el viraje programático de ARENA en la segunda vuelta, que pareciera se transforma, de una derecha conservadora y muy atrasada, en una derecha social. Su importancia no estriba en la capacidad que tendrán de convencer al electorado, pues muy pocos creerán que ese giro es real. No tienen el tiempo para convencer que su cambio de discurso es verdadero. La importancia estriba en los compromisos que están asumiendo, que de ser verdaderos, deberían ser las bases de acuerdos con el gobierno del FMLN que casi con seguridad saldrá electo el 09 de marzo.
Ayutuxtepeque, domingo 23 de febrero de 2014.
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