El relevo generacional
Por: Francisco Quintanilla
En el artículo titulado ¿Es posible en este contexto histórico de corrupción estructural, una universidad estatal distinta? (Quintanilla, F, octubre, 2015), se sostiene que para que un mundo distinto y una universidad distinta dentro de este mundo sea posible, es necesario, la existencia de hombres y mujeres distintos, con capacidad de construir un mundo distinto al actual, plagado de una injusticia social y corrupción estructural, manifestadas a su enésima potencia. Pero que la formación o construcción de hombres y mujeres distintos es algo que ocurre simultáneamente con la construcción de un mundo distinto, es decir, que hombres y mujeres construyendo un mundo distinto, se construyen distintamente así mismos.
La construcción de un mundo distinto por hombres y mujeres distintos, en las actuales condiciones no es algo que se perciba que esté a la vuelta de la esquina, como se percibió o como se creyó por las generaciones que vivieron y se educaron en las décadas de los 70 y de los 80 del siglo veinte; en la actualidad es una aspiración que ni siquiera es una aspiración de la inmensa mayoría de las generaciones de “jóvenes” actuales; esa aspiración de las generaciones de los 70 y de los 80, se desvaneció como arte de magia en ellas, y en las generaciones actuales sucumbió en la oscuridad, ante esto se diría con palabras de Marx y de Engels, que las condiciones objetivas no están dadas o más bien, no han sido construidas para que las condiciones subjetivas aspiren de nuevo revolucionariamente a construir un mundo distinto, un mundo que se siente sobre la base de la justicia social, la equidad y la honestidad estructural e individual.
Las aspiraciones de la inmensa mayoría de jóvenes, hombres y mujeres en la actual realidad mundial y nacional no pasan de ser existencialistas, no pasan de tratar de vivir la vida por la vida misma, donde cada día se viva como si fuera el último día de su vida; se tiene como máxima aspiración, por tanto, al mejor estilo freudiano, comer, beber, dormir, hacer pipí, popó, tener sexo, y por supuesto tener teléfono celular para beber y ser embebido por la realidad virtual desdoblándose de la realidad real.
Esta reflexión tiene como propósito principal exponer que urge históricamente un relevo generacional, relevo generacional para aspirar de nuevo a la construcción de un mundo diametralmente distinto al actual. Por supuesto, este relevo supone no sólo la asunción de responsabilidades irresponsablemente delegadas por las generaciones anteriores a las nuevas generaciones, sino que los jóvenes que asuman tan magna responsabilidad histórica, tienen que ser jóvenes en estado de juventud, no jóvenes en estado acelerado de vejez mental, carentes de aspiraciones y de convicciones revolucionarias, por lo que el relevo generacional, no supone la simple sustitución de las generaciones anteriores envejecidas biológicamente por generaciones de jóvenes, sino de un relevo de generaciones de jóvenes en ideas, en aspiraciones, en convicciones revolucionarias, ya que hay muchísimos jóvenes biológicamente pero viejos en aspiraciones revolucionarias. Muchos jóvenes de la generación actual no sólo son tan corruptos como muchos viejos de las generaciones anteriores, sino que también han adoptado la corrupción como un estilo de vida.
Este relevo revolucionario generacional, no es algo, que va ocurrir de la noche a la mañana, ni por generación espontánea, es probable que dure muchas décadas, o siglos (ojala que no) como ocurrió con el período oscurantista de la época medieval, que fue un periodo de la historia de la humanidad que duró casi diez siglos, sin embargo, el cambio ocurrió, no por arte de magia, sino porque en la oscuridad de la humanidad, siempre hubieron hombres y mujeres que creyeron férreamente que un cambio radical no sólo era posible sino que necesario, lo impulsaron, aún a costa de sus propias vidas.
Ese relevo generacional es urgente y necesario históricamente, ya que las generaciones actuales viven en un mundo parecido a la época oscurantista, no sólo donde pensar creativamente y revolucionariamente era prohibido, sino que el no pensar, en forma acelerada se ha convertido en una forma o estilo de vida, estilo que favorece a las grandes corporaciones capitalistas neoliberales para seguir ejercido su dominio sobre el mundo, sobre la inmensa mayoría cada vez más empobrecida.
Las generaciones actuales en su mayoría como se sostiene en el documento “Los jóvenes, la globalización y el proceso de cosificación” (Quintanilla, F., octubre, 2014) han sido reducidos por esos poderes corporacionales neoliberales, a una mercancía. Mercancías generacionales que solamente esperan su turno de ser tragadas y digeridas por la gran maquinaria capitalista neoliberal y desechadas en el gran crematorio del olvido anti histórico y antihumano.
En la época que actualmente vive la humanidad entera, que es una época de oscurantismo, donde a la humanidad, a la inmensa mayoría de la humanidad, y en particular a los millones de jóvenes no sólo les han prohibido pensar en forma crítica y creativa, sino que les han llevado a que ellas mismas desprecien una de las cualidades que por naturaleza social e histórica le es propia al ser humano individual y genérico, como es el pensar, llevando los poderes estructurales capitalistas neoliberales a la humanidad en su conjunto a rechazar una de las sentencias fundamentales de uno de los filósofos más importantes de la época del gran imperio Romano, como fue Lucio Anneo Séneca (año 4 a.C.- 65 d.C.), citado por González Antonio (1987:9) en el prólogo a Los manuscritos de 1844 y tesis sobre Feuerbach, quien escribió “nihil humanum a me alienum puto”(*), esta frase significa: nada de lo humano me es ajeno; para las generaciones actuales sobre todo las generaciones “jóvenes” actuales todo lo humano les es ajeno, no les interesa los problemas estructurales que la humanidad padece no por cuestiones naturales, sino por imposiciones estructurales de esos poderes deshumanos que se han apoderado del mundo y de la humanidad.
Fidel Castro Ruz citado en Quintana Suarez R. (n.d.) en el artículo denominado “Vigencia de la ética humanista martiana en el pensamiento de Fidel Castro”, se pregunta en este contexto mundial y cubano actual “¿qué juventud queremos? ¿Queremos una juventud que simplemente se comprometa a oír y repetir? ¡No! Queremos una juventud que piense”. En este sentido, ante un mundo humano que irresponsablemente los adultos viejos les heredamos a los jóvenes, urge de una generación que exalte a lo más elevado de las utopías revolucionarias, el pensar, un pensar crítico, cuestionador de la injusticia social y corrupción estructural-corporacional y que a la vez sea capaz de construir nuevas sendas donde lo humano sea no sólo necesario sino que posible.
Continuará…
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