Los jóvenes, la globalización y el proceso de cosificación. Parte I

Por Francisco Quintanila.

Cuando el ser humano se enfrenta a la realidad natural y social, pone en juego tres tipos de procesos psíquicos, no sólo para conocer o intentar conocer esa realidad que le circunda, sino también para sentirla y actuar sobre ella. Estos tres tipos de procesos psíquicos son los procesos cognoscitivos, los estados afectivos y los procesos volitivos.

Con los procesos cognoscitivos que van desde la sensación hasta todos los procesos del pensamiento, el ser humano intenta conocer tanto el mundo que le rodea como así mismo. Estos procesos el hombre los desarrolla en mayor o menor medida en su interacción dinámica con el mundo que le rodea, mediada y condicionada esta interacción por los procesos educativos.

El conocimiento que el ser humano procura tener y obtener del mundo que le rodea como de sí mismo va en la línea de la apariencia a la esencia, donde la apariencia no es algo falso, como es el significado que se le da en el decir común, sino que ella es parte de la verdad, la más superficial, pero al fin y al cabo parte de la verdad. Esta parte de la verdad es capturada con los órganos de los sentidos en su contacto directo con la realidad que le circunda al hombre pero también en el contacto directo consigo mismo.

Ahora para el descubrimiento de que son real y verdaderamente las cosas que le rodean como lo que es él mismo, el hombre debe hacer uso de los procesos superiores del psiquismo, como son todos los procesos complejos del pensamiento, pero además actuando sobre la realidad y sobre sí mismo para descubrir la esencia y su esencia.

Tanto el ser humano común como el científico siguen este camino logrando menores o mayores dosis de profundidad en y de la esencia de las cosas y de sí mismo.

Apariencia y esencia son componentes de un mismo todo, de un mismo proceso comprendido y asimilado desde una perspectiva histórico – social.

La apariencia es sólo la punta del iceberg, que si nos quedamos sólo con ella, entonces si seríamos victimas de lo que sostiene Platón combinado con lo que dice Aristóteles sobre los sentidos, que si bien es cierto el conocimiento comienza en los sentidos(Aristóteles),con frecuencia los sentidos nos engañan (Platón). Entonces, para que no nos engañen o nos engañen cada vez menos, hay que actuar sobre la realidad a partir de la apariencia, de lo que se capta con los órganos de los sentidos, para capturar la esencia de las cosas y de sí mismo.

Para Aristóteles citado por Xirau (1990) sostiene que “los hombres tienden por naturaleza al conocer” (p. 67). Pero el ser humano no sólo intenta o conoce la realidad que le circunda como a sí mismo, sino que ante cada cosa, fenómeno, proceso o persona que “conoce” también desarrolla ciertos sentimientos positivos o negativos, de aceptación o de rechazo, por lo que también esos sentimientos positivos o negativos los desarrolla hacia sí mismo como objeto de autoconocimiento.

Cuando el ser humano no sólo tiene conocimiento sobre cada cosa con la cual interactúa, sino que además desarrolla ciertos sentimientos sobre esos objetos, procesos, fenómenos o personas, se dispone a actuar voluntaria o involuntariamente, consciente o inconscientemente ya sea para apropiárselos y darles una utilización social o individual o para destruirlos, no en el sentido físico (ya que la materia no se crea ni se destruye, simplemente se transforma) sino en el sentido social.

Entonces resulta que con la participación dinámica, consciente o inconsciente de los tres procesos psíquicos: los cognoscitivos, los afectivos y los volitivos, el ser humano actúa en un mundo que en su carácter de ser dinámico temporal y espacialmente, se ha vuelto por diferentes razones, por la actuación de diferentes fuerzas tanto naturales como sociales, históricas y tecnológicas, muchísimo más complejo, para entenderlo como para asimilarlo o doblegarlo y ponerlo al servicio de la humanidad.

Ese mundo progresivamente más complejo se actualiza y se expresa en los procesos de globalización del modelo capitalista neoliberal, que según Fidel Castro Ruz (1999) “no es un capricho de nadie, no es, siquiera un invento de alguien. La globalización es una ley histórica, es una consecuencia del desarrollo de las fuerzas productivas, un producto de la ciencia y de la técnica” (p. 10). Sin embargo, con la ayuda de la ciencia y de la técnica que está en poder de las grandes potencias, las grandes transnacionales y de organismos antihumanos como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y de la Organización de las Naciones Unidas que todavía se resiste a humanizarse, el mundo con todo lo que hay en él, lo han puesto al servicio de sus intereses y en contra de la dignificación de la vida humana en su totalidad y de las mayorías desposeídas en particular. En otras palabras la ciencia y la técnica estando en manos de los organismos y potencias que han diosificado la riqueza y el poder, les ha permitido globalizar lo negativo, la muerte, la esclavitud, la injusticia social, las guerras militares y psicológicas, la enfermedad, el egoísmo; han globalizado todo lo que está poniendo en riesgo la vida existente en este planeta y en este mundo.

Para Ginebra Joan (1998), “la globalización es en realidad la globalización del poder” (p. 33). Que es un poder que ha sido ascendido al estandarte de un dios, que al estilo de los dioses de la antigua Grecia puede disponer de la vida humana a su antojo y a su anti semejanza.

Bauman Zygmunt (2004) sostiene que mediante la globalización de lo negativo, ese mundo que le rodea al ser humano o en el cual está inserto ha pasado de ser un mundo sólido a un mundo líquido. En el mundo sólido las cosas y/o mercancías, las grandes empresas las construían para que tuvieran larga duración, y la sociedad o la comunidad humana era un mundo más seguro, más estable, donde las personas se sentían más seguras de sí mismo y de su futuro, pero con los procesos globalizadores del modelo neoliberal, ese mundo solido se convirtió en forma acelerada en un mundo líquido, donde ya las cosas, las mercancías, ya no se construyen, no deben construirse para que tengan larga duración, ya que esto significaría la quiebra del capitalismo neoliberal, la quiebra de las grandes transnacionales, cuyo denominador común no sólo es la máxima ganancia, sino hacer de todo lo natural algo antinatural, de todo lo humano algo deshumano, de hacer de la vida humana una mercancía.

En ese mundo líquido, donde nada debe tener larga duración, la vida se vuelve y se ha vuelto caótica, incierta, insegura para la humanidad, para lo cual las grandes transnacionales y multinacionales le crean una serie de Circes, de encantos, de ilusiones fantasmagóricas que le hagan creer a la humanidad que puede obtener seguridad.

Esta seguridad que es una falsa seguridad, se reduce a hacerles creer a la humanidad total y principalmente a los jóvenes que la seguridad reside en que la vida no debe pensarse, cuestionarse, simplemente debe vivirse como si fuera el último día de su vida.

En este vivirse la vida, los jóvenes principalmente, sin que se den cuenta, la circe neoliberal globalizada, les roba, les succiona, y les continúa succionando y pudriendo progresivamente la conciencia, reduciéndolos a simples vegetales o animales vegetativos, con el agravante de que no producen oxigeno social sólo dióxido de carbono, que contamina progresivamente la vida social, económica y política.

Este tipo de vida, es una de las tantas condiciones que le permite a la globalización del neoliberalismo, convertir la vida humana individual y grupal, en una mercancía, sin que tenga resistencia crítica, propositiva, por no decir revolucionaria.

La seguridad del modelo neoliberal globalizado requiere de la inseguridad de la humanidad, la prolongación de su existencia (del neoliberalismo globalizado) exige del carácter desechable de las mercancías y de cada vida humana reducida a cosa.

Cuando el ser humano individual o grupal en forma inconsciente se deja absorber por los encantos del sistema neoliberal globalizado, perdiendo progresivamente su conciencia, no surge en él o en ellos, la necesidad imperiosa de conocer el mundo y cuestionarlo, como tampoco surge la preocupación de conocerse a sí mismo, al tal grado que no tiene conciencia de su existencia, y si no sabe que existen como persona, con mayor razón no surge esa necesidad de conocerse a sí mismo, y por lo tanto tampoco siente nada por sí mismo.

Continuará…

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