Por: Francisco Quintanilla
En ciencias políticas, el Historiador John Edward Emerich Dalberg Acton afirmó en el siglo XIX lapidariamente que “el poder tiende a corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente” [i], partiendo de esta afirmación, se podría decir, que si todo ser humano posee aunque sea una pizca de poder, entonces todo humano y todo lo humano huele a algo de corrupción, y los que tiene grandes dosis de poder, no sólo están corrompidos a la enésima potencia, sino que apestan, hieden absolutamente. Sin embargo, una de las preguntas fundamentales, que se hacen en este documento, y sobre la cual se reflexiona es ¿Que si hay o habrá algún tipo de poder que no corrompa, que no enferme?
Para tratar de responder la anterior pregunta, se distinguen dos tipos de poder: Primero está aquel poder que se conquista y se construye desde arriba y desde afuera y segundo está aquel poder que se construye desde abajo y desde adentro.
El primer tipo de poder, es un poder que el que lo posee, lo ha logrado mediante la utilización de las mayorías populares como catapulta, como trampolín para lograr el objetivo deseado, pero una vez ocupado un determinado puesto desde el cual ejercerá el poder, se olvidan de escuchar los clamores de las personas que lo llevaron a donde está, parten únicamente de los dictados de sus ambiciones e intereses más mezquinos. Este es un poder que ha enfermado al que por su situación o ubicación se olvidó de quienes lo llevaron para ejercerlo. Este tipo de poder puede también llevar al que lo ejerce, a no tener control sobre el poder mismo, a tal grado que el poder mismo es el que termina controlando al sujeto que lo ejerce, es decir, el poder termina empoderándose del poderoso.
Cuando se ha llegado a ese límite de que el poder es el que controla al que supuestamente es el que ha conquistado el poder, lleva a este último a cometer las más grandes aberraciones en contra de aquellos que lo catapultaron a una situación de privilegio, que más bien debería de ser una situación de compromiso histórico.
El poder que se construye desde arriba y desde afuera, es desde arriba, porque la arrogancia política y de ubicación jerárquica, lleva al “poderoso” a tratar de construirlo con una mirada de superioridad cosificada u objetal hacia los que están abajo; y es desde afuera, porque si bien es cierto, los de abajo lo llevaron al puesto y poder que ostenta, éste lo construye al margen de las necesidades y clamores de los de abajo y no se deja guiar por ellos.
Este tipo de poder, lleva al poderoso a olvidarse que el mejor líder, es el que se deja liderar por los de abajo, el que se deja guiar por la inmensa mayoría que los llevó al poder, es el que es capaz de sustituir el mirar por la capacidad de ver, el que es capaz de sustituir el oír por la capacidad de escuchar. Este tipo de poder, en otras palabras, lleva al “líder”, a concebir, que todos los que están abajo deben de girar en torno a él, y no él en torno a los que lo llevaron al poder; es un poder enfermizo y enfermante, es corrupto y corruptor, es esclavista y esclavizador.
Por otra parte el poder que se construye desde abajo y desde adentro, es un poder, que sólo existe y es en función de la liberación de los de abajo; el que lo ejerce, lo ejerce no para lograr un enriquecimiento personal, sino para lograr una liberación progresiva y en forma participativa de las mayorías excluidas.
El que ejerce este tipo de poder, ve a los de abajo no desde arriba sino desde el abajo mismo, esto lo lleva a que no pierda su horizonte y su razón de ser y de existir, lo lleva a que no olvide que la mejor forma de ver hacia abajo y entender a los de abajo, es ser siempre parte de ellos, nunca verlos desde arriba, como también no debe de perder de vista que la mejor forma de ver y entender el arriba es verlo desde el abajo.
Este poder es desde adentro, porque el líder ve a los de abajo no como un trampolín, más bien los ve como el principio y fin de su actividad laboral y humana, los ve como la acumulación enorme de experiencia, de la cual inevitablemente e ineludiblemente no sólo debe de tomar en cuenta, sino de la cual debe de partir y para aspirar a alcanzar.
Este poder desde abajo y desde adentro, es un poder que lleva al que lo ejerce a que comprenda que es él quien gira en torno a los clamores, necesidades y conocimientos de los que lo llevaron al poder y no a la inversa. Este es un poder que libera, da salud mental y en la medida que libera, le va dando la capacidad de creación, tanto al sujeto individual como colectivo, este es un poder compartido y participativo, donde las nuevas rutas y caminos se construyen colectivamente.
El poder que se conquista y que se construye desde abajo y desde adentro, es el único poder que no enferma, más bien libera, y crea las condiciones para que todo acto de creación vaya orientado a la liberación de todo lo que oprime y esclaviza.
La historia de la humanidad como realidad, es movida por una serie de fuerzas[ii] colectivas e individuales, las cuales pueden llevar a una mayor liberación de la humanidad o a una mayor esclavitud; estas fuerzas han estado y están vinculadas con los tipos de poderes que se han ejercido o que se ejercen; el primer poder del que se ha hablado en este documento opta por el camino histórico de la esclavitud y esclavización progresiva de las mayorías marginadas; el segundo tipo de poder su opción es y ha sido el de la libertad y de la liberación progresiva de la humanidad en general y de las mayorías empobrecidas en particular.
En síntesis, mientras el poder que se construye desde arriba y desde afuera, es un poder que lleva a la persona que se considera que está arriba, a convertirse en una realidad cerrada, es decir, no dispuesta a dejarse orientar por el horizonte de los de abajo, más bien es una persona dispuesta a imponerle a los de abajo la concepción de su realidad, viéndolos únicamente como los instrumentos que le servirán para la realización de sus aspiraciones e intereses individuales y oscuros; el poder que se construye desde abajo y desde adentro, es un poder que lleva a la persona que lo ejerce, a convertirse en una realidad abierta y en apertura, dispuesta a influir dejándose influir por el horizonte de los de abajo, es una persona que construye camino tomando como guía el camino que las inmensas mayorías construyen en forma colectiva, es un poder, como se dijo, que libera porque su punto de partida es su punto de llegada: las mayorías marginadas y excluidas.
Los diferentes presidentes de la república que han pasado por este país, incluido el actual, han sido gobernantes que han ejercido el primer tipo de poder: el poder que se construye desde arriba y desde afuera, lo cual es evidente, que han llevado a este país al borde de la ruina total; lo mismo ha ocurrido, con los reyes, zares, y con la mayoría de los presidentes de las diferentes naciones del mundo, que lo tiene al filo de su destrucción total, mundo que todavía sigue siendo hermoso.
Para terminar con esta valoración, es imprescindible hacerse las siguientes preguntas: ¿Qué tipo de poder ejercerá y construirá el actual Rector de la Universidad de El Salvador?, ¿Qué tipo de poder ejercerá y construirá el actual Decano de la Facultad Multidisciplinaria de Occidente?, y ¿Qué tipo de poder ejercerán y construirán las demás autoridades de la Universidad de El Salvador?; las respuestas a estas interrogantes las encontraremos en las acciones mismas de las actuales autoridades universitarias, que la historia les ha abierto la posibilidad de romper o de continuar con la lógica del deterioro universitario, que ha mantenido a esta casa de estudios de espalda a la realidad histórica, que exige de ella una participación científica, filosófica y política que este a la altura de los tiempos.
Santa Ana, 16 de noviembre de 2011.
[i] Rodríguez José Carlos, Ilustración Liberal, www.ilustraciónliberal.com
[ii] Ellacuría Ignacio, Filosofía de la Realidad Histórica, pág.565.
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