El Salvador era el paraíso de las empresas farmacéuticas, la medicina salvadoreña se compra significativamente mas cara que en los otros países del área centroamericana e incluso que en países del cono sur, dejando ganancias en algunos casos de mas del 500% a los distribuidores o casas Farmacéuticas, farmacias y laboratorios.
El precio de la medicina ha sido durante muchos años, un ejemplo claro de cómo la voracidad capitalista por las ganancias juega y atenta con algo tan valioso como la salud humana, el costo real de un medicamento luego de amortizados los gastos de investigación y desarrollo la ganancia neta del medicamento debería ser lo suficiente para garantizar que la empresa farmacéutica sea sostenible en el tiempo y que la medicina esté al alcance del pueblo.
Esto así funciona en muchos países con la excepción de aquellos que siguieron la ruta del neoliberalismo extremo, dejando que el Dios Mercado dicte la reglas y precios de la medicina, como en El Salvador.
Al costo del medicamento se le suma la publicidad bajo dos corrientes: la publicidad directa, por medio de anuncios y campañas publicitarias en los grandes medios de masas, estrategia que aplica para los productos llamados de consumo “popular”, es decir aquellos que pueden venderse sin receta médica y en la otra corriente por medio de la visita médica que se usa especialmente para las líneas “Ética” y “Hospitalaria", es decir aquellos medicamentos que deben contar con receta de parte de un doctor autorizado y validado ante el Consejo Superior de Salud Pública.
En el primer caso la publicidad directa es evidente en cada anuncio de analgésicos, antiácidos, vitaminas o anti gripales, que invierten millones de dólares en publicidad directa, y en el segundo caso entran en juego los visitadores médicos, quienes visitan a las clínicas privadas, hospitales, públicos y privados, ofreciendo a los doctores y encargados de compra de las instituciones hospitalarias, cenas, regalos, viajes, seminarios, etc, en una práctica que rozaba con el soborno y que disparaba los precios al cielo.
Muchas de nuestras droguerías y farmacias han estado ganando cantidades obscenas de dinero gracias a que contaban con poderosos contactos en los gobiernos anteriores y les permitieron poner precios a su antojo, llevándonos a tener la medicina mas cara de ´la región centroamericana y mas allá de las fronteras panameñas, por eso eran férreos opositores a la ley de medicamentos, tal como escribimos muchas veces en el blog, la Ley de Medicamentos sería el Armagedón Salvadoreño y ahora empieza la primera batalla real por llevar a la modernidad a la industria farmacéutica nacional, alineándola a las reglas del juego comercial, sin que tenga privilegios ni capacidad de mando sobre el control estatal.
Muchas de estas empresas al dejar de percibir las enormes ganancias que recibían, buscarán la forma de mantener su nivel de rentabilidad y apelarán al recurso de los malos empresarios, es decir al despido masivo de personal operativo, muchos dependientes, impulsadoras, visitadores médicos etc. quedarán cesantes “para reducir los costos”, cuando ese costo de la mano de obra directa hemos demostrado que es una pequeñez comparado con el verdadero costo de estas empresas que se encuentra en los llamados Costos Indirectos que incluyen las comisiones, bonos y sueldos de los altos ejecutivos de las empresas que consumen casi el 80 % de la erogación por sueldos y prestaciones, para unos pocos, contra el 20% para la mayoría de empelados operativos.
Ya saltarán los que echarán la culpa de los despidos a la Ley de Medicamentos, que esto provocará mas desempleo, que los precios realmente subirán de precio y un sin fin de mentiras mas para justificar siempre su voraz apetito por la ganancia, que realmente ha sido domeñada por leyes que regulan el marco competitivo de las empresas en reglas claras y parejas.
Las farmacias tienen 3 meses para regular sus costos, es decir que tienen 3 meses para meterle todas las cuñas posibles a la ley de medicamentos que por primera vez pondrá las reglas claras que deben regular al mercado para retroceder en el abismo neoliberal al que 20 años de ARENA nos había lanzado.
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