De los que tuvimos la oportunidad de ir a la escuela, creo que todos recordamos a más de uno de nuestros maestros. Recordamos al maestro enojado, al que le entendíamos todo, al que no le entendíamos nada, el que jugaba fútbol con nosotros, a la maestra que hablaba bajito y no le oíamos, a los que les pusimos apodos, al que nos pegó un par de coscorrones, a la maestra bonita de la que nos enamoramos, al que platicaba con nosotros, al que fuimos a visitar a su casa cuando enfermó, al que caminaba “patas para el monte”, al que se le murió la mamá y fuimos formados al entierro…en fin.
Todos los 22 de junio recuerdo con cariño a don Emilio Peñate, Director de la Escuela Leopoldo Núñez de Santa Ana. Don Milo, como cariñosamente le decíamos fue casi un tata para todos los cipotes de la primaria (Cuando era de seis años). Estaba pendiente de cada uno de nosotros, nos conocía a todos por el apellido. Cuando faltaba un maestro, él daba la clase, contaba unas historias que quedan grabadas para toda la vida, ni queríamos salir a recreo para continuar escuchándole.
Pero también don Milo fue un luchador social incansable, era de ANDES 21 de Junio. Hacíamos colectas para ayudar a las escuelas rurales de los cantones cercanos. Una vez caminamos durante horas hasta un cantón para llevar ladrillos y bolsas de cemento a una escuelita rural que necesitaba un aula más. Cuando llegamos sudados y muertos de cansancio, don Milo nos explicó que muchos niños caminaban diariamente esa distancia para poder estudiar, allí nos fue naciendo la conciencia social.
Don Milo Peñate, al igual que muchos salvadoreños, murió ametrallado por los escuadrones de la muerte en Santa Ana. Muchos de sus alumnos, ya estábamos en la universidad otros ya trabajaban. Pero todos sentimos que algo murió dentro de nosotros. Ahora, ya todos cincuentones y hasta sesentones en años, siempre que nos encontramos hacemos la remembranza de don Milo. Se quedó para siempre en nuestros corazones.
Al igual que don Milo hay decenas de miles de maestros que a diario moldean el futuro de nuestros niños y adolescentes. Los educan. Son padres y madres en una sociedad de hogares desintegrados. Son amenazados por las maras. Trabajan en escuelas carentes de todo. Con salarios que apenan les alcanzan
Como nos dice un maestro jubilado al que llamamos cariñosamente “Mariscal”, padre de un amigo: “Con esto salarios no somos profesores, somos pobresores.
Hunnapuh aborda el papel fundamental del maestro de hoy cuando en su comentario nos dice: “Hoy más que nunca la labor formativa de los maestros es vital para sacar al país del estado de atraso social y cultural en que se encuentra. La responsabilidad en formar valores en las nuevas generaciones es grande y es uno de los principales retos que el gobierno tiene, luego del abandono que sufrió durante décadas de gobiernos de derecha.”
En este día, nuestro reconocimiento, pero sobretodo, nuestro cariño a los maestros y maestras salvadoreños.
Ayutuxtepeque, martes, 22 de junio de 2010.
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