Desde que inició la campaña electoral 2019 con la participación de Nayib Bukele como tercer contendiente a la presidencia, devenido en tal por los conflictos con el FMLN que terminaron con su expulsión del partido que lo había llevado a la Alcaldía de san Salvador, se sabía que este proceso electoral sería algo inédito en el país.
Luego de ya varias décadas de bipartidismo, la tercera opción no se veía viable desde ningún punto de vista, hasta que apareció el joven empresario, descendiente de palestinos, en la palestra política.
Hijo de un connotado y respetadísimo intelectual y empresario, Armando Bukele Kattán, con estudios de jurisprudencia inconclusos, comenzó a trabajar en las empresas familiares e incursionó en la política con el FMLN obteniendo la alcaldía de Nuevo Cuscatlán y más tarde la de San Salvador, de la mano del partido de izquierda.
Sus gestiones municipales han estado cargadas de logros cosméticos, obras y mucha polémica, por ejemplo, un mercado que incluye una biblioteca como no se vio nunca en el país, la remodelación y reactivación del centro histórico de San Salvador, que había sido condenado al olvido por los intereses de los grandes empresarios de bienes y raíces quienes buscaron siempre eliminar al centro histórico como base del desarrollo turístico y llevárselo a sus grandes conglomerados comerciales.
Desde sus inicios como político hizo uso masivo de las tecnologías de comunicación y redes sociales, lo que le valió una gran red de seguidores y fans, mayormente entre la gente joven, así como detractores de sus rivales políticos.
Recuerdo que allá por el 2013 yo advertía a los políticos que no desestimaran a las redes sociales y muchos jóvenes estaban de acuerdo, pero los mayores y más sabios analistas, con toda la autoridad que les daba su vasta experiencia y conocimiento, negaban categóricamente estas afirmaciones.
Nayib, con unos niveles de popularidad altísimos, entró en conflicto constante con la cúpula efemelenista hasta el punto en que terminó siendo expulsado de dicho instituto político.
Para mantener sus aspiraciones presidenciales buscó una alianza estratégica con el partido Cambio Democrático, el cual fue inmediatamente cancelado en forma cuestionable, por el Tribunal Supremo Electoral a instancias de una resolución relámpago de la Corte Suprema de Justicia por no haber alcanzado los votos necesario para sobrevivir en una elección anterior a la que había dado como resultado un diputado electo, nuestro amigo Jjmar.
Desesperado, Nayib dio el salto al peor partido político de todos, es decir a GANA, que reúne a lo más variopinto y oscuro de la fauna política de la derecha salvadoreña, una especie de PCN-ARENA-PDC con esteroides, partido nacido del convenio SACA-FUNES para evitar que el ex presidente de ARENA fuera enjuiciado durante el primer período del FMLN y con el que se garantizó la “gobernabilidad” de ese primer período de la izquierda salvadoreña.
Con ese lastre en contra se lanzó a una campaña presidencial típica de nuestro país, enfocada en la batalla por la social media en la web, en la que memes, fake news, y ejércitos de troles se atacaron entre sí.
En los medios tradicionales nuevamente aparecieron los frentes fantasmas con campos pagados, diciendo que el nuevo candidato no era cristiano, sino que era… ¡Musulmán! y nos convertiría en un estado islámico, que había quebrado todas las instituciones que tocó, que no tenía estudios, que era esto y lo otro.
Su equipo contra atacó denigrando también a sus contendientes, a los partidos tradicionales, a los políticos tradicionales y ya para el final la campaña se centró en ver cual partido la tenía más grande, es decir, la cantidad de votantes que llegaba a una convocatoria.
Todas las encuesta repetían una y otra vez que Nayib ganaría, pero todos sus detractores lo negaban categóricamente, aduciendo sesudos análisis científicos basados en la vasta experiencia de los iluminados analistas políticos pagados por los bandos contrarios al joven «musulman», decían que las encuestas las habían contestado puros “troles virtuales”, que los Troles no Votan, que solo son humo, que el trabajo territorial es el que valía, esto y más, repetían hasta el cansancio.
Por primera vez en la historia, Izquierda y Derecha hicieron causa común contra un enemigo virtual al que muy al interior, le tenían pánico y dejaron de atacarse para cerrar filas atacando al “golondrino” y su ejército de troles virtuales.
Por ahí salió a relucir una frase que no estoy seguro de que realmente la haya dicho el líder histórico del FMLN, Schafik Handal, era algo así como: “El día que la derecha no nos ataque, será porque habremos traicionado al pueblo salvadoreño”, pero si la dijo o no la dijo, ya no importa, la frase caló profundamente en militantes y en no militantes.
Junto a esta descalificación de la Izquierda apareció otra frase que pasará a la posteridad como una verdadera pesadilla para la derecha salvadoreña. se trata de la hoy célebre frase: “Devuelvan lo robado” convertida en el Hashtag: #DevuelvanloRobado, que ponía a convulsionar de rabia a los todos miembros de ARENA cuando se las espetaban en cualquier lado y ante quien fuera.
Esta vez se dio el fenómeno, también inédito, de que el pueblo perdió totalmente el miedo al patrón, y en la cara le gritaban “Devuelvan lo robado” a diputados, funcionarios, candidatos al punto que algunos miembros de ARENA llegaron a tratar de declararla como “una frase de odio e intolerancia”.
En general esta campaña fue como todas las anteriores, sucia y vil, pero tuvo el ingrediente de las redes sociales como principal protagonista, se gastaron millones en publicidad tradicional, pero Facebook y Twitter ganaron muchísimo dinero con los patrocinios a las publicaciones.
ARENA contrató a un especialista en este tipo de campaña sucia que escarbó a profundidad en todo lo que se podía decir mal del candidato Bukele, pero en vano, entre más se le atacaba, más apoyos recibía, por su lado el FMLN que tenía al mejor de los candidatos posibles no levantó cabeza, el desgaste de 10 años en el gobierno y las pésimas decisiones de la cúpula del partido arrastraron al partido de izquierda a la peor participación electoral de toda su historia.
Al final los troles “virtuales” que solo eran producto de la manipulación mediática de Nayib y sus secuaces, se convirtieron en personas reales que salieron a dar su voto por un candidato que no presentó mejores propuestas que sus contrincantes, pero que capitalizó el hartazgo de todo un pueblo con la clase política y que ya no se asusta “con el petate del muerto”, ni se le compra con láminas o con lempitas, uniformes y vasos de leche.
La amenaza de que Nayib era musulmán y nos convertiría en un estado islámico, enemigo de Cristo, solo sirvió para hacer reír a carcajadas a la población, que inundó las redes con miles de memes que pusieron en ridículo los millones gastados en esta propaganda y creo que dieron el tiro de gracia a la vieja forma de hacer propaganda partidaria.
Esta campaña electoral nos deja varias lecciones entre las que detallo las siguientes:
- El petate del muerto ya no asusta a nadie.
- Créanle a las encuestas
- El poder tiene los medios de comunicación, pero la web es nuestra
- El voto duro no alcanza y se ablanda mucho si lo traicionan
- Los troles son reales y votan
- Los gurús del Internet tienen menos de 30 años
- Todo lo que digas será usado en tu contra
- Tarde o temprano todo lo que hagas saldrá a la luz
- Respeta a las redes, pueden elevarte o hacerte caer
- Político, el pueblo ya no te respeta y no te tiene miedo
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