Considerando y aprendiendo de los acontecimientos latinoamericanos de gobernanza hospitalaria, todos los candidatos salvadoreños que aspiran llegar a la presidencia DEBEN realizarse exámenes médicos para saber si en poco tiempo podríamos terminar gobernados por los VICE-PRESIDENTES a quienes no han escogido ni siquiera las cúpulas de sus propios partidos muchos menos la militancia y ni hablar de los electores.
Para el Tribunal Supremo Electoral debería ser más importante gastar miles de dólares en el diagóstico de salud de los candidatos que se mueren de ganas de participar en un debate donde «chucho no comerá chucho» porque todos se tienen la bien cola machucada.
Pero si no fuera suficiente razón, por lo menos los candidatos deberían hacerlo por su propia cuenta para que la ciudadanía tenga una idea clara de cuánto pagará en impuestos por los cuidados médicos en el extranjero que necesitarán sus representantes políticos. La verdad es que unos están muy flacos y eso preocupa; y, otros están demasiado gordos y eso preocupa muchos más.
Ahora bien, si no accedieran a este saludable ejercicio de examinarse y compartir la información que es de absoluto interés público, seguramente tampoco estarían en condiciones de hacerse una oportuna evaluación psiquiátrica y probablemente menos dispuestos a una prueba de POLÍGRAFO sobre las fuentes y fondos de sus campañas proselitistas o sobre el financiamiento para el cumplimiento de su oferta electoral.
SIENDO ASÍ… empecemos la tradición de un responsable chequeo médico y rendimiento de cuentas por algo mucho más sencillo. Por ejemplo:
NECESITAMOS urgentemente la instalación en horarios laborales de retenes antidoping en cada uno de los portones de los 3 órganos de estado para analizar el TIPO Y CANTIDADES de sustancias que consumen los motoristas, agentes de seguridad y principalmente: LOS FUNCIONARIOS PÚBLICOS QUE diariamente TOMAN DECISIONES QUE AFECTAN LA VIDA DE TODOS LOS SALVADOREÑOS.
Ya basta de funcionarios borrachos, marihuaneros, coqueros, wiskeros y/o cueteros… cuando no arrastran la resaca para sentarse a elegir a funcionarios de segundo grado y decidir cómo gastar más que invertir nuestros impuestos.
Si en verdad el Ministerio de Salud está muy preocupado por los costos y las víctimas de la combinación del alcohol y el volante; debería estar mucho más preocupado por las consecuencias de la combinación de alcohol (por minimizar el problema) y el poder de decisión sobre el destino de la nación.