Un viernes a mediados de Julio, mi esposa comenzó a presentar leves síntomas de resfriado y para el lunes ya eran síntomas de CODVID-19, afortunadamente pudo hacerse la prueba, el día jueves perdió el olfato totalmente y no nos quedó duda, ese día yo comencé con tos seca y un poco de fiebre, el viernes trabajé (teletrabajo) con bastante malestar y ella ya estaba incapacitada, el sábado le avisaron que era positiva, por lo tanto yo también lo era.
Ella desde el momento en que comenzó a perder el olfato, martes por la tarde, llamó al Número 132 y aunque le costó un poco, logró atención y le dijeron que le enviarían el kit de medicinas y la pondrían en vigilancia remota, el Kit le llegó hasta el viernes, cuando yo ya sentía debilidad y malestar por alguna fiebre.
En mi caso, tuve fiebres no tan altas, pero con un efecto en el cuerpo bastante devastador, el viernes a puras penas logré pasar el día trabajando, el sábado y domingo, prácticamente los pasé postrado en cama todo el día y la noche, aunque las fiebres no fueron muy altas en mi caso, la tos seca era persistente pero no tan constante, el domingo tuve un poco de diarrea, pero muy poco, el lunes comencé a perder el olfato y el martes por la noche no olía absolutamente nada, por fuerte que fuese.
El lunes me reporté yo y fui al seguro por la incapacidad, me dieron un kit un poco diferente al que da el gobierno, pero en esencia son vitaminas, antipiréticos e Ivermectina, un antiparasitario, especialmente contra lombrices que ha estado muy en boga por un supuesto y cuestionado estudio australiano, sin embargo, no es tan dañina como la famosa Hidroxicloroquina que era el tratamiento inicial que el gobierno daba.
El gobierno envía el Kit que les mencioné que contiene mucha vitamina C, vitamina D, Antipiréticos, Zinc, antiestamínico, Ivermectina.
A esto mi esposa, que es médico, añadió dos componentes más desde el principio, anti inflamatorio como Ibuprofeno (por cierto, satanizado por el Ministerio de Salud) y Antibiótico, preparó de esos inhaladores con salbutamol por emergencia y adquirimos un Oxímetro, que es el hoy famoso aparatito que mide frecuencia cardíaca y retención de Oxígeno.
Pasados los primeros días, las fiebres cedieron bastante a ser escasas durante el día, la debilidad persistía y generalmente por las noches de pronto me entraba una ansiedad porque sentía que no me llegaba aire a los pulmones y corría a medirme el oxígeno, pero marcaba 96, 98 e inmediatamente me tranquilizaba, el efecto psicológico que causa la medición exacta, mata la ansiedad causada por la falsa percepción, eso es vital, matar el estrés.
Mi esposa y yo pasamos de los cincuenta años, yo tengo 58, ella 54 y estamos en lo que se conoce como población de riesgo, soy hipertenso, controlado con medicamentos, no diabético, no fumo y hemos mantenido una rutina de actividad física que incluye largas caminatas con cierta regularidad, lo que nos ha dado una capacidad pulmonar bastante aceptable, situación que ha sido clave en que no se nos haya complicado mucho la enfermedad, además la forma agresiva que mi esposa, atacó primero la inflamación que viene con la enfermedad y la posibilidad de infección, lograron mantener a raya al virus.
Pasamos la cuarentena domiciliar, aislados un un área de la casa. De nuestros hijos, solo la menor presentó síntomas leves y nada más y el mayor creemos que fue asintomático pues a pesar de que pasó mucho tiempo cuidando directamente a su hermana, nosotros estuvimos muy aislados para no infectarnos, no presentó ningún síntoma hasta la fecha.
A diario estuvimos recibiendo un seguimiento constante del telecentro del gobierno en donde preguntaban por nuestro estado, monitoreaban los síntomas y daban recomendaciones, incluyendo que si sentíamos problemas respiratorios avisáramos al 132 y que nos reportáramos para traslado. Realmente hacen muy buen seguimiento, hay que decirlo, pues nunca fallaron y a diferentes horas durante el día recibíamos la llamada diaria de seguimiento.
Al final “superamos” la enfermedad, pero definitivamente han quedado secuelas, una molestia en la garganta con pequeños accesos de tos que no se quitan, debilidad muscular, se pierde masa muscular, trastorno de sueño, problemas urinarios o gástricos.
Creo que las defensas quedan comprometidas y uno se vuelve muy sensible a bacterias que en otras condiciones no nos afectarían.
Recapitulando lo vivido, podemos decir que es una enfermedad seria, no mortal en su mayoría de casos, pero si muy seria y que debe ser tratada con mucho cuidado.
Factores que pueden agravar:
– Tener patologías de base como diabetes, obesidad mórbida, cardiopatías, insuficiencia renal, etc.
– Fumar excesivamente, para mi es casi una condena de muerte.
– Tener mala condición física, sedentarismo extremo pues el virus desgasta y agota, si uno está en pésima condición el efecto es mucho mayor.
– El estrés es un factor que puede agravar la condición, lo notamos de primera mano y ahí es importante tener los mecanismos de medición y control para tranquilidad.
– Otro factor importante es que no hay un “protocolo universal” de tratamiento, cada caso debe seguirse a detalle reaccionando clínica y oportunamente ante los síntomas, esto significa casi poner un médico de cabecera por paciente, el agravamiento de los casos es porque se sigue un protocolo estándar en los hospitales, por la saturación de casos no alcanzan a dar seguimiento individualizado y muchos pacientes mueren, no por la misma enfermedad, sino por el agravamiento de otras patologías que se exacerban durante la afección.
– Tener más de cincuenta años es un agravante, eso ya es un hecho comprobado, aunque reporten casos de jóvenes que han muerto de COVID-19, habría que revisar los factores de base de dicho resultado a tan corta edad.
Quizá por eso los seguidores de las teorías de conspiración dicen que se trata de un “Boomer Remover” o limpiador de carga social, pues su mayor cantidad de victimas son personas mayores con problemas que los llevarán pronto a ser una “carga social” en los sistemas de salud.
Lo importante es que no hay que dejarse vencer por el pánico, yo venía preparándome mentalmente de que tarde o temprano nos enfermaríamos, pero como decimos coloquialmente, “No es lo mismo verla venir, que tenerla enfrente”, sin embargo, una vez metidos en el embrollo, la actitud mental vale mucho, el estrés debilita mental y físicamente, esta debilidad es aprovechada por el virus para atacar nuestras vulnerabilidades, si no nos dejamos vencer por el miedo, se la pondremos difícil al virus, por eso es importante dar el seguimiento oportuno y tener los medios para una medición eficaz de los valores corporales como temperatura y oxígeno.
Conozco muchos casos de gente de avanzada edad, que está siendo tratada por médicos de cabecera y están saliendo mejor que otros que están hospitalizados a la buena de Dios, pero eso tiene un costo que no toda la población puede asumir, pero en el sistema nacional, los doctores y el resto del personal de salud, han aprendido mucho en la primera línea de batalla y están sacando con bien a más pacientes.
Va para todos ellos mi máxima admiración y respeto, fuera de las cochinadas políticas que ensucian el trabajo ministerial, la labor médica y científica de nuestros doctores y demás trabajadores de salud, es digna de reconocimiento.
Es entonces que tiene sentido el establecer una estricta cuarentena obligatoria, únicamente para la poblacion realmente en riesgos, es decir para los adultos mayores de sesenta años o para los que presenten patologías de base avanzadas que puedan agravarse, hasta que la mayor parte de la población haya pasado por la enfermedad y los hospitales estén libres para atenderlos de forma individualizada o se apruebe y obtenga una vacuna funcional y segura.
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