Sobre las visitas de los familiares a los reos.
Miércoles, 02 de Marzo de 2005.
Un elemento central de la filosofía penal de todo país que se precie de moderno, es considerar al delincuente como un ser humano, que si bien ha cometido un hecho grave ante la sociedad puede ser sujeto de un proceso de readaptación, que lo lleve a corregir el área de conducta viciada y pueda después de un tiempo retornar ya corregido a la sociedad, convirtiéndose en un ser productivo, positivo y que pueda resarcir el daño causado.
Esta filosofía no debe solo iluminar la legislación penal vigente, si no también el sistema carcelario prevaleciente. Pues la pena que se impone al delincuente (que por lo general es de años de prisión) además de un castigo debe ser una oportunidad de readaptación. El problema práctico es que nuestras cárceles están a años luz de ser centros de readaptación y mas bien están consideradas como escuelas donde el reo perfecciona sus técnicas delincuenciales para, después de un tiempo, salir más capacitado para cometer sus fechorías. Describir la situación carcelaria de nuestro país o de cualquier otro del tercer mundo es como escribir una novela de terror. Todos lo gobiernos o los responsables de los sistemas carcelarios, alegan a su favor la falta de recursos económicos para poder convertir las cárceles en centros de readaptación. Reducen todo el problema a la escasez de fondos. Por tanto mientras no existan los recursos suficientes, nada se podrá hacer. El problema de falta de recursos es real, las limitaciones materiales de las cárceles también lo son. Pero el error está en centrar todo el problema en esto. Muchas cosas pueden hacerse sin recursos o con muy poco, y los resultados podrían ser positivos. Lo que falta es visión. Esta falta de visión lleva a medidas absurdas como las limitaciones que están imponiendo a las visitas familiares de los reos, que es la culminación de una coyuntura que comenzó con acusaciones de que son los parientes de los reos los que introducen la droga y las armas al interior de los penales, y que se agravó con las protestas de los familiares de los reos ante los traslados arbitrarios y la permanente represión a la que son sometidos los internos en todos los centros penales. Limitar las visitas de los familiares no va a resolver ningún problema, La droga entra a los penales a través del sistema de vigilancia penitenciario y de más arriba. En la medida en que la situación represiva interna se mantenga en las cárceles, las protestas tanto afuera como dentro de estas pueden continuar y extenderse. Y la imagen del gobierno puede sufrir deterioro.
Lo que se necesita es un cambio de enfoque, y esto no cuesta dinero. Se necesita una nueva visión centrada en lo que es posible hacer con los escasos recursos con que se cuenta para ir transformando las cárceles en centros de readaptación. Lo que se necesita es la voluntad de reconocer errores y promover cambios. Los familiares de los reos deben ser vistos como Sujetos en el proceso de transformación de los reos. Un reo que recibe sin problemas la visita de familiares y amigos tiene mas posibilidades de readaptarse, de sentirse vinculado a la sociedad de la que ha sido separado. Los familiares de los reos podrían ser atendidos por organizaciones de la sociedad civil que con pocos recursos hacen mucho, para que estos se conviertan en factores positivos que ayuden al proceso de readaptación de los reos.
Se debería de promover la organización de los familiares para que puedan ayudar a los reos en actividades como la comercialización de que producen en los centros penales; obteniendo ayuda nacional o internacional para mejorar las condiciones de salud o educación de los reos; creando comités de auto ayuda para resolver problemas de desempleo de los familiares; o preparando condiciones para que cuando el reo termine su condena pueda reinsertarse positivamente a la sociedad. Las anteriores son solo algunas ideas de lo mucho que puede hacerse. Se requiere voluntad, nueva visión y corregir el rumbo equivocado que actualmente se ha tomado.