Muchos de los viejos políticos crecieron en una era menos informada, es decir en una época en la que las noticias y en cierto modo el conocimiento, eran propiedad de los grandes medios, por lo que ciertas cosas podían, en cierta medida, ser ocultadas o impulsadas según la necesidad o interés prevalente, en esas oscuras y medievales épocas para la información, surgió la solitaria voz de un profeta, una especie de Juan Bautista que hablaba de los truenos Joycianos que anunciaban el dolor de parto que acompañaba el surgimiento de cada nueva tecnología y el impacto que esta tenía como extensiones de nuestro propio ser, ese hombre era Marshall McLuhan quien hablaba de la “Aldea Global”, como concepto de la nueva cultura y anticipaba al computador y a la televisión como “extensiones” de nuestro sistema nervioso que nos estaban llevando a reducir el tamaño del planeta hasta el de una pequeña aldea, en la que todos los eventos serían inmediatamente conocidos por todos los habitantes y el chismorreo sería en “tiempo real”.
La historia y la tecnología se encargaron en demostrar estas, en esos momentos, revolucionarias ideas, y gracias a la internet, la comunicación satelital, la televisión, radio etc. alcanzamos a vivir en una era, no solo de la información sino del conocimiento.
Este entorno socio tecnológico crea nuevos ecosistemas que tienen reglas y comportamientos inéditos, sorprendentes y que apenas comienzan a valorarse en toda su magnitud.
Noam Chomsky, criticando recientemente los polémicos Google Glass, recordó que un periodista le preguntó a Eric Schmidt, uno de los fundadores de Google, si su mas reciente innovación, podrían ser una invasión a la privacidad, a lo que él contestó: «Si usted está haciendo algo que no quiere que esté en Internet, no debería hacerlo».
La red ha dado al ser humano una extensión de su voz, ojos y oídos tal que me imagino, ha superado incluso las expectativas mas delirantes de McLuhan.
Muchos de los que minimizan o desestiman el impacto efectivo de las redes sociales ponen como prueba de esa poca fuerza de la red, que en los países sub desarrollados como el nuestro, su alcance real será de un 4 o 5 por ciento de la población en el mejor de los casos.
Esto es cierto, pero ese cuatro por ciento, corresponde a la población urbana, que pertenece a las clases medias, que aunque quizá sea minoría, tienen un enorme peso social directo sobre la política salvadoreña y la presión que ejercen en masa es tal que obligan a reaccionar a los medios y dispositivos que se utilizan para controlar mantener la hegemonía sobre la población.
Desde hace varios años hemos visto como la presión de las redes sociales ha obligado a periódicos a retractarse de sus posiciones, a marcas a pedir disculpas, a políticos a modificar sus posturas.
Hemos visto como el intento por ocultar un hecho, solo ha logrado el efecto inverso, hacer explotar la difusión masiva del hecho en cuestión, todos recordamos como los fallidos intentos por ocultar la desastrosa entrevista que el señor Rodrigo Ávila sostuvo con un periodista internacional tuvieron como resultado que dicha entrevista anduviera hasta en los celulares de los colegiales, a quienes no les importaba un ápice, quien era Rodrigo Ávila ni que representaba, simplemente el morbo de ver el “video prohibido” lo extendió hasta lugares a los que nunca hubiera llegado.
Lo que se mueven en la red tiene nuevas reglas, que son muy pocos los que las conocen, nosotros somos simples usuarios de ellas y abundan los charlatanes que se auto declaran gurús del Social Media, organizan eventos, dictan conferencias y brindan asesorías para “dominar las redes sociales”.
Este en realidad este es un fenómeno que debe ser estudiado seria y científicamente en forma multidisciplinaria, en la que deben estar involucrados tecnólogos, sociólogos, antropólogos, psicólogos e incluso uno que otro filósofo, porque hemos asistido maravillados al hecho que que se han organizado verdaderas revoluciones sociales por medio de las redes sociales, incluso derrocado gobiernos, pero han sido movimientos espontáneos, no planificados, sin control ni dirección, incluso sin metas ni proyecto, dando al final resultados fallidos, hemos visto como personajes que mantenían un virtual anonimato en la red se convierten en auténticas celebridades, solo porque otra supuesta celebridad les dijo “Loser”.
La red reacciona inmediatamente, protege al mas débil, escarba en la mentira y saca a luz la verdad, como la “cuenta” falsa de don Paquito Flores, presiona hasta causar reacción y no responde a nadie, quizá no llegue a ser un ser inteligente como la asombrosa “Jane” de Ender que vive en los ansibles, pero actúa e interactúa con sus usuarios como un organismo vivo, creando sus propias reglas y premisas.
Personalmente yo he visto unas cuantas premisas que deben tomarse muy en cuenta en materia de redes sociales.
1. Todo lo que digamos será usado en nuestra contra.
2. Ni la verdad ni la mentira se pueden ocultar en la red
3. Las reglas de la fama no dependen del medio ni de los recursos
4. Nadie es pequeño
5. Todo arde si le aplicas la chispa adecuada (Bunbury)
6. No existen los Social Media Gurús
Que sean verdaderas o falsas lo dirá el comportamiento de la red en nuestro país y en el mundo.
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