La encuesta es una técnica de investigación social que bien utilizada se convierte en una herramienta fiable que nos permite conocer las opiniones y actitudes de una colectividad utilizando como instrumento un cuestionario cerrado de preguntas que se aplica a un reducido grupo de los integrantes del universo total que se quiere medir, al que se denomina «muestra».
La muestra se toma en forma representativa de los diferentes sectores de la colectividad para que abarque el amplio espectro de opiniones y cuando se hace correctamente permite hacer predicciones que pueden anticipar resultados, por eso es bastante utilizada en los procesos electorales, ya que si se hace con el debido rigor científico, nos puede ofrecer un panorama cercano a la realidad y predecir el comportamiento del electorado en un momento coyuntural.
Este es un punto muy importante por destacar, la encuesta muestra la percepción del grupo social en un momento específico, por eso es que se dice que la muestra es una toma fotográfica del momento en que se realiza, no puede ser usada para fechas muy posteriores a la de su levantamiento.
Por eso durante un proceso electoral las casas encuestadoras, (que son empresas dedicadas exclusivamente a levantar encuestas con diferentes fines, ya sean comerciales, mercadológicos, estratégicos o electorales), realizan encuestas en diferentes momentos del proceso, desde sus inicios hasta en las fechas cercanas al evento electoral.
En El Salvador al igual que en casi todos los países latinoamericanos el uso de la encuesta como instrumento científico de análisis es dejado a un lado para dar rienda suelta a la «animalada» o viveza electoral de los diversos institutos partidarios, es decir es usada con fines de crear percepción, no de medirla y son falseadas para aparentar tendencias que no son ciertas.
Es una creencia normalmente aceptada en nuestro medio que los partidos políticos creen poder conseguir votos de la gente indecisa por medio del engaño a los electores acerca de sus propias probabilidades de ganar por lo que se dedican a falsificar encuestas para intentar convencer a la población apta para votar de que van a ganar y que por inercia arrastren al voto indeciso o de poco raciocinio.
Quienes piensan así de las encuestas favorecen el engaño creyendo en las siguientes ideas:
- Los electores, sobre todo los menos informados, pobres y marginales, son fáciles de manipular.
- Todos los electores están pendientes del resultado de la elección.
- Los indecisos tienden a votar por ganadores.
- Si se exageran las posibilidades de ganar, los que quieren votar “ganador” votarán por el partido que lo haga.
Esta creencia se apoya en la falsa premisa de que: los electores comunes tienen un pensamiento igual al de los activistas de la campaña, están pendientes casi en un cien por ciento y hasta se desvelan por el resultado de la elección.
¡Mentira!
La mayor parte de los electores y y en particular los indecisos tienen otras preocupaciones y prioridades. Si esto no fuera así entonces, lógicamente se dedicarían a la política.
En realidad la publicación de las encuestas tiene fuerte impacto en el equipo de campaña, en los que han financiado a x o y candidato, en los periodistas que apoyan directa o indirectamente a un partido. Pero aún en estos casos, el impacto es muy relativo: estos interesados normalmente tienen intereses reales y no de tipo «romántico» por un candidato y no se dejan engañar o manipular con simples datos y además poseen acceso a información que puede corroborar lo que los falsos encuestadores dicen.
Las investigaciones que se han realizado sobre el universo electoral han comprobado que los llamados electores indecisos, en realidad son los menos interesados en los devenires de la política, son el grupo de ciudadanos que menos leen o dan seguimiento a los resultados de las encuestas y por tanto representan al sector que menos se ven afectados por esas publicaciones.
En países como los Estados Unidos de Norteamérica, se rinde culto al triunfador y los electores tienden a seguir a los «caballos ganadores». En los países latinoamericanos por el contrario hay simpatía por las víctimas, por los débiles, por los derrotados, sin embargo esto no aplica para sociedades política o ideológicamente polarizadas como la nuestra, en nuestro país quien define el voto es el indeciso que a veces se mueva a la derecha y a veces a la izquierda.
Por esta razón en nuestro país la publicación de encuestas se convierte en una verdadera guerra entre las fuerzas políticas principales y en una mina de oro para las casas encuestadoras.
A pesar del valor que se les da a las encuestas que le favorecen al candidato de nuestra preferencia el efecto real puede ser negativo puesto que, cuando los correligionarios y seguidores de un candidato al ver las encuestas se convencen que ha ganado la elección, se sienten seguros, confiados y aflojan su ritmo de campaña y se dedican a esperar el día de las elecciones dejando a un lado el trabajo de campaña. Muchos de los militantes de nivel medio comienzan a cabildear para buscar «puestos» en el futuro gobierno que ganará la elección. En los “derrotados” por las encuestas se produce el efecto inverso: se sienten motivados y duplican sus esfuerzos por ganar la elección.
En los electores las encuestas demasiado «optimistas» pueden ser contraproducentes. Si el elector, gracias a las encuestas, está seguro de que su candidato «ya ganó», puede que el propio día de las elecciones amanezcan tan confiados que se abstengan se concurrir a las urnas. Por otro lado el perdedor si está convencido de que su voto puede ser decisivo irá a votar aunque llueva, tiemble o se despierte absolutamente sin ganas de ir a votar.
Es falso que la gente, aún las mas pobre, sea tan sencilla como para ser engañada. los electores realmente perciben la realidad política en forma intuitiva, a «ojo de buen cubero» pero para ser realistas, con más sentido común que muchos de los políticos y analistas electorales.
Ojo con las encuestas, son una poderosa herramienta para predecir comportamientos y afinar estrategias electorales, pero si se pretenden usar para ganar elecciones falseando los datos, los resultados son contraproducentes, recordemos que para El Diario de Hoy, para la Prensa Gráfica, Funes perdía frente a Rodrigo Avila y Cerén frente a Norman Quijano, a pesar de que el resto de encuestas reflejaba otra cosa.
Pero ojo también con la excesiva confianza que puede tenerse por la brecha reflejada en las encuestas, a veces puede uno despertarse con amargos desengaños.
El periódico digital la página han publicado un resumen de las encuestas correspondientes a estas elecciones del 2015 las cuales se pueden resumir en el siguiente gráfico, en él aparecen CID Gallup, UFG, LPG, EDH, UCA, UTEC.
Infieran y respondan ¿Quien creen que ganará la Alcaldía de San Salvador?
1 comment for “Ojo con las encuestas, son herramientas no armas”