No más encuestas…por un rato

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Terminó el período para poder difundir encuestas con tendencias electorales. El 17 de enero fue el último día para darlas a conocer. En los últimos diez días se conocieron más de doce encuestas, de distintas procedencias y con resultados poco compatibles. En esta elección las encuestas han jugado un rol diferente, pasaron de ser instrumentos serios de las ciencias sociales para medir opinión y se convirtieron en un vulgar instrumento de la campaña electoral al servicio de los intereses partidarios.

Ante la falta de programas de gobierno serios y ante la ausencia de discursos inteligentes por parte de los candidatos, la campaña sucia y las encuestas pareciera que fueron la verdadera campaña electoral.

La mayoría de la población ha expresado por diversos medios la poca credibilidad de las encuestas, la ciudadanía considera que han sido amañadas, al igual que los partidos de fut bol que jugaba la Selección Nacional.

Tal como lo señalé en comentarios anteriores, las encuestas se convirtieron en elemento de la estrategia electoral, que han tratado de inducir el resultado deseado por cada partido político. Un partido que quiere ganar en primera vuelta ha buscado inducir a través de ellas que esto es posible. Otro partido que sabe que no puede ganar en primera vuelta ha tratado de demostrar que habrá segunda vuelta. Otro partido que no tiene capacidad de incidencia en las principales casas encuestadoras es tirado a un lejano tercer lugar. Pero la peor situación es la de los dos partidos pequeños que no pueden pagar una encuesta que les favorezca.

Hay un estrato de la población que le gusta votar por el partido ganador; que busca la opción, que a su juicio, tiene posibilidades de obtener el triunfo electoral. Hacia este sector han sido dirigidas principalmente las encuestas. Además, estas generan un efecto en el estado de ánimo del voto duro o más militante de los partidos. Si las encuestas indican que su partido favorito va ganando hay motivación, si estas indican que no está ganando hay desmotivación y desencanto.

Otro factor a tomar en cuenta es que las últimas encuestas que se publicitaron en los últimos días se realizaron antes del “Debate” entre los candidatos presidenciales. Aunque este “Debate” no lo fue como tal, y sus falencias han sido ampliamente comentadas en diversos medios, no se sabe si tuvo o no incidencia. Algunos dirán que sí, otros que no, hay argumentos lógicos en ambas direcciones.

Varias de las casas encuestadoras, no solo hacen mediciones electorales, trabajan para distintas empresas en estudios de medición de mercados, de opinión sobre las posibilidades de introducir nuevos productos, analizan y miden la opinión de la población ante diversos temas y situaciones nacionales, etc. Estas casas encuestadoras deberían preocuparse por lo bajo que está la credibilidad de sus empresas ante la población. Las empresas o las instituciones que las contratan deben de tomar en cuenta esta realidad que vivimos en el plano electoral.

El Salvador no es el primer país que sufre esta situación de guerra de encuestas en una contienda electoral, en otros países ha pasado lo mismo. En varios lugares se han creado nuevas normativas en las cuales se organizan entes reguladores que garanticen la objetividad de las mismas. Creo que en nuestro país debemos estudiar esta posibilidad.

Ayutuxtepeque, sábado, 18 de enero de 2014.

 

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