En medio del alboroto sobre el asunto del mural de catedral, me llegó a las manos este viejo recorte de periódico que me hizo recordar ciertos escritos de Roque Dalton en su libro Las Historias Prohibidas del Pulgarcito y que titula exactamente como yo titule este post, texto que para su recuerdo pueden ver aqui:
Las Finanzas de Dios – Las Historias Prohibidas del Pulgarcito – Roque Dalton.
Cuando en 1983, el Papa Juan Pablo II vino a el salvador, se erigió un “Templete” que fue bautizado entonces como “El Templete Papal”, posteriormente se habló de construir un verdadero templo expiatorio nacional en donde todos los pecadores pudiésemos ir a expiar nuestro inmundos pecados, cual muro de las lamentaciones, pero que al igual que la Catedral Salvadoreña debía ser construido con la “Ayuda” del Pueblo Salvadoreño.
Ayuda les llegó, estoy mas que seguro de eso, pero ¿Y el templo?, lo que ahora ahí existe creo que es el parqueo del centro comercial conocido como Metrocentro, ¿Que fué de ese dinero tan piadosamete otorgado por la feligresía salvadoreña, o será que nadie aportó ni cinco centavos para construirle el templo a Juan Pablo.
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