Por: Francisco Quintanilla
Hablar del poder como un fenómeno cuya existencia tiene su asidero y desarrollo en la sociedad humana, conformada en sus partículas más elementales por los seres humanos, los que Aristóteles clasificó no sólo como animales, sino como animales políticos (Zóon politikón), es hablar de algo material, no subjetivo, tal como lo sostenía Michel Foucault, quien consideraba “que no hay nada más material, más corporal que el ejercicio del poder”.[1]
En esta reflexión se intentará hablar un poco no del poder como tal sino de la psicología que teoriza sobre ese fenómeno que aparece y se desarrolla junto con y en el interior de la sociedad humana, sobre todo cuando unos animales humanos comienzan a percatarse primero con su inteligencia sentiente y luego con su inteligencia racional que pueden dominar o controlar a otros a partir de la posesión de ciertos recursos que los demás necesitan.
El análisis del poder puede abordarse desde diferentes teorías psicológicas, detrás de las cuales se encuentran diferentes bases filosóficas encubridoras o desveladoras del fenómeno del poder y de su ejercicio, así como de sus efectos en la estructura social y en cada una de las personas que forman parte de esa estructura.
Desde la teoría psicoanalítica creada por Freud, el poder se puede explicar como algo subjetivo, como algo que ocurre en el interior del sujeto y se desarrolla en el enfrentamiento entre el Id o Ello y el Súper Ego o Súper Yo, el primero ejerciendo un poder irracional y moviéndose en el campo del libertinaje y el segundo desarrollando un poder aparentemente moralista, pero en su esencia también irracional pero represivo. En el enfrentamiento de estos dos tipos de poderes participa otra instancia el Ego o Yo, quien es el que intenta en última instancia que se desarrolle una relación equilibrada entre estos dos tipos de poderes.
En Freud, en su teoría, el poder es una fuerza interna, que nace en el interior mismo del individuo, es una fuerza cuyo equilibrio o desequilibrio, le permite al poder mismo tener en una sociedad, individuos llamados “sanos” o “enfermos”, o más bien , más enfermos que sanos.
En síntesis, desde la teoría psicoanalítica el poder es sobre todo de carácter instintivo, que emerge de lo más profundo del inconsciente como una lucha interna, subjetiva, para luego reproducirse en una lucha entre los sujetos, materializándose sobre todo en el llamado complejo de Edipo, complejo que se produce primero en el grupo primario como la familia y luego en otros grupos primarios, como los grupos de amigos, en la lucha por llegar a ser el líder o quedar bien con el líder del grupo.
En esta lucha los individuos llamados o clasificados como sanos por los técnicos de la salud o más bien por los técnicos de la enfermedad, controlan a los demás mediante la categorización o tipificación de enfermos mentales; la enfermedad mental, entonces es utilizada por los llamados sanos, que son los que tienen el poder económico, político, social y militar, como una herramienta de control y de dominación. Por su puesto, esta herramienta de control y de dominación no es nueva, ya desde épocas antiquísimas se ha utilizado, ejemplo clásico de esto es el caso de Jesucristo, tal como lo sostiene Richard Horsley en su ensayo “El Imperio Cristiano y el Imperio Estadounidense”: “El gobernador romano clasificó a Jesús de Nazaret como loco”[2], apoyado por supuesto por los fariseos que decían que Jesucristo estaba fuera de sí, con el propósito de desacreditar sus ideas y sus acciones para que nadie le creyera, y como se afirma en el decir popular salvadoreño cuando se refieren a alguien que se considera que está “loco”, “no le hagan caso que esa persona está loca”.
Desde la teoría psicoanalítica, el poder es un fenómeno que se origina en el mundo interno, subjetivo de cada individuo y se realiza en el exterior, en las relaciones que cada individuo establece con los demás, en las relaciones que se establecen entre los llamados sanos y los llamados o clasificados como enfermos mentales.
La teoría psicoanalítica al entender el origen del poder intrasubjetivamente, niega o encubre el carácter social del poder, centrándose sobre todo en el potencial individual, intrapsíquico del poder.
Contrarios a la teoría psicoanalítica y como una crítica a esta teoría, nace y se desarrolla el conductismo, primero con Watson y Luego con Skinner. En el conductismo a diferencia del psicoanálisis, el poder no es una fuerza interna, ni instintiva, sino totalmente externa y aprendida.
El poder es una herramienta de control y de manipulación de conductas, en este sentido Skinner sostiene en su libro MÁS ALLÁ DE LA LIBERTAD Y LA DIGNIDAD, libro citado por James Bowen, que es necesario “sustituir los actuales controles azarosos y mal coordinados por controles basados en el examen científico”[3], es decir, que en la nueva sociedad delineada por Skinner, el hombre estará programado por aquellos que gobiernan, para que los hombres actúen de la forma como ellos (los gobernantes) desean que actúen; su actuar ya no será al azar, espontáneo, sino científicamente planificado, por lo que el hombre ya no será, si algún día lo fue, dueño de su propio destino, ni será libre para escoger su propio estilo de vida, ni su propia forma de organización social y económica, su autonomía quedará sacrificada “al mayor bien de la sociedad”, que más bien es al mayor bien de los que tienen el poder económico, político y militar, que en el mundo actual van más allá de personas individuales, ejerciendo los controles las grandes corporaciones que se han sumergido hasta en las entrañas de los rincones más aislados de las grandes urbes, como de los pueblos más pequeños y empobrecidos.
Skinner aboga por una sociedad controlada científicamente por medio de la educación programada, y es mediante esta educación que al ser humano individual y grupal lo planean reducir a una maquina, la cual es programada y dirigida por los controladores científicos al servicio de las grandes corporaciones neoliberales, que son los que ejercen el poder, haciendo de cada humano un ser pasivo, que actúa de forma deseada.
[1] -www.sindominio.net/versus/paginas/textos/textos_00/vigilar_y_castigar.htm
[2] – http://servicioskoinomia.org/relat/342.htm, pág.165.
[3] -Bowen James y Peter R. Hobson, Manual del Maestro, Tomo II, Ediciones Ciencia y Tecnología, México, 1993, pág. 269.
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