Al cuestionar a los diputados de derecha la relación entre moralidad y el problema de los embarazos en adolescentes y su expulsión de los colegios, dijeron que el punto es que los jóvenes no visualizan a la familia como el centro de la sociedad. “Hay niñas que salen embarazadas y no han sido violadas. Eso es falta de moral. Si usted no tiene bien fundamentados sus principios morales, si usted no cree en que va a formar una familia constituida bajo criterios… acuérdese que la familia es la base de la sociedad, nosotros no queremos un montón de madres solteras”, señaló [Carmen Elena] Figueroa [Diputada de ARENA].
Arena regatea votos para prohibir que colegios expulsen a alumnas embarazadas – El Faro.
O El Salvador está divinamente plagado de vírgenes Marías, o las jóvenes de hoy en día tienen más acceso a fertilizaciones in vitro y bancos de esperma, o simplemente a estos diputados y diputadas, junto a miles de compatriotas, se les olvida que para la fecundación al natural se necesitan dos personas.
Es un sesgo achacarle la culpabilidad a quien carga con las consecuencias más visibles de un hecho (relacionado: «la gente generalmente percibe que las víctimas de desastres causados por la mano humana son más responsables de su situación y son menos activas para ayudarse a sí mismas, en comparación a víctimas de desastres naturales«). Esto, aunado a la tendencia religiosa de echarle siempre la culpa a la mujer, tan apasionadamente adoptada por personas que se apegan al discurso conservador de los valores y la moral, nos tira a la trampa de invisibilizar y librar de toda responsabilidad al hombre. La responsabilidad también es un valor y rara vez se le reclama ésta a quien puso la otra mitad de la criatura concebida.
El problema de los valores, como de los estereotipos, es que dan información sobre el sujeto pero no sobre el contexto. No se trata de expulsar a nadie, y es una vergüenza que quienes llevan las riendas del país, y que parecieran tener la solvencia para hablar de virtudes, sugieran institucionalizar el cerrarle oportunidades de apoyo social y superación a jóvenes en una situación en la que más necesitan de tales recursos, y ya no sólo para ellas. La excusa de excluir a las «pocas manzanas arruinadas» que pueden arruinar al resto es una falacia. Claro que la alternativa es mucho menos atractiva*, y para las personas que temen a ejércitos de madres solteras, implicaría darse cuenta de que su discurso sobre la moralidad es parte del problema y no de la solución.
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* En contraposición a psicologizar el problema, convertirlo en cosa de individuos «sin valores», es fundamental aceptar que la misma forma de funcionar de este sistema social posibilita y justifica muchos de estos problemas, en tanto promueve dogmas y no una verdadera -llámese- alfabetización sexual (no referida únicamente a la genitalidad, sino a la identidad y al quehacer de cada persona).