El ocaso de los políticos y de los partidos políticos
Por: Francisco Quintanilla
Jenófanes de Colofón vivió entre los siglos VI y V a.C. , ejerció un espíritu crítico contra el paganismo tradicional, haciendo una crítica aguda del antropomorfismo de la literatura de Homero y de Hesíodo, quienes atribuyeron a los dioses, todo lo que en los hombres es objeto de desprecio, como el robo, el adulterio y la mentira.
Los dioses griegos fueron una creación de los hombres, y no los hombres una creación de los dioses como creyeron los antiguos griegos. De alguna forma Jenófanes de Colofón está señalando esto, al considerar que Homero y Hesíodo atribuyeron a los dioses de su época características humanas, y sobre todo características que eran condenadas por la moral griega.
Con el transcurrir de los siglos los hombres siempre han tenido dioses unos que están más allá de lo terrenal y otros terrenales, como los que señaló Monseñor Romero en una homilía (10/02/1980), denunciaba que los salvadoreños adoraban a falsos dioses como el Dios dinero, el Dios orgullo, el Dios Placer. Con el transcurrir de los años, los salvadoreños fueron construyendo otros tipos de dioses, sin abandonar los falsos dioses señalados por Monseñor Romero, dentro de los nuevos falsos dioses terrenales se tienen: el teléfono celular y los partidos políticos.
En esta breve documento, se hará una reflexión sobre sobre el segundo falso dios terrenal, los partidos políticos.
Los partidos políticos tal como se conocen en la actualidad aparecieron o fueron creados acá en El Salvador a inicios del siglo XX, ya que en el siglo XIX a nivel centroamericano la lucha por el poder fue resultado de la confrontación de dos tipos de movimientos: los conservadores y los liberales, que no eran partidos políticos propiamente tales.
Se partiría del supuesto, que toda creación sirve a su creador, pero los datos de la realidad van mostrando que muchas veces la creación se revela contra su creador y atenta en contra de él. Es decir, la creación debería ser esclava de su creador, pero resulta muchas veces que el creador se vuelve esclavo de su creación. Esto ha ido ocurriendo progresivamente con los partidos políticos, no sólo en El Salvador, sino que también a nivel de América Latina y probablemente a nivel mundial, de que los partidos políticos se han revertido no sólo en contra de sus creadores, sino sobre todo en contra de las personas que votan por los candidatos (ángeles y arcángeles) de un determinado partido político, sea de derecha o de “izquierda”.
Siendo en este sentido, los partidos políticos una creación de sus militantes y sobre todo de las cúpulas que los dirigen, estas instituciones que constitucionalmente hasta ahora se han reconocido en El Salvador como la herramienta por excelencia para acceder al poder, han ido progresivamente asumiendo características de sus creadores, sobre todo características de los miembros que forman parte de las cúpulas partidarias, que al igual que en la antigua época griega, se les ha marcado en la actualidad con la impronta de las aberraciones humanas que más lastran la dignidad humana, a saber, la corrupción en todas sus formas de manifestación, tales como la malversación de fondos estatales, el lavado de dinero, el tráfico de drogas, prostitución, la mentira sistemática, la manipulación de conciencias, etc.
La crisis de los partidos políticos en pleno siglo XXI pasa por la crisis de los políticos, por sus creadores y la crisis de los políticos pasa por la crisis del sistema educativo en general y por la crisis de la educación universitaria en particular.
De la década de los 80 para atrás en el caso de El Salvador existieron abundantes políticos que tenían mucha credibilidad, estos políticos partidarios se habían formado en la UCA y sobre todo en la Universidad de El Salvador. La credibilidad de estos políticos, los cuales estaban muy bien formados académicamente unos y otros no sólo académica sino que también éticamente, les daban también cierta credibilidad a sus respectivos partidos políticos. La gente, los votantes, a partir de esta credibilidad tenían mucha fe, mucha esperanza de que tanto partidos políticos como sus candidatos a algún cargo público, llegados al poder cumplirían sus promesas, y con ellas dar un paso en la construcción de una sociedad más justa, una sociedad, que desde su ubicación en el gobierno fueran más democrática para algunos o más socialistas para otros, liberándola progresivamente de los males que tanto daño le causaban y le siguen causando a la población salvadoreña.
La crisis del sistema educativo en general y de la educación universitaria en particular, se comienza a agudizar a partir de la reforma de 1995. Ya que este sistema comienza a producir en gran escala educandos y profesionales profundamente deficitarios y con una especie de moral que atenta contra la dignidad humana, son muy pocos con un esfuerzo personal que logran escaparse a esta vorágine que llega a una especie de canibalismo de conciencias. Ya de la UES y de la UCA no surgen políticos con una alta moralidad y con una alta capacidad académica, que al insertarse en algún partido político y al sistema partidario hagan la diferencia, todo en beneficio de la sociedad salvadoreña. Por el contario, se incorporan a algún partido político buscando beneficios personales, indistintamente a qué partido político se incorporen.
Estos políticos ya van con deformaciones éticas y una pésima formación académica, de tal forma que partidos políticos y políticos se crean simultáneamente a sí mismos. Los creadores son al mismo tiempo creados. Creadores y creados, que además de todos los males o deformaciones anteriormente señalados que poseen, se han convertido en ídolos sordos y ciegos, que no escuchan ni ven los clamores de sus electores ni del pueblo en general, creen por una parte que con el poder que el pueblo les ha otorgado serán eternos y por otra, creen que tienen el derecho de hacer del pueblo lo que les da la gana. Se han olvidado de una verdad elemental, que nada es eterno: “No hay mal que dure cien años ni hombre que lo resista”
López Castellón, E. (1998) comentando a Nietzsche en el prólogo del libro “El ocaso de los ídolos”, sostiene que para Nietzsche, “los dioses ya no eran tales, sino “ídolos”, esto es figuras de deidades falsas adoradas por una humanidad que las considera equivocadamente como representaciones de realidades objetivas y verdaderas dignas de veneración” (p.11). Este analista sobre los planteamientos del filósofo alemán, sostiene que lo que en el libro en mención se designa con el nombre de ídolo no es más que lo que hasta ahora se ha venido llamando verdad. El ocaso de los ídolos significa, pues, que el fin de lo que se ha dado a conocer como verdad se aproxima. Es decir, que eso que se ha dado a conocer como verdad a la inmensa mayoría, sólo ha sido la verdad de los poderosos sobre los que no tienen poder. Esa verdad transmitida poco a poco se develara que ha sido una mentira, y sobre todo una mentira estructural.
Partiendo de este presupuesto Nietzscheano, los partidos políticos no son dioses sino ídolos creados por sus ángeles y arcángeles, para dominar a sus militantes y a sus votantes, pero que dada su progresiva y acelerada corrupción de éstos como de sus creadores, han ido en forma acelerada teniendo ante la conciencia de sus militantes y sobre todo de los votantes menos credibilidad, en este sentido, nos aproximamos al Ocaso de los partidos políticos y de los políticos probablemente no sólo en El Salvador, sino que también a nivel de toda Latinoamérica.
Francis Bacon, filósofo Ingles que vivió entre los siglos XVI y XVII, utilizó el término ídolos, para señalar que a diferencia de los antiguos griegos, éstos no son instrumento de conocimiento, sino obstáculos al mismo.
Aplicada esta idea de Bacon a los partidos políticos como ídolos, es más que evidente que los partidos políticos como sus ángeles y arcángeles progresivamente sobre todo desde inicios de la década de los 90 del siglo recién pasado, se han convertido en instrumentos ideologizadores que adrede planifican que la población no logre conocer su realidad, la realidad nacional ni mucho menos internacional en su justa dimensión, en su se esencia, que sólo se queden en la apariencia, ya que manipulando a la población logran por una parte encubrir la realidad real y por otra manipular la conciencia de los electores para que sigan votando por ellos, adorándolos y venerándolos.
Así como nuestros antepasados, los mayas leían en el fenómeno natural de las cabañuelas, cómo sería el siguiente invierno, también la población salvadoreña, en su mayoría, progresivamente han ido aprendiendo a leer las señales de los tiempos económicos, sociales, políticos y ecológicos, que el tiempo de esos ídolos (partidos políticos) como de sus ángeles y arcángeles, está llegando a su fin.
Para terminar esta breve reflexión parafraseo un pensamiento que más bien es una interrogante de Nietzsche: ¿Son los dirigentes tan sólo un error de su partido político? o ¿Es el partido político un error de sus dirigentes?, o ¿Es que ambos son aberraciones de la historia humana?
Ante este dilema, la población de votantes, para el caso en El Salvador, en cada escenario político electoral o más bien electorero tiene el poder político democrático de votar pero también de no votar, o de anular su voto -ya que el no votar o anular su voto también es una expresión democrática, contrario a lo que piensan muchos miembros de los partidos políticos- como una de las tantas manifestaciones populares no sólo de repudio a esos falsos ídolos, sino como un indicador de que esos falsos ídolos van e irán derrumbándose poco a poco.
En este y ante este derrumbamiento de los partidos políticos y de sus cúpulas, se crean las condiciones para que aparezcan en medio de la confusión de los votantes y de su desesperanza, nuevos ídolos, como también nuevos mesías que pueden ser sinceros, que se aproximen al sentir y sufrir de la inmensa mayoría de empobrecidos, o falsos mesías, capaces de seguir jugando y manipulando ese sentir y sufrir de esa inmensa mayoría para lograr sus oscuros y nefastos propósitos.
El Salvador, Centroamérica, 22 febrero 2018.