El asesinato de Facundo Cabral debe hacernos reflexionar.

A veces no sabemos cómo expresar lo que sentimos. Esto me pasó cuando me enteré por la mañana del cobarde asesinato de Facundo Cabral. Incredulidad, rabia, impotencia, perplejidad. Son esos momentos en que quisiéramos estar soñando y pensar que despertaremos para enterarnos que el mal no ha sucedido.

Hoy por la mañana, al enterarnos de la muerte de Cabral, simplemente hemos tenido una confirmación de lo que ya sabemos, a nuestros países se los está tragando la violencia. Guatemala a la cabeza junto a México, nosotros vamos en ese rumbo. Cabral nos impacta muchísimo, pero todos los días mueren seres humanos víctimas de la violencia. Todos tienen familias que los lloran, todos generan luto y dolor en los que les amaban.

Este nivel de violencia que se expresa en el crimen organizado y el narcotráfico, es parte de la violencia generalizada que ha caracterizado nuestras sociedades. Hemos sido sociedades históricamente violentas. No solo de violencia física, hay otras formas igualmente condenables. La discriminación, la pobreza, la exclusión social y económica, son formas graves de violencia endémica que padecemos de siglos.

En nuestras sociedades el crimen organizado y el narcotráfico no se instalaron de un día para otro, fueron procesos que duraron años, se desarrollaron ante la complacencia de las autoridades, con la complicidad de muchos empresarios, aprovechándose de la pobreza y la exclusión para reclutar sus aparatos de operación, a esto agreguemos la indiferencia de todos. La débil institucionalidad democrática fue insuficiente para detener este crecimiento.

Esto es como las cárcavas, si se hubieran atendido cuando comenzaban hubiera sido fácil y barato, ahora que han crecido y se tragan barrios completos, cuesta millones resolver el problema. Cuando comenzaban las maras que tenían la forma de pandillas estudiantiles hubiese sido mucho más fácil enfrentar el problema. Miles de vidas se hubiesen salvado, mucho dolor y luto se hubiera evitado. Detrás de las maras venía el narcotráfico, esto lo sabían nuestros dirigentes políticos, sociales y empresariales ¿Qué hicieron para evitarlo?

Una parte importante de nuestro empresariado se ha caracterizado por la búsqueda de ganancia fácil y rápida. Para ello no les ha importado engañar o estafar al consumidor, la mala calidad de los productos y servicios, eliminar la competencia y buscar el monopolio, violar los derechos laborales, el robo y evasión de los impuestos. Todo se vale en aras de la máxima ganancia. Por ello les convenía un Estado débil y a su servicio.

 Los Estados débiles son los ideales para el desarrollo del crimen organizado y el narcotráfico que también buscan la máxima ganancia con engaño, extorsión. La poca institucionalidad de los Estados patrimonialistas son caldo de cultivo para la violencia delincuencial.

En nuestro país todavía estamos a tiempo de frenar la violencia y evitar llegar a la situación de Guatemala y México. Pero requiere del esfuerzo de todos. Por ello es clave el impuesto a los grandes capitales, que servirá para obtener los recursos necesarios para combatir este mal. Los mejores planes no sirven si no cuentan con recursos. Todos debemos ser vigilantes que estos dineros se inviertan en forma eficiente y honesta, esa es una de las grandes tareas ciudadanas. Pero no deben haber más pretextos, los que más tienen deben colaborar, además tienen más que perder. Ya no se valen los pretextos.

La muerte de Facundo Cabral no debe ser en vano. No basta con capturar a los que cometieron el crimen. Hay que combatir la violencia desde sus raíces. Solo así evitaremos, que en nuestros países todos los días mueran decenas de “Facundos anónimos”.

Ayutuxtepeque, sábado, 09 de julio de 2011.

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