En la tumultuosa historia de nuestros pueblos hay una constante: casi todas nuestras sociedades denotan culto al militarismo como imagen de «disciplina» y «control» esto a costa de graves, gravísimas restricciones no sólo a la libertad individual, sino a la democracia aparantemente tembleque en la que vivimos. El militar, el uniforme, inspira «poder», por eso se les encuentra tanto en la literatura latinoamericana y en ciertas caricaturas de gobernante que rigen algunos de nuestros países. Ante la inminencia del caos, siempre se anhela volver al sometimiento «orden» que se vive en las sociedades militarizadas. Es una constante. Es una tristeza que se anhele la condición de ganado que sigue ciegamente las órdenes del General. Es indignante que la coerción sea un recurso deseado.
Es muy gustado el recurso de las cortinas de humo en estas tierras nuestras, para ejemplo, un botón: el pasado lunes se hizo la mayor alharaca posible en TCS y la prensa parcializada [de derecha] sobre una «ofensiva» de parte de las maras en contra de la población civil. Me parece que si la empresa privada está dispuesta a perder millones de dólares al cerrar sus puertas temprano ante «el peligro de andar en la calle» ,a creerle a una cadena de correos electrónicos y jugar descaradamente con la desinformación, tenemos una argolla de poder económico demasiado sabedora de la sociedad que le cobija; el salvadoreño promedio cayó: las calles presentaban tráfico ingente, los pasajes y negocios estaban desiertos. Era el escenario perfecto para profetizar.
El Noticiero en su edición de las ocho de la noche tuvo como invitado a Antonio Almendáriz, coronel retirado y actualmente diputado por el PCN. La entrevista no está disponible en internet, usted tendrá que confiar en mí cuando le resumo la temática de la misma. Almendáriz opina que:
1. Debe acuartelarse a la PNC sin pagar horas extras [«en tiempo de guerra vivíamos acuartelados y nadie nos daba un cinco de más«];
2. La inteligencia estatal debe ser utilizada dado que la Comisión de Investigación del Delito no es suficiente [en lo único que estoy de acuerdo con él];
3. Cree que no es adecuado mezclar a la PNC con las FAES, [«O es la policía o es el ejército, no podemos mezclar el culantro con la verdolaga»]
4. «Estamos en guerra».
Ahora, el quinto punto de su entrevista es el que me consterna en mayor medida. Cuando Moisés Urbina le preguntó si el ejército iba a sugestionar a las maras y hablar con la población o si iba a erradicar el problema, Almendáriz dijo [y cito]: «A estas alturas la disertación ya no nos sirve, a nosotros sólo nos han enseñado a reprimir». Espero en realidad que este sea el pensar nada más de un militar retirado, que el EMCFA que rige Mungía Payez no sea tan falto de criterio, tan socialmente miope, como este señor. Es peligrosísimo que un funcionario público se exprese de esta manera en horario pico de audiencia en uno de los canales de mayor alcance. Y es más peligroso aún que lo diga con cierto dejo de orgullo. Esperemos, por el bien de este país, que estas sean importunas declaraciones de alguien que añora las «viejas glorias» de la FAES y nada más.
PD: Agradezco públicamente a Hunnapuh por invitarme a su espacio, espero algún día llegar a la altura de quienes acá colaboran. A vosotros, cuerpo de lectores, expreso mi respeto y les suplico paciencia ante mi tendencia a decir las cosas un-poco-más o menos-fuertemente.
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