Si bien es cierto, la percepción de inseguridad pública, doméstica y vial no es de exclusiva responsabilidad del gobierno ni de los noticieros. Tampoco podemos negar que la construcción de la agenda mediática y la pauta publicitaria de telefónicas, aseguradoras, agencias de seguridad privada, comercializadoras de autos nuevos/usados o repuestos influyen en la percepción ciudadana que el transporte privado es más seguro que el transporte público.
Como consumidora de noticias estoy convencida que hay más robos de autos que de buses y como usuaria del transporte colectivo puedo atestiguar que hay más abusos sexuales en los buses pero definitivamente más violaciones sexuales en los parqueos privados de centros comerciales.
Por otra parte, como peatona puedo dar testimonio de los abusos e irrespetos de toda índole por parte de motoristas privados y públicos. Y de igual forma puedo reconocer que me siento igualmente vulnerable sentada al lado de un desconocido en un bus en malas condiciones conducido por un motorista cansado que en un cómodo asiento de un auto esperando ansiosamente la luz verde del semáforo por las amenazas del entorno en rojo.
Más que eso me atrevería a asegurar que el miedo y el riesgo de ser víctima de la inseguridad pública no desaparece con el sueño salvadoreño que persiguen los ahorros o acceso a crédito personal del primer empleo que es comprarse un auto que aunque no mejore su calidad de vida ni disminuya el estrés, mantenga a salvo su celular y sus documentos personales.
Y en otras esferas, ese miedo tampoco desaparece con polarización vidrios, ni con 4 agentes de protección personal armados con fusiles que cuidan a cada diputado. Ni con una camioneta blindada de más de 100 mil dólares para atravesar el centro histórico que obliga a preguntarle al funcionario que clase de enemigos o amenazas enfrenta para requerir de ese tipo de protección y cuál es el mensaje que envía a sus turistas.
Leer artículo completo publicado en ContraPunto, miércoles 26 de septiembre de 2012
http://www.contrapunto.com.sv/tribuna/ningun-auto-devolvera-su-seguridad
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