Por: Francisco Quintanilla
Uno de los conceptos fundamentales que desarrolla el gran filósofo alemán, Federico Nietzsche (1999), en una de sus obras monumentales, “Así habló Zaratustra”, es el del Superhombre, como el estadio superior, en la evolución del ser humano.
El superhombre según Nietzsche, a diferencia de su estadio antecesor, que son hombres débiles, es un hombre orgulloso, no humilde, astuto, no manso, bélico, no pacifico.
El superhombre, a pesar de que se ve tentado a sentir compasión por los más débiles, es un hombre que no debe sentir compasión por ellos. Escribía Nietzsche en su época, que frente a la realidad del hombre de hoy que inspira lastima, anuncia la aparición del superhombre.
Nietzsche, sostiene, que la debilidad de los mediocres no puede empañar el derecho del fuerte a ser feliz en medio del dolor, pues no puede concebirse una vida en la que el gozo no vaya acompañado del sufrimiento.
Nietzsche, por medio de la palabra de Zaratustra, se opone a que el sistema de valores de los hombres débiles, mediocres se imponga y condicione la vida del superhombre.
Algunos intérpretes de la filosofía de Nietzsche, consideran que este concepto de superhombre se tomó como fundamento para justificar e impulsar el nazismo y el racismo y que una raza que se consideró y se sigue considerando como superior, deberá eliminar a granel a millones de hombres y mujeres, niños y ancianos, que se consideraban del estadio anterior al superhombre, es decir, los de la estirpe de los mediocres, de los débiles.
Sea o no correcta esta interpretación de este aspecto de la filosofía de Nietzsche, lo cierto es que esta obsesión, por la superioridad de una “raza” humana sobre otra, lamentablemente ha seguido sirviendo como justificación y legitimación, de que la “raza” o “razas superiores”, están en el deber de eliminar a las “razas inferiores” y de no sentir compasión de eliminar a decenas de millones de hombres a nivel mundial, utilizando diferentes estrategias o herramientas, ya sea por medio de guerras militares, de hambre o de enfermedades, haciendo uso de armas convencionales, químicas, biológicas o ecológicas, así como provocando hambrunas masivas, o enfermedades, etc.
Esta idea o concepción de un hombre superior, en forma explícita o implícita fue asimilada y enarbolada obsesivamente en términos generales por la cultura anglosajona y en particular por los que se autodenominaron arios, tanto en Europa como en Estados Unidos.
La idea y horizonte del superhombre planteada por Nietzsche y fundamentada genéticamente en la teoría naturalista creada por Charles Darwin, en concreto, de que, quienes sobreviven y tienen derecho a sobrevivir son los más fuertes a costa de los más débiles, es una ley natural, y como tal ley, nadie tiene que inmutarse ante tal hecho de la realidad natural.
Este superhombre, que como se dijo anteriormente, es un hombre fuerte, orgulloso, bélico, insensible, y no debe sentir compasión por los demás miembros de la raza humana, ni dejarse embaucar por un sistema de valores impuesto por la inmensa mayoría de hombres mediocres y débiles, sino tener su propio sistema de valores, que es no tener valores. Este tipo de hombre, es el que se ha encargado de dirigir los destinos del mundo entero.
En este dirigir el mundo, que más bien, es un mal dirigir, en su ambición de imponer su voluntad de poder a toda costa, ha creado e impulsado guerras genocidas en forma exponencial con el propósito de eliminar a todos aquellos que considere que no son de la estirpe de los superhombres, es decir, con el propósito de eliminar a todos los seres humanos débiles y mediocres, y posibilitar el camino y la tierra allanada para que su especie se apodere y pueble todo el mundo.
Es esta especie de superhombres, quienes invadieron tanto el continente africano y americano, apropiándose de todas sus riquezas naturales, y asesinaron en cien años a más de setenta millones de nativos en América, que les permitió ser lo que son, y con palabras de Eduardo Galeano (1999), en su obra “Las venas abiertas de América Latina”, los europeos son lo que son porque nosotros somos lo que somos, es decir, los europeos y su extensión en los Estados Unidos, son lo que son a costa del empobrecimiento y sacrificio de los pueblos americanos, y porque no decirlo, también de los pueblos africanos.
Es esta especie de superhombres, los que, desde el descubrimiento del petróleo como fuente energética, los que siempre a toda costa, han intentado dominar el medio oriente.
Es esta especie de superhombres, los que impulsaron el racismo y la esclavitud a escala mundial y se nutrieron de ella, sin sentir el más mínimo malestar de su conciencia, ni el malestar en su cultura.
Es esta especie de superhombres, la principal responsable de deteriorar y contaminar el medio ambiente, de provocar un cambio climático antinatural, a tal grado de poner en riesgo la existencia de toda la vida en general y de la vida humana en particular.
Es esta especie de superhombres, que, en su ambición de poner la naturaleza al servicio de sus intereses económicos más bastardos, ha utilizado y desarrollado la ciencia y la tecnología con propósitos antihumanos.
Es esta especie de superhombres, en sus máximos niveles del poder económico, político y militar, los que se han encargado de dirigir las políticas, estrategias y acciones para “combatir” la pandemia del COVID19 y sus estragos.
Las políticas, estrategias y acciones para combatir la pandemia del COVID19 y sus estragos, han sido impulsadas, como era de esperar, por la arrogancia de los superhombres, de arriba hacia abajo, dejando de lado, que las mejores estrategias para enfrentar muchos tipos de problemas que abaten a los pueblos o a la humanidad entera, no son las que derivan de arriba y desde afuera sino desde abajo y desde adentro, es decir, desde la gente que mayoritariamente, para el caso, está sufriendo los estragos de la pandemia del COVID19, y no desde los que por sus condiciones de vida material y su acceso a un sistema de salud de mejor calidad, tienen mucho menos posibilidad de padecer los efectos de este virus.
Si las políticas, estrategias y acciones para enfrentar esta pandemia hubieran desde un inicio involucrado a las organizaciones de barrio, colonia o comunidad, los resultados actuales, serian radicalmente distintos en favor de la salud de la población mayoritaria, pero la arrogancia de la mayoría de gobernantes a nivel mundial, con mala intención o sin ella los llevó y los ha llevado a cometer gravísimos erros, que los costos humanos han sido y continúan siendo altísimos: millones de personas se ha contagiado de este virus y decenas de miles han muerto y lamentablemente continuaran muriendo asesinadas por medio de la pandemia del COVID19, agudizándose la mortandad por el hambre que se ha profundizado.
La arrogancia de la estirpe del superhombre, los ha llevado como gobernantes en sus respectivas regiones, a decir, que sus políticas, estrategias y acciones están funcionado para combatir la pandemia; casi ningún gobernante ha dado su brazo a torcer, de que hasta ahora han fracasado, ya que miles de personas continúan muriendo a diario a nivel mundial, sobre todo, de la inmensa mayoría de excluidos, de empobrecidos que son víctimas estructurales de las políticas caníbales de quienes supuestamente quieren salvarlos del COVID19, es decir, de los superhombres.
Después de las valoraciones hechas anteriormente, es válido, en estos momentos preguntarse, sí el Superhombre a quien Nietzsche alabó como una especie superior de hombre es una evolución o una involución del ser humano, y que el mundo anglosajón, interiorizó y encarnó en su cultura y en su vida individual y grupal, constituyéndose en su espíritu absoluto (Hegel).
Para tratar, más que de responder, más bien de reflexionar sobre la anterior cuestión, es ineludible, hacer referencia a una idea planteada por el escritor y cineasta estadounidense Michael Moore (2001), en su libro “Estúpidos hombres blancos”, que detrás de las maldades más grandes cometidas por los hombres en contra de la humanidad, no encuentra cometiendo dichas maldades a uno de piel negra, piel roja o piel amarilla, siempre encuentra a uno de piel blanca, a un anglosajón, es decir, al encarnador, de la imagen del superhombre.
Si evolucionar, significó para Nietzsche la supervivencia y existencia de los hombres más fuertes a costa de los más débiles biológicamente entendidos, no hay duda que constituye la expresión de una evolución. Pero, si tal hecho o suceso, se valora, no como un dato o expresión biológica, sino como una cuestión de fuertes implicaciones históricas, económicas y sociales, entonces, la erradicación de los segundos por los primeros, no es más que la expresión de una involución humana. Es decir, el superhombre, es una manifestación de una involución de la humanidad, retrocediendo, a etapas anteriores de muchas centenas de miles de años atrás, donde, el ser humano estaba condicionado más por factores biológicos que por factores sociales e históricos; las leyes que prevalecían y determinaban su vida eran más las biológicas y menos las sociales e históricas.
Siendo más radical, se podría decir, que el superhombre, es el eslabón perdido, que hace mucho tiempo atrás los especialistas en esta área han andado buscando, sin darse cuenta, que el ser humano como tal, todavía no ha aparecido, siendo sus destellos anunciadores, no el eslabón arrogante, orgulloso, bélico y sin sensibilidad humana, sino ese tipo de hombre, del cual Nietzsche, justificó su desaparición a manos del superhombre: los hombres débiles, mediocres y compasivos.
Entonces, ¿quiénes tienen más posibilidades humanas de salvar a la inmensa mayoría de empobrecidos, de excluidos estructurales del mundo dominado por los grandes imperios, de los estragos de una pandemia como la del COVID19?
Por lo valorado, hasta este momento, lo propiamente humano no puede ser salvado por lo antihumano, es decir, la inmensa mayoría de excluidos y empobrecidos no pueden ser salvados por los que los han excluido y empobrecido; la salvación, su salvación, de esta inmensa mayoría, que cada día son más y más pobres, puede y debe derivar de ellos mismos.
En este nivel de reflexión, se formula la interrogante ¿qué hay más allá del superhombre? Hay y debe de haber por exigencias históricas un ser humano, sino compasivo, en el sentido de sentir lastima por los demás, si un ser humano, solidario y comprometido con los avatares y sufrimientos de los demás, un ser humano que logre comprender, que la existencia de la humanidad y del mundo humano, ya no sólo depende de la lucha de clases sociales, sino que es una lucha por la vida total, lucha que se libra y debe librarse en el enfrentamiento entre la estirpe del superhombre y la inmensa mayoría de excluidos en todos los rincones del planeta tierra.
Debe de haber, con palabras del gran filósofo Platón, un ser humano, que se dé cuenta, que buscando el bienestar de los demás, encuentra el suyo propio.
Debe de haber, un ser humano, que se de cuenta, que por más intentos que haga, por medio de la ciencia y de la tecnología, de dominar la naturaleza y ponerla a su servicio, jamás, podrá dominarla absolutamente y ser más fuerte que ella, y que no es la naturaleza y el universo quien necesita al ser humano para existir, sino, que es este quien necesita para existir y vivir humanamente a la naturaleza y al universo.
Referencias
Galeano, E. (1999). Las venas abiertas de América Latina (15ª edición). España: Siglo Veintiuno Editores.
Moore, M. (2001). Estúpidos hombres blancos. Recuperado de http://bdigital.binal.ac.pa/VALENZANI%20POR%20ORGANIZAR/Moore,%20Michael-estupidos%20hombres%20blancos.pdf
Nietzsche, F. (1999). Así habló Zaratustra. España: EDIMAT LIBROS.
24/05/2020
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