Desde que la izquierda llego al poder formal (gobierno o ejecutivo) se han realizado una buena serie de transformaciones, que aunque no suficientes si han tocado en cierta forma la base económica y social, empoderando a ciertos sectores y enriqueciendo a otros (bueno en un país como este, tan injusto, todo se vale).
Pero en lo que es el sistema político o de partidos, con el cual queremos ir de una democracia formal a una real, tan solo algunos cambios se han dado y estos han resultado insuficientes, lo cual nos hace ver como lo leíamos en los manuales del materialismo histórico basados en Marx que a veces no hay correspondencia dialéctica ente lo que es la base económica y la superestructura jurídico-político-cultural.
Para algunos esto se traduce en un desencanto de las instituciones: pues se habla mucho de cambios pero mucha gente dice: ¡y a mi en que me ha beneficiado¡.
En el presente y aún mas en el futuro esto lo podríamos ver en desencanto, apatía, abstencionismo, desinterés; y esto nos puede afectar a todos pero sobre todo a los políticos de izquierda y derecha, no digo de centro porque eso no existe en este país.
En las próximas elecciones presidenciales y en las que le seguirán va a ser contundente este resultado y se cuestionara el poder del voto para la solución de los problemas nacionales.
Esto, sin embargo, y sin tocarlo a fondo esta en las raíces de la cultura y la educación en la que nos han metido por siempre las clases dominantes y sus lacayos: los políticos y funcionarios.
Claro, el problema esta en lo mas profundo, desde la época colonial las instituciones han fallado, nos ha faltado un pensar propio que acompañe a esas instituciones.
Hemos sido una especie de huérfanos dependientes de metrópolis imperiales.
En el actual gobierno de izquierda el ministerio de educación y la secretaría de cultura con todo y las buenas intenciones simplemente han fallado se han demostrado como incompetentes para la gestión cultural, y no es que lo hayan hecho peor que los anteriores gobiernos; es que han sobre-politizado su gestión y eso las ha vuelto ineficaces a la hora de los resultados, por ejemplo: las manifestaciones artísticas y otras culturales han adolecido de verdadero carácter de prioridad en el apoyo de sus agentes, actores y autores.
Así no se marcha bien en la historia como nos recordaba el filosofo-mártir: el jesuita (I. Ellacuría); esa no una manera de encargarse, hacerse cargo y cargar con la realidad como le enseño su maestro (X. Zubiri). A estas alturas ya hay un peligroso desencanto de la política entre unos medios de comunicación que bombardean con politiquería y propaganda de manera desmesurada.
De esa forma solo se ve la lucha política o conflictos de poder.
Y esto alcanza a todas las manifestaciones sociales e institucionales, desde lo sentimental-religioso en sus distintas denominaciones el cual esta ahora mas politizado, desencantado y resquebrajado o padeciendo de sectarismo, hasta la misma vida cotidiana donde campea la violencia y la irrespetuosidad.
La cohesión social misma se ha puesto en entredicho. Si de alguna manera este gobierno se ha preocupado por los mas pobres tratando de que estos accedan a la estructura productiva, en otra forma se ha fallado algo mas trascendental que no lo arreglan el dinero y las maquinas como es la creación de una verdadera cultura que se manifieste en la historia del poder y el pueblo o lo que Hegel llamaba el "Espíritu absoluto".
Eso es fundamental para el arranque hacia el desarrollo o desenrollar de la misma sociedad. Hemos fallado en las distintas formas del pensar. Lo mas real de lo real no es como creía Marx la infraestructura económica, sino la realidad en cuanto "yo" la aprehendo de una forma sentiente (Zubiri). Las ideas a veces juegan un papel mas fundamental en lo real.
Por eso es que la cultura es la que hace la misma riqueza de los pueblos. Ahora se habla mucho de ciencia y tecnología pero somos incapaces de producirla, de ella en casi todo somos dependientes, no digamos en el pensar.
Hacer de esta sociedad un pueblo culto es un verdadero reto para lograr un autentico desarrollo humano.
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