La renuncia de Norman Quijano a la candidatura de la alcaldía de San Salvador por el partido ARENA se produce cuando faltan solamente cuatro meses y veintitrés días para las elecciones de diputados y concejos municipales del próximo año. En una elección como la que tenemos en marzo próximo, la alcaldía capitalina es la pieza más importante de la disputa electoral, considerada como la principal joya de la corona electoral.
Mientras otras fuerzas políticas trabajan en la consolidación de sus candidaturas, preparan sus programas de trabajo e integran sus concejos municipales, el partido ARENA da un golpe a su propia mesa de juego y desecha la que sería su pieza más importante. Este hecho, sin precedentes en la historia electoral reciente, solo ha sido posible a partir de tres premisas políticas que ese partido ha tenido que considerar.
La primera premisa es la plena constatación que con Norman como candidato se avanzaba hacia una derrota segura. Las encuestas de opinión internas que ese partido suele hacer periódicamente, deben haber sido un factor de medición de mucha prioridad. Los resultados de las mismas deben haber sido incontrovertibles y claros, la distancia debe haber aparecido como irremontable en las actuales circunstancias.
La segunda premisa consiste en la conclusión que la alcaldía de San Salvador no se puede perder. Para ARENA una derrota en el municipio de San Salvador, aunada a otras probables derrotas por la mala gestión de sus alcaldes en otros municipios de gran San Salvador, significaría una imagen de derrota en las próximas elecciones. Este lujo no pueden permitírselo.
Perder San Salvador, Mejicanos y Soyapango sería fatal para ARENA en cuanto a imagen y en cuanto a fuerza real. No nos olvidemos que el voto de los alcaldes también “jala” votos para los diputados, si estos tres importantes y poblados municipios los pierde ARENA, puede también disminuir el número de su fracción legislativa. Además debemos de tomar en cuenta que en elecciones de diputados y alcaldes, la campaña del municipio de San Salvador adquiere en la práctica el carácter de una “Mini Presidencial”, este municipio es la vitrina nacional de todo partido y tiene un efecto nacional.
Y la tercera premisa es la evaluación de que todavía es posible revertir un resultado adverso. ARENA pudo haber concluido que un cambio de candidato les posibilita a cuatro meses y días de la elección, remontar la desventaja y mantener en su poder, la joya de la corona. Este cálculo de “probabilidad de triunfo” puede tener mucho de subjetivo y de buen deseo, pero también puede tener algunos elementos objetivos en su base, los cuales podrían estar determinados por el estudio a fondo de sus propios estudios de opinión.
Sin dudas, el logro de la renuncia ha sido a través de la negociación con Norman Quijano. Los poderes que controlan el partido decidieron que no era prudente darle simplemente una patada en el trasero y es evidente que presionaron y lograron un acuerdo básico. De esta forma logran una renuncia limpia, sin pleito interno, lo cual les posibilita dar los siguientes pasos.
Solo el logro de un acuerdo hizo posible que Norman renunciara acompañado de casi todo su actual concejo municipal y algunos empleados, en una conferencia de prensa formalmente convocada, con un texto y un contexto que evidentemente fue negociado. Solo así se explica que Norman, después de leer el comunicado de su renuncia, que fue cuidadosamente redactado se negara a responder preguntas de la prensa. Solo así se explica que inmediatamente después aparece el Presidente del COENA, saludando la valiente decisión de Norman y tendiéndole un puente de plata, al ofrecerle una candidatura a diputado.
Lo que observamos el miércoles 08 de octubre a partir de las cinco de la tarde, fue un espectáculo cuidadosamente montado para que la renuncia tuviera el menor impacto negativo posible. Espectáculo resultado de un frío cálculo político y de una estrategia finamente hilvanada.
Pero la historia apenas está comenzando. Es casi seguro que los asesores de la campaña arenera ya deben tener definidos los siguientes pasos lógicos de este proceso. Ahora viene el espectáculo de la sustitución. Nombrar un buen candidato a alcalde y un buen concejo municipal es clave; si no logran alta calidad, no salen de nada. El nombramiento debe producirse manteniendo la unidad interna del partido; si surge una diputa por ese cargo, tampoco salen de nada. Además podrían buscar e implementar algunos mecanismos de consulta con las bases y la ciudadanía capitalina; San Salvador tiene el concejo municipal más grande del país, hay espacio para resolver aspiraciones, y de paso dar imagen de democracia interna.
Después vienen otras fases de este proceso a las cuales me referiré en otra ocasión. Los asesores de ARENA son muy inteligentes, pero la sabiduría popular es mayor y a veces va delante de las estrategias de marketing electoral.
Ayutuxtepeque, viernes, 10 de octubre de 2014.
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