La elección de Magistrados de la Corte de Cuentas y Tribunal Supremo Electoral.

La elección de segundo grado que realizó la Asamblea Legislativa en la plenaria del  pasado jueves 16 de junio está dando mucho de que hablar. Pareciera que nuestros diputados viven en un extraño mundo donde el clamor de la ciudadanía no alcanza a llegar ni siquiera como suave rumor. Las viejas mañas que han caracterizado este tipo de elección se volvieron a repetir, ahora con un mayor nivel de sofisticación.

 Lo primero que destaca la atención es el hecho que los diputados volvieron a hacer un “Combo” de las dos elecciones. Las dos instituciones son de naturaleza diferentes, los requisitos para ocupar esos cargos son diferentes, los tiempos para los que son electos los funcionarios de estas son diferentes, las razones de la elección también lo son. Pero a pesar de todas estas diferencias, las dos elecciones se hicieron coincidir para poder fabricar un paquete que valga la pena repartir.

 La mayoría de los funcionarios electos en la plenaria de ese jueves tienen filiación y militancia partidaria. Su elección no ha sido consecuencia de ser los más destacados o los más idóneos entre el numeroso grupo de candidatos que se sometieron al escrutinio legislativo. La razón que determina su designación es que gozan de la confianza de las élites políticas electoras.

 Esto convirtió el proceso de selección en un espectáculo mediático para distraer incautos, pues la decisión no se tomó en el seno de una Comisión Legislativa con expedientes de los candidatos en mano. Esta se cocinó en una reunión privada fuera del recinto legislativo entre los principales dirigentes de dos partidos políticos, que juntos suman la mayoría simple que se requería en este caso.

 De esta forma, los diputados burlaron a los salvadoreños que creyendo en la seriedad de nuestras instituciones y sus funcionarios habían presentado sus hojas de vida y se sometieron al proceso que la Asamblea Legislativa había determinado. Pero también se burlaron de muchos ciudadanos, ciudadanas y organizaciones de la sociedad civil que han exigido mecanismos transparentes de elección y nombramiento de funcionarios idóneos.

 Como consecuencia, el principal cambio que se produce es que estas instituciones cambian de dueño. El PCN pierde el control que mantuvo por más de dos décadas en la Corte de Cuentas y pasa ahora a ser controlada por un concubinato de GANA y el FMLN. El Tribunal Supremo Electoral, pasa de ser controlado por ARENA al control del FMLN. El verdadero cambio que consiste en la ciudadanización de estas instituciones, eligiendo funcionarios por su calidad e idoneidad y no por la confianza partidaria, tendrá que esperar todavía quien sabe cuanto tiempo.

 En el fondo, lo que no ha variado es la concepción del Estado como botín de guerra. Ahora el partido en el gobierno se siente con el derecho de asumir el control que antes tenía el partido derrotado. Un nuevo partido que todavía no ha participado en elecciones se siente con el derecho de tomar para sí el despojo que deja un partido moribundo herido por una sentencia de la Sala de lo Constitucional. Los dos partidos despojados asumen ahora un discurso similar al de los nuevos conquistadores. Así se invierte la dinámica política, pero en el fondo nada cambia.

 Algunos analistas y comentaristas en los medios de comunicación han señalado que los funcionarios recién electos tienen derecho a que les brindemos el beneficio de la duda. Que veamos sus hechos y acciones y que sea en base a ello que los califiquemos. Esta posición es correcta, pero ello no debe inhibirnos a decir lo que pensamos. Además la presión social puede obligar a los funcionarios a asumir una conducta más profesional y apegada a la ley.

 Este beneficio de la duda puede servir a personas como el nuevo Presidente de la Corte de Cuentas para que se anime a romper definitivamente los tenues lazos que todavía lo unen al PDC y asuma un rol de verdadera independencia. En la Procuraduría General de la República no hizo mal papel cuando fue su Procurador. Para él podría ser una oportunidad de demostrar sus capacidades e independencia. Así ganaría él y ganaría el país. Pero en este caso, solo los hechos nos dirán la verdad.

 Ayutuxtepeque, lunes, 20 de junio de 2011.

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