Filosofía y ciencia: su origen y relación – Parte 1

Por: Francisco Quintanilla

NicolasCusa

Nicolás de Cusa, filósofo y matemático alemán, vivió en el siglo XV d. C., uno de los libros que escribió este pensador, fue el de la Docta Ignorancia, cuya idea fundamental, es dar a conocer que el ser humano siempre tendrá límites en el conocimiento, es decir, nunca tendrá la capacidad de conocerlo todo; límites de los cuales el ser humano deberá tener conciencia.

El concepto de Docta parecería a simple vista, contradictorio con el concepto de ignorancia, ya que el primero se refiere a alguien que tiene muchos y profundos conocimientos sobre algún sector de la realidad, es decir, es docto en una determinada área, por el contrario el concepto de ignorancia encierra en sí mismo, la idea de alguien que no sabe nada de una determinada área o de muchas. Sin embargo, dichos conceptos abrigados en un título, son complementarios, ya que el título de Docta Ignorancia, supone o más bien señala, que el que tiene conciencia de los límites de su conocimiento acerca de algo o acerca de muchas cosas, tiene conciencia de su ignorancia, es decir, es una ignorancia de la cual se toma conciencia, casi al estilo de Sócrates.

Sócrates (V-IV a. C.), consideró que el principio de todo conocimiento y del conocer, es la ignorancia, es el tener conciencia de cuantas cosas no se saben, para que, de ello surja la necesidad de conocer. Este reconocimiento de la ignorancia, implica que es una ignorancia consciente, que al igual o similar a lo que plantea el concepto o categoría de docta ignorancia, pone al descubierto que el tener conciencia de los límites del conocimiento y del conocer, así como los límites de la ignorancia, puede esto llevar al ser humano a que progresivamente vaya dejando las tinieblas de la ignorancia.

A partir del anterior planteamiento, adentrémonos en el enorme océano de la producción filosófica y científica y sobre todo de su vinculación, para lo cual ineludiblemente hay que remitirse a la época de la antigua cultura griega.

En la época de la antigua Grecia el que filosofaba hacia ciencia y el que hacia ciencia, filosofaba; ciencia y filosofía constituían dos expresiones de un mismo rostro: el de querer conocer el principio (arjée) de todas los cosas de cuanto existen.

Para Platón y para su Alumno Aristóteles, el filosofar y por lo tanto el hacer ciencia, tenía su origen en lo que ellos llamaron la Perplejidad, que es algo similar, a la impresión de realidad. Sólo que esta perplejidad, para Platón era de las ideas, y en Aristóteles era una perplejidad de las cosas.

De la perplejidad se originaba el filosofar que a la vez era un pensar científico, o un reflexionar científico que a la vez era filosófico. La filosofía y la ciencia como formas de querer entender la realidad como realidad, constituían una unidad.

Frank (1965), sostiene que: “La unión de la ciencia y la filosofía fue posible, solamente durante el periodo de separación de la ciencia y la tecnología. La ciencia moderna nació cuando la tecnología se hizo científica” (p.24). Es decir, que la unión de la ciencia y la tecnología determinó la separación de la ciencia y la filosofía, pero esta separación sólo supone que ambos tipos de saberes seguirían su propio camino, no supone, que la ciencia y los científicos desconozcan que las ciencias tengan hundido su origen en las raíces más profundas de la filosofía. Aceptar lo contario, es no tener conciencia de la ignorancia y de sus límites y limitantes.

Este mismo autor, considera que sería una idea muy simple aceptar que las diversas disciplinas científicas surgieron o se desprendieron de la filosofía, producto de la división del trabajo, más bien, surgen de esa unión entre la ciencia y la tecnología experimental.

Tanto en la época clásica de la antigua Grecia como en la época del imponente imperio Romano y en toda la época medieval, no hubo una distinción entre una reflexión filosófica y una valoración científica. Toda valoración acerca del universo, del mundo, del hombre, era a la vez científica y filosófica y a la inversa. Y esto era así, porque la actividad experimental en estas épocas, era considerada como una especie de trabajo manual, y el trabajo desde la época griega era considerado como una ofensa para los que se dedicaban a hacer filosofía y por lo tanto, también a hacer ciencia. El trabajo era una actividad a la cual debían dedicarse nada más los esclavos, los artesanos, los agricultores; la clase superior, la clase privilegiada, su forma de vida por excelencia era el ocio, tiempo que lo utilizaba para pensar, para reflexionar sobre los problemas fundamentales de su época, que fueron considerados los problemas fundamentales de la filosofía y a la vez de la ciencia.

Esta concepción de que el trabajo es una ofensa, se necesitó muchos siglos para que progresivamente fuera superada. Pero mientras esta concepción existió, al concebir que la actividad experimental era una especie de trabajo manual, seguiría por una parte, siendo rechazada por los que se dedicaban a hacer ciencia y filosofía, y por otra, a aceptar, que la vía más apropiada de considerar que una teoría, principio o ley era válida, era mediante el entendimiento y no mediante la experiencia o experimentación. Es decir, que la única vía para aceptar que algo es científica y filosóficamente valido, es concebir que algo llega a ser o es inteligible y plausible mediante el entendimiento y no mediante la experimentación.

Fue hasta los siglos XVI y XVII, que nace la ciencia moderna con Galileo Galilei y Newton, donde, además de que las ciencias se desprenden definitivamente de la filosofía, también, ya no se acepta como algo científicamente válido lo que se concibe como inteligible y plausible, sino aquello que es comprobado por medio de la experimentación; acá en este preciso momento, la ciencia camina de la mano con la tecnología, y por lo tanto, el método más apropiado para demostrar que algo es científicamente valido, es el experimental.

Por supuesto, el desprendimiento de las diferentes ciencias de la filosofía, desprendimiento, que ya se encuentra su antesala en el sistema filosófico de Aristóteles, no indica una autonomía absoluta.

Ellacuría (2009) sostiene que científicos como Descartes (XVI-XVII), Leibniz (XVII-XVIII) y Newton (XVII-XVIII), vieron todavía la necesidad de filosofar. Lo cual indica, que además de que no se puede o no se debe hacer ciencia sin filosofía, como tampoco se puede filosofar sin tomar en cuenta los planteamientos científicos, que el desprendimiento de las ciencias de la filosofía no es un desprendimiento absoluto, sino relativo.

El mismo Albert Einstein en el siglo XIX, en forma recurrente necesitó de la filosofía para desarrollar sus teorías complejísimas en el campo de las ciencias físicas. Parker (2006) al respecto sostiene que: “Cuando Einstein tenia trece años de edad ya comenzaba a estudiar cálculo. Pero estaba cada vez más fascinado por la física y la filosofía” (p.28).

Parker (2006) además sostiene que Einstein comenzó leyendo en el campo de la filosofía un libro de Kant, la “Critica de la Razón Pura”, posteriormente leería la filosofía empirista, especialmente la elaborada por David Hume, sobre todo el libro “Tratado de la naturaleza humana”. De los aportes filosóficos de ambos pensadores, le interesó mucho la forma distinta y compleja como abordaban las categorías de tiempo y espacio; categorías como se sabe son de enorme trascendencia en la teoría física de Einstein. Destacando, que el mismo Kant, había retomado de alguna manera la forma como Newton abordaba las categorías de tiempo y espacio, a tal grado de decir, que hacer ciencia es hacer lo que Newton hace.

René Descartes en su libro “Principios de filosofía”, reconoce la unidad entre la ciencia y la filosofía, y que las raíces más profundas de donde se derivan las ciencias puras y las aplicadas, es la filosofía. Este científico, siendo un gran matemático y filósofo a la vez, tenía conciencia que no se podía hacer ciencia sin hacer filosofía o sin tomar en cuenta muchos presupuestos de la filosofía, porque de ésta se derivaron todas las demás ciencias.

Con la separación de los diversos saberes de la filosofía, surgió el conocimiento especializado, es decir, las diversas disciplinas científicas, que cada vez fueron tomando como objeto de estudio una fracción más pequeña de la realidad. Sin embargo, la especialización no supone un rompimiento total, ni entre los diversos saberes especializados ni entre estos saberes y la filosofía.

La anterior condición, que más que condición, es una exigencia histórica en la producción del conocimiento, que orienta a que cuando se aborda una fracción de la realidad, su mejor comprensión, tanto en amplitud como en profundidad, exige un abordaje multidisciplinario e interdisciplinario, para evitar caer en uno de los gravísimos errores interpretativos, como es el caer en un tipo de reduccionismo y creer que desde esa forma limitada de ver la realidad, se tiene la verdad absoluta.

La interdisciplinariedad y la multidisciplinariedad, lleva por ejemplo, a que un Físico en el abordaje de la realidad, que ha determinado y definido como su área de estudio, necesite saber un poco de Química, y un Químico saber un poco de Física, o que en el abordaje de su respectiva fracción de la realidad, necesita de la participación conjunta de científicos con diversas especialidades. Por supuesto, tanto el físico como el químico, necesitan tener conocimientos de otros saberes, para una mejor y una mayor profundidad en la comprensión de los fenómenos que estudian. Esto no supone, que el científico tenga la capacidad de saber todo en profundidad, sino nada más, entender que el conocimiento especializado que posee, está vinculado con otros conocimientos científicos y filosóficos.

Lo anterior ocurre hasta en disciplinas que aparentemente no tiene ninguna relación, por ejemplo, la Psicología con la Física. La teoría psicológica del psicoanalista Carl Gustav Jung, está cargada fuertemente de conceptos de la Física Cuántica de Max Planck; conceptos sin los cuales sería imposible entender de la mejor manera dicha teoría.

Por su parte un biólogo, necesita para una mejor y mayor comprensión de su objeto de estudio de otras disciplina tales como la física, la química, la matemática, la sociología, etc. Estando esta ciencia, tremendamente vinculada a los aportes del filósofo que a la vez fue considerado por Charles Darwin como un gigante naturalista: Aristóteles.

Lo mismo o algo similar ocurre con otras disciplinas científicas, por ejemplo, con la Psicología, su objeto de estudio y su forma de entender, lo más integralmente posible al ser humano como un ser bio-psio-social. Esta caracterización tridimensional del ser humano por parte de la psicología, que a pesar de que no es una caracterización y concepción exhaustiva, dado que no deja explicito la dimensión histórica, sin la cual sería imposible saber que es el hombre en realidad, sin embargo da pistas para entender y saber, que de suyo, exige por una parte un abordaje multidisciplinar e interdisciplinar, por otra exige, del profesional de la psicología, tener al menos conocimientos someros de la ciencias biológicas tales como la Biología misma, de la Neurología, la Fisiología, entre otras, como de las ciencias sociales, tales como la Sociología, la Historia, la Antropología, la Economía, etc. si quiere tener un interpretación más científica del ser humano como de lo humano.

Negar lo anterior, es decir, afirmar, por ejemplo que la Sociología y la Filosofía nada tienen que ver con la Psicología, es caminar por una parte en los terrenos movedizos de la profunda ignorancia, y por otra, caer en un burdo y grueso reduccionismo, en un psicologismo. Es decir, el creer, que la subjetividad humana se puede entender por la subjetividad misma, al margen del contexto social e histórico.

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