Esta plaga de poderes capitalistas estructurales y de farsantes “revolucionarios” han tenido la habilidad deshumana de contaminar hasta el último rincón de la sociedad humana con la explotación masiva de los trabajadores, hombres y mujeres, con la corrupción en todas sus formas de expresión, con la reducción del ser humano a una mercancía, con la reducción a una cosa.
Estos rincones invadidos por esta plaga van desde la familia hasta las instituciones estatales fundamentales de la sociedad humana mundial y nacional, así como instituciones privadas como escuelas, universidades, empresas, hospitales, deportivas, iglesias, grandes corporaciones, etc.
En todos estos lugares, las generaciones actuales de viejos y de jóvenes que les robaron su juventud reproducen con gradualidad descendente o ascendente de acuerdo a los niveles de poder que tenga, las dosis de corrupción, lo cual favorece siempre a esos poderes estructurales globalizados y a los falsamente revolucionarios.
También esta plaga de poderes estructurales capitalistas y de falsamente revolucionarios y que aspiran a convertirse en la nueva oligarquía, también han tenido la habilidad de convertir todo lo material en propiedad privada, y con palabras de Marx, dicha habilidad la describe como “el dominio de la propiedad material es tan grande que tiende a destruir todo lo que no es susceptible de ser poseído por todos como propiedad privada. Quiere eliminar el talento, etc. por la fuerza” (1987:68).
Es decir, esta plaga de corruptos estructurales, destruye o elimina el pensamiento crítico y cuestionador de las mayorías empobrecidas, para quedarse nada más con su cuerpo el cual se traduce a fuerza de trabajo o a una mercancía, que se le puede comprar, vender o hacerla producir para obtener cada vez una mayor ganancia.
En síntesis, hay que diferenciar el relevo generacional del continuismo generacional; el continuismo generacional no es más que la sustitución de generaciones viejas corruptas por generaciones jóvenes corruptas, el relevo generacional supone una ruptura cuantitativa y cualitativa de una generación a otra, supone la sustitución de generaciones viejas corruptas por generaciones jóvenes con aspiraciones, con utopías y convicciones auténticamente revolucionaria, que sigan soñando no sólo en las ideas sino también en las acciones con un mundo donde lo humano sea posible, donde cada ser humano y la humanidad en su conjunto se preocupe más por el ser que por el tener, por el compartir que por el acumular.
El relevo generacional que rompe con el continuismo generacional está mediado por la posesión y desarrollo de utopías revolucionarias.
Es necesario y urgente antes de que sea demasiado tarde, que los jóvenes y los viejos en estado de juventud sueñen y continúen soñando en la acción con la utopía de construir un mundo donde lo humano liberador y libre sea posible, ya que el planeta tierra puede existir sin el humano, pero muy probablemente el humano no puede existir sin el planeta tierra.
Estas generaciones de viejos y jóvenes en estado de juventud, cuyas semillas se encuentran en las organizaciones sociales apartidarías, deben en el sentido de un imperativo categórico, contribuir a que dichas semillas germinen y florezcan, dando pie al nacimiento del sujeto de la historia que cargue responsablemente con lo que las generaciones pasadas irresponsablemente dejaron tirado en las veredas del olvido y de la indiferencia, y es el hacer posible un mundo diametralmente distinto al actual, hacer posible la construcción de una sociedad humana mundial y nacional verdaderamente humana donde el ser se imponga al tener, la solidaridad al egoísmo, el compartir al acumular, la honestidad a la corrupción, el amor al odio.
El lema de las generaciones de viejos y jóvenes en estado de juventud debería de ser, como se dijo anteriormente, la sentencia senequiana para unos o terenciana para otros: nihil humani a me alienum puto, es decir, nada de lo humano me es ajeno, o como dijo el ex presidente de Chile, Salvador Allende a inicios de la década de los 70 del siglo XX al referirse a los jóvenes: “Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”, se necesita como urgencia histórica que los jóvenes no renuncien a su juventud, y esto es posible sólo sí no renuncian a ser revolucionarios, no renuncian a soñar revolucionariamente que la construcción de un mundo humano todavía es posible, donde todos los problemas que le afectan a la humanidad, son sus problemas, no le son ajenos ni mucho menos extraños.
Deben como dijo William Faulkner, poeta estadounidense, ganador del premio nobel de literatura en 1950: “Rehusarse a aceptar el fin del hombre”, y por lo tanto rehusarse a aceptar el fin de la humanidad entera.
Nota:
(*)- Según los historiadores este aforismo fue escrito por el autor de comedia Publio Terencio Africano (194 a.C. – 159 a.C.); aforismo completo que dice: homo sum nihil humani a me alienum puto, el cual significa: hombre soy, nada humano me es ajeno.
Referencias bibliográficas
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*-Quintanilla, F. (Octubre, 2014). Los jóvenes, la globalización y el proceso de cosificación. Ahoraliberación (Octubre, 2014). Recuperado de http://ahoraliberacionca.wordpress.com/2014/10/08/los-jovenes-la-globalizacion-y-el-proceso-de-cosificacion/
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*-Toffler, A. y Toffler H. (1994). Las Guerras del futuro. España: Ediciones Plaza y Janes.
El Salvador, Centroamérica, 18 de febrero de 2016.
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