El querer y el necesitar en la política proselitista
Por: Francisco Quintanilla
Como una continuación a la reflexión denominada “El ocaso de los políticos y de los partidos políticos”, se desarrolla a continuación una diferenciación sustancial entre el querer y el necesitar en el mundo de la actividad política proselitista.
Las personas siempre quieren algo, siempre quieren cosas, pero las cosas que quieren no siempre las necesitan y están directamente vinculadas con la satisfacción de seudonecesidades, es decir, con falsas necesidades, pero que los máximos artífices de la sociedad del consumo se las presentan con auténticas necesidades.
Toda necesidad e incluso toda seudonecesidad está directamente vinculada tanto su existencia como su satisfacción con un objeto satisfactor. Este objeto puede ser material o espiritual.
El querer humano, en este sentido, va orientado y se orienta por necesitar cosas que realmente no se necesitan, y llega obsesivamente a creer que las necesita porque los artífices del consumo y del consumismo han tenido la capacidad de desarrollar en la población humana una obsesión por objetos innecesarios para la existencia humana, pero necesarios para el enriquecimiento acelerado de un pequeño grupo que se ha adueñado de todo o de casi todo en este planeta, hasta de la conciencia de buena parte de la población humana mundial.
El necesitar contrario al querer está vinculado históricamente con la producción o consecución de objetos materiales o espirituales que realmente se necesitan para la existencia humana con dignidad.
El querer y el necesitar son dos fenómenos que se enfrentan dinámicamente a muerte en el devenir de la existencia humana; a muerte porque en su enfrentarse se ha venido poniendo en juego la vida o la aniquilación de muchos a costa de la sobrevivencia y vivencia opulenta y lujosa de algunos, siendo estos últimos los que se han apoderado de casi todos los recursos naturales y no naturales del planeta y han hecho de la vida humana algo despreciable y desechable.
Entonces tanto las necesidades como las falsas necesidades para su existencia necesitan siempre de un objeto que las satisfaga, sólo que las primeras, su satisfacción procura la vida humana, la existencia de las inmensas mayorías con dignidad, y las segundas procuran el enriquecimiento geométrico de las minorías a costa de la aniquilación del planeta y por tanto de toda la vida en general y de la vida humana en particular.
Los políticos partidarios tienen conciencia de este enfrentamiento entre el querer y el necesitar, entre el seudonecesitar y el necesitar, inclinándose lamentablemente por la primera opción, es decir, por el querer, por el seudonecesitar.
Los políticos partidarios en su accionar proselitista se convierten algunos conscientemente y otros inconscientemente en mercaderes de la política, y como mercaderes si no compran al menor precio la mercancía la roban, que es la mercancía que más necesitan para lograr su propósito fundamental, conquistar el poder en primer momento y luego mantenerlo al mejor estilo de Maquiavelo.
Esa mercancía comprada (por un abrazo de judas, por una cachucha, por un mandil, por un pan, por un refresco, por una tanga, por una camisa, etc.) o robada sin que la víctima se dé cuenta que el político que la acaba de abrazar, le acaba simultáneamente de robársela, esa mercancía es la conciencia de la población en general y de la apta para votar en particular, conciencia que al ser robada, le dejan al votante nada más su cuerpo dispuesto a entregar su voto, entregando su voto también les está entregando a su victimario su destino, el destino de toda una nación , de todo un pueblo.
Pero este mercader de la política no sólo compra o roba, sino que también vende. La principal mercancía que vende es su imagen, haciendo creer a la población que él es el mesías que tanto espera la población desesperada y desesperanzada, y que a la vez estando desesperanzada guarda en su profundidad la esperanza de un futuro mejor. El político mercader sabe esto, y trata de sacarle lucro a este estado subjetivo de las personas, que como estado es de alguna manera un reflejo de la realidad objetiva, de lo que los políticos partidarios y mercaderes han hecho y siguen haciendo hasta el momento con un determinado país, con un determinado pueblo.
El político mercader, invierte mucho dinero -muchas veces mal habido- y mucha energía para aprovechar esta situación de desesperanza para sembrar al interior de ella una semilla de “esperanza” que más bien es una profunda manipulación de ese sentir esperanzador, poniendo a su favor dicha manipulación, se vale de todos los medios que están a su alcance, y sobre todo los medios mal llamados de información o de comunicación, para vender su imagen como mercancía. Esa imagen, es la imagen del mesías que la población tanto “espera”. Pero todo mercader, nunca gasta nada sin recibir nada a cambio, siempre espera obtener la máxima ganancia: llegar al poder y aumentar, agrandar geométricamente su riqueza, su fortuna, como también su poder.
Les hacen creer los políticos mercaderes a la población que lo que ellos andan vendiendo, son las mercancías, son los objetos que realmente vendrán a satisfacer las necesidades más sentidas y urgentes de la población, engendrando confusión entre el querer y el necesitar, entre los objetos innecesarios y los necesarios, entre las seudonecesidades y las necesidades verdaderas.
Los mismos políticos partidarios, se presentan ellos mismos como objetos adecuados (personas) que serán los encargados de posibilitar la satisfacción de las necesidades fundamentales de la población, pero con su capacidad económica contratan a los mejores publicistas para confundir a la población votante como no votante, y que no logren establecer la diferencia fundamental entre el querer y el necesitar
Actualmente, no sólo en El Salvador sino que también en muchos países de Latinoamérica y del mundo aprovechando la no credibilidad que los políticos y los partidos políticos tiene en el momento actual ante la población, van apareciendo candidatos de diversos colores y con apariencia de ser opuestos ideológicamente, que se presentan con la estampa de ser los mesías que la población estaba esperando.
En el caso concreto de El Salvador tanto en el máximo partido de derecha (ARENA) como de un partido en ascensión han aparecido dos candidatos que aspiran ser Presidentes de esta república; ambos se han presentado con la estampa de ser los mesías que la población salvadoreña no sólo espera sino que también necesitan para salir del atolladero desesperanzador en la que las políticas nacionales e internacionales han sometido a este sufrido pueblo.
Según datos de muchas encuestas aplicadas por distintas casas encuestadoras en diferentes momentos en el año 2017 y en lo que va del 2018, el segundo candidato presidencial siempre ha aparecido con un nivel de aceptación que supera el 60%, muy por encima del candidato presidencial del máximo partido de derecha como también del posible candidato del partido de “izquierda”.
Estos datos reflejan en primer lugar el rechazo a lo que han hecho tanto cúpulas, candidatos y políticos de los diferentes partidos políticos que poco a poco han ido matando la esperanza de que un país distinto todavía es posible; en segundo lugar, la resistencia del pueblo salvadoreño a negarse resignadamente a que la esperanza ha muerto o en proceso de muerte, de que ese país distinto es posible construirlo, y tercero refleja que el mayor porcentaje de la población salvadoreña quiere como presidente de la república a este candidato de ese partido en ascenso, pero que otro buen porcentaje quiere al candidato del máximo partido de derecha.
Pero como se ha dicho hasta este momento no es lo mismo el querer que el necesitar, unos quieren a un candidato y otros quieren a otro, pero ninguno de estos candidatos es el que el pueblo salvadoreño necesita. Ninguno de estos candidatos es el que se necesita para impulsar y generar los cambios estructurales en esta sociedad injusta, corrupta, donde unos pocos a diestra y siniestra han agrandado enormemente sus riquezas a costa de empobrecimiento acelerado de la inmensa mayoría.
Ambos candidatos de sangre foránea proceden de familias muy acaudaladas cuyos abuelos, bisabuelos o tatarabuelos vinieron a estas tierras a saquear sus riquezas, sus antepasados hicieron y amasaron sus riquezas, así como las hicieron todas las familias más adineradas de este país, expropiándole no sólo las tierras a sus originales dueños, sino que también su fuerza de trabajo. Esto nos indica que es completamente falso que alguien roba cuando llega al poder porque es pobre, y el que es rico, no roba porque es rico, la historia muestra y demuestra todo lo contrario, el pobre es pobre porque el que es rico le robo y le sigue robando lo que tiene, basta que el lector revise lo que pasó en las últimas tres décadas del siglo XIX en este país y lo que siguió pasando en las sucesivas décadas.
Actualmente estos dos candidatos para la presidencia en las elecciones del 2019 son propietarios de grandes empresas, cuyos trabajadores son muy mal pagados, son explotados. Entonces cómo pueden ofrecer que van a hacer todo lo necesario para hacer de este país, además de justo un lugar de muchas oportunidades, si su historia individual, familiar y empresarial dice todo lo contrario.
Desde ya estos candidatos, con mucha antelación como dice el saber popular, andan vendiéndole al pueblo salvadoreño Gato por Liebre.
Para que realmente le vendieran liebre y no gato por liebre al pueblo salvadoreño tendrían que cumplir con la exigencia máxima que Jesucristo le puso al joven rico si quería tener derecho al paraíso: Anda y despójate de lo que tienes y distribúyelo entre los pobres, pero resulta también bíblicamente que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre al reino de los cielos.
Jamás estos candidatos a la presidencia sentirán como siente el pueblo, jamás pensaran y verán la realidad como el pueblo sufrido la ve y la piensa y la siente; su sentir, su pensar y actuar por el contrario está movido por la maquinaria demoledora de las esperanzas populares y productora de riqueza y de poder para sí y los suyos en su máxima expresión egoísta.
En la época de la antigua Grecia, y más específicamente para Aristóteles en su libro de “La política”, plantea que la ciencia que estudia la ética debe de llamarse Política, ya que la política no podía ni debía entenderse sin la ética, siendo la política una forma relacional del ciudadano, abarcaba en esa forma de relacionarse con la sociedad o con el estado, a la ética. De forma muy distinta, tanto el candidato de ARENA como el candidato del nuevo partido en ascenso, concibe la ética y la política. Dado que los dos son mercaderes de la política, conciben que la política (que ya no abarca en la época moderna la ética que la debería abarcar e incluir) es una especie de arte de la mercadotecnia, es decir, la política para estos dos mercaderes, es mercadotecnia.
No hay duda, que al concebir la política como mercadotecnia, no es la persona humana el centro de su accionar, sino la mercancía que venden, la cual no gira en torno a la persona humana, sino ésta en torno a la mercancía.
¿Qué mercader es el que ganará las próximas elecciones presidenciales en El Salvador?, pues el que mejor domine el arte de la mercadotecnia, el que mayor capacidad tenga de confundir a la población entre la necesidad y la seudonecesidad, entre el querer y el necesitar.
No hay duda, que para que aparezca el mesías que el pueblo salvadoreño necesita, capaz de liderar los cambios estructurales en la sociedad salvadoreña, debe de derivar y surgir de sus propias entrañas, porque sólo el pueblo salva al pueblo.
En síntesis, para no dejar morir la esperanza de construir un mundo y un país justo y libre, el pueblo no hay duda, que tiene que comenzar a organizarse y construir el sujeto de la historia que será el encargado de impulsar y de ejecutar los cambios estructurales que este país necesita, desechando y desestimando las falsas organizaciones que están de la mano de los diversos partidos políticos actuales y de la mano de los que tiene el poder económico en este sufrido, pero luchador país.
El Salvador, Centroamérica, marzo de 2018.