El oficio de escribir obviamente necesita de su complemento imprescindible, las personas que lo leen, de lo contrario no tendría sentido que un autor pasara horas, días, semanas e incluso años escribiendo sus cosas, si al final nadie lo va a leer; lo anterior realmente resulta toda una perogrullada, sin embargo tomando un cuestionamiento que se hace Iván Thays, (responsable del blog Vano Oficio periódico el País) quien escribe: «Sabemos que existen bueno y malos escritores, pero ¿existen buenos y malos lectores?», la pregunta trasladada al contexto cultural y educativo de nuestro país resulta poco menos que intranscendente y se podría contestar de la siguiente manera, en El Salvador simplemente hay lectores (así a secas) y analfabetas funcionales.
El oficio de lector realmente es una bella actividad que nos lleva a viajar por el mundo de la fantasía, la adquisición de conocimientos, la mejor comprensión del mundo, de nosotros mismos. Las limitaciones muchas veces vienen de la misma especialización profesional, conozco un médico, por ejemplo, que solo lee libros de su especialidad, no tiene tiempo para más, realmente es un profesional muy bueno y competente en su rama (bien por su pacientes quienes reciben la atención más actualizada para tratar sus males),sin embargo el mismo ve como algo lejano el día que pueda abrir un libro solo por el gusto de leer sin tener que aprender nada de su profesión; muchos ingenieros, economistas, arquitectos, etc., no salen del tema de sus profesiones y a la larga ello termina reduciendo su mundo espiritual (espiritual en el sentido más amplio de la palabra).
En el blog mencionado al principio, hace referencia al prólogo Lecciones de Literatura Europea escrito por Vladímir Nabokov (autor más conocido por su obra Lolita); en el que define cuatro cualidades que caracterizarían a un buen lector: Tener imaginación, recrear eventos, paisajes, lugares, situaciones, aspectos emocionales y muchas situaciones más a partir de palabras requieren de una buena capacidad imaginativa y complicidad del lector, cuando uno ve una película basada en alguna novela que se a leído con anterioridad, generalmente le provoca a uno un regusto algo desagradable que se podría traducir «Umm, esto no va así», «eso no sale en el libro» (cosa que me sucedió más recientemente con la película del Hobbit), otra característica que menciona es que debe tener una buena memoria, si va a seguir una trama, el lector deberá tener presente los elementos presentes para no perderse en los vericuetos de la lectura, hace tiempo mi hermano menor leyendo Criptomicon de Neal Stephenson, se trabó cuando Root uno de los personajes muere, si más no recuerdo, en Finlandia en plena segunda guerra mundial, el problema fue que en un punto de la narración se perdió en un detalle del libro donde queda claro que Root simplemente finge su muerte para desaparecer y tener más libertad de acción, solo basto un pequeño descuido para que la trama se volviera obscura al menos en ese punto, eso implica que en oficio de leer uno debe de poner sus sentidos en dicha tarea. El otro elemento menciona Nabokov es tener un diccionario a la mano, es la mejor manera de ampliar nuestro vocabulario y dominio de las palabras y finaliza mencionando que se debe también poseer un cierto sentido artístico.
Leer es un hábito que debería cultivarse desde la más tierna infancia, los beneficios son múltiples e incluso existen estudios que indican que leer autores como Shakespeare, Willian Wordsworth, y otros clásicos de la literatura universal y la poesía, resultan más útiles para la salud mental que los libros “enlatados” de superación personal y autoayuda. Aunque no lo menciona el estudio, imagino que lo mismo es válido para autores como Cervantes, Benito Pérez Galdós, Dumas, Sir Walter Scott y otros clásicos (The Telegraph)
Según los estudios esto sucede por el hecho que estos autores utilizan una estructura gramatical más compleja de lo que usualmente hacemos en el lenguaje coloquial, al observar escáner cerebrales mientras se leía estos autores, la actividad cerebral resultaba más elocuente, compleja y diferenciada de que si se lee autores actuales o incluso al leer estas mismas obras traducidas a “un lenguaje actual”.
“Los escáner demostraron que la prosa y la poesía más «difícil» genera mucha más actividad eléctrica en el cerebro que las versiones más pedestre.” (Traducción libre, gracias bing translator o sea una traducción “pedestre”)
¿Cómo fomentar la lectura en uno mismo, cuando no se tiene ese hábito?, la respuesta no es fácil, si se comienza a temprana edad resulta más fácil, como escribe Jacinta Escudos (escritora Salvadoreña) en un artículo publicador en la Prensa Grafica:
“Comparto la idea de que un niño que crece en una casa donde hay libros se interesará por ellos con mayor facilidad, se familiarizará con ellos como objetos y se acercará a ellos de una manera u otra hasta que los adultos, sean los padres, los familiares o la escuela, lo confronten al ejercicio de la lectura.” (Lectura para el niño moderno).
En otras palabras el futuro lector necesita y esto es otra perogrullada, entrar en contacto con los libros y generalmente acá esta uno de los problemas, el precio de los mismos, sin embargo, si hay personas que aún cuando pasan estrecheces, nunca se pierden su fin de semana etílico implica que de algún modo consiguen dinero, esto significaría que para hacerse de libros se tendría que sacrificar de vez en cuanto el vodka troika, o la salida a la pizza hut, pollo campero. También existe la posibilidad, bastante raquítica, de visitar las bibliotecas nacionales. Lo único que que necesitará este potencial lector (además del libro) las ganas de comenzar a leer.
3 comments for “El oficio de lector”