Este día dio inicio el plan del gobierno de Mauricio Funes de involucrar a la Fuerza Armada en actividades de apoyo para el combate a la delincuencia. Se desplegaron unos 2500 efectivos, adicionales a los 1500 que ya participan en patrullajes conjuntos con la PNC.
Todo parece indicar que esta movilización se hace en base a un plan cuidadosamente estructurado entre la fuerza armada y la Presidencia de la República. Se ha buscado que sea en el marco del respeto a la Constitución de la República, se concibe como una acción extraordinaria y de carácter temporal, además se focaliza la presencia militar en lugares de mayor violencia delincuencial.
Si bien, en el plano político el debate sobre la conveniencia de esta acción continuará por algún tiempo, para la ciudadanía representa un respiro en medio de esta ola delincuencial que nos abate. Por ello señalaba hace unas semanas, que si el debate político lo orientábamos en torno a si el ejército debe salir o no, la inmensa mayoría de la ciudadanía estaría a favor de los soldados en las calles. Proponía entonces que era mejor discutir el “cómo”.
Ahora que el ejército patrulla nuestras calles, lo importante es la vigilancia y la colaboración ciudadana.
No debemos olvidar que después de la firma de los Acuerdos de Paz, el ejército sufrió una importante transformación. Aunque todavía en su seno se encuentran abusos y problemas, no hay comparación con la fuerza armada que teníamos en los años ochenta. Además han pasado mas de 17 años que finalizó la guerra, en estos años los militares han estado acuartelados, bastante alejados de la política nacional y su papel se ha concentrado en el cumplimiento de su rol constitucional.
Es probable que los mayores de 35 años, cuando veamos lo militares de nuevo patrullando las calles, recordemos el pasado reciente y se nos ponga la carne de gallina, pero los menores de esa edad, creo que verán a los militares con algún alivio. Muchos de nuestros adolescentes salen con temor a la calle, cuando ven a alguien con aspecto de marero, hasta se cambian de acera. Ahora, es probable que se sientan más seguros.
Pero como decía antes, la vigilancia ciudadana es importante. Ahora existen instituciones como la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos, que debería tener un plan especial de vigilancia para evitar, denunciar y llevar justicia ante cualquier posible abuso. También existen muchas organizaciones de la sociedad civil que pueden colaborar en esto.
Por otra parte, hay que exigir que la policía aproveche estos seis meses para prepararse y poder asumir sola su función constitucional, después que pase este período. Preparar adecuadamente la policía requerirá mucho esfuerzo y sobre todo recursos materiales y económicos. Por ello los ciudadanos debemos presionar para que se dote de más fondos a la PNC. Si fuese necesario hay que presionar por la aprobación de préstamos para la seguridad.
También deben aprovecharse estos seis meses para comenzar a implementarse medidas de combate mas integral a la delincuencia, incluyendo las acciones preventivas. El hecho que los militares salgan a la calle, no debe llevarnos a pensar que es solo con violencia como resolveremos el fenómeno delincuencial. La salida de los soldados a patrullar, no debe ser jamás una reedición de los fracasados planes mano dura o súper dura. Por ello en este punto también debe haber presión ciudadana.
También es importante exigir al gobierno informes detallados de los resultados de estas medidas. Es importante conocer de primera mano el impacto que estas acciones irán teniendo. Tanto los resultados de involucrar al ejército, como las acciones para preparar a la PNC, así como las medidas mas integrales.
De la información y la transparencia, con que estas acciones se ejecuten dependerá la credibilidad y confianza ciudadana. No olvidar que esta confianza incide en un buen resultado.
Ayutuxtepeque, viernes, 06 de noviembre de 2009.
2 comments for “El ejército sale a las calles.”