El ministerio de trabajo tiene una sección o Departamento Nacional de la Salud y Seguridad Ocupacional que vela por que se cumpla la Ley General de Prevención de Riesgos en los Lugares de Trabajo(LGPRLT) vigente desde el 2012 y aplicable tanto a la empresa privada como a la pública.
Dicha ley establece “…los requisitos de seguridad y salud ocupacional que deben aplicarse en los lugares de trabajo, a fin de establecer el marco básico de garantías y responsabilidades que garantice un adecuado nivel de protección de la seguridad y salud de los trabajadores y trabajadoras, frente a los riesgos derivados del trabajo de acuerdo a sus aptitudes psicológicas y fisiológicas para el trabajo, sin perjuicio de las leyes especiales que se dicten para cada actividad económica en particular…”
A muchas empresas privadas las obligan a revisiones periódicas de sus planes de contingencia ante eventos desastrosos como incendios, terremotos, inundaciones, establecen la cantidad de Extintores, vela por la adecuada formación del personal en materia de extinción de incendios y busca garantizar la vida y seguridad de los trabajadores.
Es una ley de apenas cinco años, prácticamente una novedad, ya que anteriormente al parecer, la seguridad de los trabajadores no era una prioridad y muchas empresas se quejan de estas “exigencias”, muchas instituciones públicas y privadas han hecho un “cumplimiento cosmético de las mismas” y realmente no están preparadas para salvaguardar la vida y seguridad de sus colaboradores.
Esto lo vivimos tristemente este pasado viernes siete de julio del presente año cuando nos cayó la noticia de que uno o dos pisos del Ministerio de Hacienda se estaban quemando y que había un número indeterminado de víctimas.
Las redes sociales estallaron en noticias, mucha gente se apersonó frente al lugar para “captar y postear” las imágenes impactantes del fuego, de un joven cayendo del octavo piso, (que por milagro sobrevivió, aunque con fuertes y graves daños físicos).
No faltaron los “Trolles” que hicieron mofa del evento, publicando imágenes comentarios totalmente salidos de tono, los cuales fueron inmediatamente reprendidos por un indignado público que se hizo propietario de la tragedia.
Porque fue en realidad una tragedia que el edificio no contara con las vías de escape adecuadas, que la gente no tuviera la mínima formación en la sofocación del fuego cuando era aún un conato de incendio, que los bomberos y cuerpos de socorro no tuvieran los implementos y equipo adecuado para lidiar con fuegos en edificios, que no existan verdaderos planes y protocolos de rescate de víctimas en situaciones como estas.
Afortunadamente los heroicos esfuerzos de bomberos y cuerpos de socorro lograron rescatar varias víctimas de sofocación, incluso un par que estaban en la terraza del edificio y apagar el fuego, evitando que se propagara a más pisos, pero dejan en evidencia el grado de vulnerabilidad que tiene la institución para responder ante un siniestro.
Así como este ministerio, están otros en lugares poco adecuados como el Ministerio de Salud que opera en un viejo edificio desahuciado desde los terremotos del año 2001 y que no cuenta con la operatividad para un desalojo de emergencia en caso de terremoto o incendio.
Así también existen muchas empresas privadas que han hecho el “ojo pacho” ante las exigencias de la Ley mencionada y mantienen en riesgo a sus empleados y visitantes.
Ojalá esta tragedia nos sirva para reflexionar y hacer bien las cosas, reforzar los protocolos de seguridad y respuesta ante las amenazas, de manera que no se repita una situación como la que vivimos el pasado viernes.
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